SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Nací argentina, judía y actriz; lo único que me faltaba para estar bien jodida era ser negra y comunista”

Por Paula Mirkin

Cipe Lincovsky
Cipe Lincovsky

Cipe Lincovsky fue una actriz de las buenas. De esas que destacan por su presencia en el teatro y en el cine y no particularmente en la criticada pantalla chica argentina. La última dictadura la llevó al exilio y es por eso que vivió en España entre 1975 y 1980.

Lincovsky fue uno de los nombres más emblemáticos de Teatro Abierto, un movimiento artístico que surgió como resistencia al golpe de Estado de 1976 y que estuvo apoyado por grandes personalidades como el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel o Ernesto Sábato.

Apegada al teatro épico alemán, en 1960 llegó a actuar en el Berliner Ensemble, famoso grupo fundado por Bertold Brecht en la entonces República Democrática Alemana, donde forjó una duradera amistad con la viuda del dramaturgo, Helene Weigel.

Pionera del café concert argentino bajo la carátula de kabaret, Lincovsky fue amenazada por la Triple A durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón y fue allí cuando tuvo que exiliarse. Hace pocos meses el gobierno argentino entregó las listas negras de la última dictadura cívicomilitar a la Asociación Argentina de Actores, en las que Lincovsky estaba incluida.

Su carrera fue intermitente en Argentina como también en Europa (España, Alemania, Francia) y Venezuela. También llevó su arte a Japón, donde representó la obra Nijinsky, que también triunfó en Europa en los noventa.

Su papel en la película La tregua -adaptación de la obra existencialista del famoso escritor uruguayo Mario Bennedetti- fue uno de sus papeles más destacados, al igual que su participación en Caballos Salvajes y más aun en teatro con Madre Coraje y sus hijos -de Bertold Bretch- y ¿Quién teme a Virginia Woolf?, de Edward Albee, entre otros numerosos clásicos del teatro universal a los que dio vida.

Cipe escribió en 2006 su autobiografía, Encuentros. Vida de una artista, donde relata con alegrías y tristezas su historia: fue testigo de la construcción del muro de Berlín y del nacimiento de la guerra fría en Alemania, vivió los ecos del genocidio y del nazismo, el nacimiento del Estado de Israel y la persecución en las dictaduras en Argentina. Con el humor ácido que la caracterizaba, cuenta en su libro las difíciles situaciones a las que se enfrentó a lo largo de su vida y se autodefine: “Nací argentina, judía y actriz. Lo único que me faltaba para estar bien pero bien jodida era ser negra y comunista”.

En 2007 fue nombrada ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Murió el pasado 31 de agosto a los 85 años.

 

Fuente: La Vanguardia

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