AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Publicó un ensayo con las claves históricas que dieron origen al antisemitismo donde plantea que toda esa crueldad no admite una sola lectura o una simple interpretación. Steinberg pasa revista a las claves socioeconómicas e históricas que dieron lugar a matanzas y rebeliones.

 Por Sergio Kisielewsky

 Estrella de David

–¿Qué claves e encuentra para entender la vigencia del antisemitismo en especial en la sociedad de clases?

–La vigencia del antisemitismo, que en el libro la especifico, la re-nombro como rechazo a los judíos, es algo que necesité elaborar a partir de nuevas formas de nombrar al antisemitismo clásico. Yo lo llamo religión de Occidente. En el siglo III hay un primer momento en el Concilio de Elvira donde se plantean prohibiciones para el pueblo judío, entre ellas estaba la bendición de las cosechas porque los judíos en su mayoría eran agricultores. El concilio prohíbe la bendición de los judíos a las cosechas y prohíbe los casamientos mixtos. Sorprende que en ese momento de la civilización occidental ya estaba en juego algo del orden del mantenimiento de cierta pureza cristiana; después se redoblará con las leyes de pureza racial de la Inquisición durante cuatro siglos. Lo más espectacular como expresión del antisemitismo es la Shoá pero habría que tomar en cuenta que desde el siglo III se suman cuatro siglos de gueto como institución carcelaria muy al estilo de vigilar y castigar.

–¿Marx abordó la cuestión judía qué aporte hizo para desmenuzar el tema?

–Hay una frase muy conocida que dice: “El antisemitismo es el socialismo de los imbéciles”. Esta frase fue acuñada por un socialdemócrata alemán de fin del siglo XIX y él planteaba que cada vez que había conflictos de clase en cualquier lugar siempre hay una minoría donde descargar la furia de las masas insatisfechas. Lenin plantea que el antisemitismo era un freno a la lucha de clases. Lenin tenía una posición muy clara sobre todo lo que era el Imperio del Zar que fue un lugar de gestación de los pogroms y la segregación, además de mitos que fueron fundantes.

–¿Por ejemplo?

–La conspiración de los Sabios de Sion que sale de lo que era el zarismo antes de la Revolución frustrada de 1905. En esa época se crea una confabulación que toma muy bien Umberto Eco en el libro El Cementerio de Praga. Allí se crea una intriga que decía que todos los años el gran grupo de rabinos se reunía para disputarse el poder y repartirse el mundo. Lo gracioso es que en ese mismo momento empieza a gestarse el huevo de la serpiente, porque, como no podían ser dueños de tierra, los judíos pasan al comercio, sobre todo entre parientes y a través de las diversas fronteras europeas. En ese momento el que era embajador del zarismo en Europa es asesinado y quién era: el padre de Vladimir Nabokov que no era judío.

–El joven Marx planteaba que el judío debe emanciparse con toda la sociedad, debe emanciparse de su ser burgués…

–Él dice que el grado máximo de explotación capitalista es llevado a cabo por los judíos con la usura y los bancos. Pero en la Edad Media, cuando aparece en la Iglesia la usura como pecado, comienza la institución de los prestanombres: los marranos y los judíos prestaban el nombre para ser usureros para que quedaran limpios los cristianos, alguien que tenía un título de nobleza. Y también la Iglesia prestaba dinero pero las caras visibles tenían que ser no católicos. Tuve la oportunidad de visitar el primer gueto europeo que fue el de Venecia –ahora es un barrio– y me contaban que el privilegio que tenían era que no había perros cuando alguien se quería escapar. Hay un famoso médico italiano que en el siglo XVII describe las enfermedades del gueto en la piel por falta de luz y problemas visuales. De ahí viene la tradición judía del sastre porque los dejaban dedicarse a la venta de ropa, al arreglo de ropa usada. Ese médico italiano enumeró las enfermedades de trabajo que tenían y fue muy vapuleado porque en pleno siglo XIX la teoría de la degeneración implicaba que africanos judíos eran inferiores según la antropología de ese momento y había que demostrar que tenían inferioridades físicas.

–Sin embargo en la Edad de Oro convivían muy bien las tres religiones.

–El imperio que alojó en total democracia y estuvo a punto de ceder un territorio para que los judíos tuvieran una nación fue el Imperio Otomano y esto no es casual porque tanto moros como judíos habían sido echados por la Inquisición de España. Aparece una serie de gestores que garantizan pureza de sangre. Entonces las familias aseguraban que eran anteriores al asesinato de Cristo pero la historia confirma que Jesús, siendo judío, se plantea una nueva de forma de relación entre los hombres, el continuador para mi gusto es San Pablo, que plantea que la prédica debe ser hecha caminando.

