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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Por razones de seguridad, el navegador Waze desvía a los conductores de la zona oriental de la Ciudad Santa al considerarla bajo control de la Autoridad Palestina.

El sistema de navegación para automóviles Waze, con información en tiempo real, se convirtió en emblema del éxito tecnológico de Israel hace dos años, cuando fue adquirido por Google por más de mil millones de euros. Esta aplicación para móviles hegemónica en el Estado judío y con decenas de millones de usuarios en todo el mundo acaba de desatar la polémica en Jerusalén al no reconocer como suelo israelí la zona oriental de la Ciudad Santa, anexionada tras la Guerra de los Seis Días. Según Waze, ahora forma parte del territorio bajo control de la Autoridad Palestina.

No se trata de una decisión unilateral de los responsables de la filial de Google para incorporar a sus bases de datos las resoluciones de Naciones Unidas. Ni obedece tampoco a la presión de la comunidad internacional, que sigue sin reconocer la anexión de la parte árabe de la Ciudad Santa situada al este de la Línea Verde que la dividía hasta 1967. Waze Israel se ha limitado a seguir las recomendaciones de la policía, a la vista del aumento de los incidentes violentos en Jerusalén Este durante este verano.

Por defecto, la aplicación está desviando a los conductores por vías alternativas que discurren por zonas alejadas de los barrios orientales. En un supuesto citado como ejemplo por el diario Yedioth Ahronoth, para recorrer el kilómetro de distancia que media entre la antigua estación de Jerusalén, reconvertida en centro de ocio, y la llamada Ciudad de David, un recinto arqueológico situado al pie de las murallas, bastarían diez minutos por el camino más directo. Pero los usuarios de Waze se ven obligados a dar un largo rodeo que implica media hora de viaje para no atravesar el distrito árabe de Silwan.

El sistema de navegación para móviles permite desactivar la prohibición de atravesar zonas bajo control de la Autoridad Palestina, aunque en este caso un conductor inadvertido podría acabar circulando por las calles de Ramala o Nablús, donde efectivamente rige la ley palestina y los judíos israelíes tienen prohibido el paso por su Gobierno.

El servicio ofrecido por Waze goza en Israel de gran popularidad, no solo por su cartografía, sino también porque los propios conductores actualizan constantemente la situación del tráfico y señalan las mejores vías alternativas al informar de la presencia de obras y atascos.

Pero la aplicación presenta también incongruencias en Jerusalén tras la implantación de la política de restricciones de paso por zonas con mayoría de población palestina. Así, para dirigirse desde el campus de la Universidad Hebrea en el monte Scopus hasta el Muro de las Lamentaciones en el barrio judío de la Ciudad Antigua, el navegador recomienda pasar por el conflictivo barrio de A-Tur, al pie del Monte de los Olivos, que ha sido escenario de ataques contra policías.

La prensa israelí describe un escenario de Intifada de baja intensidad en Jerusalén. Durante los meses de junio y julio, además de varios ataques con cuchillo a agentes y soldados, se han contabilizado 477 episodios de apedreamientos y 28 de lanzamiento de cócteles molotov. Más de la mitad de los incidentes violentos se concentraron precisamente en torno a la Ciudad de David, una de las zonas vetadas ahora por el navegador.

La policía se ha limitado a precisar que colabora con Waze “para poder guiar mejor a los conductores a su destino”. Tras las quejas, la compañía replica que está a la espera de “nuevas instrucciones” de las fuerzas de seguridad.

Ante la partición digital de la capital indivisible de Israel, el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, ha puesto el grito en el cielo. “Pido que los responsables de Waze cambien los ajustes para evitar que una aplicación se convierta en una herramienta política”, advirtió a la filial de Google el regidor Barkat, que antes de dedicarse a la política fabricó antivirus y fundó una compañía incubadora de start-upinformáticas.

 

 

Fuente:elpais.com