–¿Lutero los llamó el “pueblo del libro”?

–Con Lutero es un tema muy especial. Pasa algo parecido con Mahoma que en el siglo VI predica sobre tribus de vida judía. Los musulmanes, que están en una explícita lucha contra la cuña de Occidente en Medio Oriente que es Israel, provienen de tribus nómades judías y en el Corán aparece que sólo los que consideran a Abraham un profeta judío hijo de Alá son bendecidos.

–¿Las prohibiciones, la segregación se puede analizar como síntoma en la historia de la humanidad?

–Hay varias etapas. En el primer exilio la destrucción del II Templo no se encuadra en lo que se puede llamar la victimización y luchas por tierras. Los judíos son asiáticos, por eso una de las consignas del nazismo fue contra el asiatismo judío. Provienen de Asia cuando se van incorporando a Francia y se mezclan con la población europea. Lutero intenta captar a los judíos para su grey, pero como no lo logra, los demoniza: “No quieren dejar de ser” es otra de las acusaciones. En Latinoamérica eso lo vemos, vi la foto de la última ona que murió y no tuvo descendencia, nadie dice por qué los mapuches siguen existiendo o el Estado Plurinacional de Bolivia volvió a tener su identidad pero a la gente de origen judío se le adjudica un empecinamiento cuando en la historia se demuestra que cuando hubo más asimilación y mas matrimonios mixtos, hubo más persecución.

–¿Porque subraya en su libro que en el Medievo se gesta el Holocausto?

–Por dos paradigmas fundamentales, uno es el color amarillo como emblema. En los pueblos no podían salir los judíos si no tenían las mujeres un pañuelo amarillo en la cabeza y el hombre un brazalete amarillo que indicara su ascendencia judía.

–También se refiere a una gran quema de libros en el Campo de Fiori en 1553.

–Hicieron una razzia en el gueto y se llevaron todos los libros religiosos que eran considerados impuros e hicieron otra cosa: la apropiación de niños, robaban los niños a sus madres y los criaban en conventos y se los daban a familias de dinero. Me recordó lo que ocurrió en la Campaña del Desierto donde se los arrancaban de las manos a las madres. El gueto era tierra arrasada.

–¿Por qué usted nombra al psicoanálisis como un síntoma?

–Nombro el síntoma como algo estructural, que no cambia, que nadie se cura de sus síntomas y que el psicoanálisis lo que puede lograr es colocarse de otro modo frente al síntoma. El síntoma es aquello que en algún momento de nuestra vida infantil se nos construye para ser normales, es normal ser antisemita. En la Argentina menos de 1 por ciento de la población es judía. Con la dictadura hubo un diez por ciento de detenidos desaparecidos judíos pero se cree que hay más porque el judío está en todas partes. Cuando se estrena El mercader de Venecia en Londres hacía cuatro siglos que ya habían sido echados los judíos de Inglaterra. No había un solo judío. Hay un sociólogo que dice que eso es lo que ocurre con todo lo execrado. Lo rechaza en ausencia no importa que no esté. El problema surge en la Alemania de la República de Weimar cuando ese uno por ciento empieza a integrarse y casarse con gente que no es judía. Cuanto más integrados, más se los persigue tanto en la Inquisición como en la Alemania nazi.

–Llama la atención en su libro que los querían humillar en las carreras de Carnaval…

–Desde el siglo XV al XVIII había un día en el Carnaval que, cuando empezaban los festejos, se elegía gente vital y joven del gueto y competían con otros jóvenes bien alimentados y entrenados. El castigo después era que el rabino tenía que decir que estaba dispuesto a besar el culo del alcalde de la comunidad, y como hubo muchas rebeliones, metían a los más ancianos de la comunidad en un barril lleno de clavos y lo tiraban por una pendiente. Una crueldad pocas veces vista pero que estaba naturalizada.

–¿Los judíos son una tribu nómade, una secta religiosa o una raza maldita?

–Eso lo marcó muy bien Jean Paul Sartre, León Rozitchner. Me entero del ser judío porque los chicos de la escuela del Estado me rodean y me dicen “sos judía tenés que casarte con un judío porque mataron a Cristo”. Ahí mi primera pregunta a mis padres “¿qué es ser judía?”. Primero es una tribu nómade de donde salieron las tribus musulmanas, de donde salió el cristianismo cuando fue echado por las guerras internas hasta la destrucción del II Templo y se va afincando donde la dejan. En ese exilio, donde más se afincan es en España, sabemos que la Inquisición duró entre cinco y seis siglos y fue dirigida en España a moros y judíos. Los judíos tuvieron el apoyo del Imperio Otomano porque los relacionaban con los moros porque fueron perseguidos por la Iglesia durante tres siglos. Judíos y moros convivían porque los dos habían sufrido la expulsión y se plantea el marranismo como institución. Muchos judíos para no irse de Portugal conservan sus tradiciones ocultas y se convierten al catolicismo, pasan varias generaciones y siguen celebrando en secreto las ceremonias judías pero no se liberan de la hoguera porque se instala en España y Portugal la institución de la delación. Algo parecido a lo que hace el franquismo con los republicanos después de la Guerra Civil.

–¿Hay un quiebre con la Revolución Francesa?

–En 1789 la Revolución burguesa da la ciudadanía a todos menos a tres minorías: comediantes, verdugos y judíos, dos años después se le da la ciudadanía a los judíos en 1791. Había una encuesta que decía “¿Qué haría usted con el judío?”, unos decían guillotina, otros que se los puede reeducar llevándolos a una iglesia. Eso me hizo acordar mucho a una revista de la década del ‘30 en la Argentina que se llamó Clarinada, que se puede encontrar hoy en la Biblioteca Nacional, una revista nazi que coincide con la creación de la Sección Especial de Represión al Comunismo que salió hasta el ‘43 con el advenimiento del peronismo y hay concursos sobre quién dice lo más aberrante de un judío y también atacan a las mujeres republicanas que eran “libertinas, tenían sexo libre y eran anarquistas” y cuando hay anti-judaísmo, hay misoginia, hay odio a la mujer. ¿Quiénes eran las peligrosas? Las brujas. Hace poco vi en el Museo de la Inquisición en Cartagena de Indias una balanza donde se pesaba a las mujeres que eran denunciadas por brujas, las mas livianitas iban a la hoguera porque quería decir que se podían subir a la escoba, las mujeres llamadas brujas eran “libidinosas, el demonio estaba en su cuerpo”.

–¿Desde el punto de vista de la teoría quién encaró el tema con más profundidad?

–Para mi gusto es Bela Székely, un analista húngaro. Es una historia muy singular. Székely logra escapar de la persecución en Hungría donde está un tiempo en un campo de concentración con su esposa. Cuando llega a Buenos Aires al Hotel de los Inmigrantes es recibido por una delegación de la incipiente APA, la Asociación Psicoanalítica Argentina. Llega con su mujer que acuna un trapo que era un bebé de ella que murió en un campo de concentración. Bela llega con manuscritos de un libro que sacó la editorial Claridad que se llama El antisemitismo, fue el fundador de la Editorial Paidós, fundador de la carrera de Psicología de Rosario que fue la primera en la Argentina y fue expulsado de la Sociedad Psicoanalítica y del Partido Comunista porque los comunistas decían que era burgués y los psicoanalistas decían que era comunista. Con la gente que tiene pensamiento propio sabemos que hay más inclinación a la excomunión de cualquier eclesia. El llegó a la Argentina convencido de que había que hablar de estos temas porque la Segunda Guerra estaba ahí nomás.

–¿De su libro qué ideas se pueden resaltar?

–El libro es pesimista y de alguna manera plantea que el hombre ario común siente que el padre judío tiene mucha autoridad y lo ataca, el ejemplo es Kafka, mal o bien había un patriarca. Hay muchos pensadores que dicen que los judíos por su ubicación en Europa se incorporan al movimiento bolchevique y se incorporan al Ejército Rojo. Caen muchos en la invasión alemana en la frontera de Ucrania pero se olvida que en el nazismo se juntaron los mitos de la persecución el capitalismo y el comunismo. En el siglo XVIII el judío era el responsable que quería desde el capitalismo apropiarse del mundo y después pasa a ser el subversivo que quiere cambiar el mundo y el capitalismo. En nuestro país en 1935 se ordenó un allanamiento para capturar los cuadernos de los chicos en la Escuela Sholem Aleijem y después Clarinada los publicó para mostrar cómo los convertían en “comunistas anti-argentinos”. Eso se repite en la dictadura. Los desaparecidos judíos estaban ligados a grupos de lucha emancipadora y a organizaciones revolucionarias.

Fuente: Página 12.