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Ali Larijani, presidente del parlamento de Irán, estuvo de visita en New York el miércoles para asistir a una conferencia de presidentes parlamentarios de todo el mundo patrocinada por la ONU.

ALI ALFONEH

Durante su estancia, tuvo tiempo para dar una entrevista reveladora a CNN –una que echa agua fría sobre las perspectivas de que Irán acate el acuerdo nuclear de julio y retrotraiga su hostilidad de décadas hacia el “Gran Satán.”

Cuando se le preguntó si el parlamento que él preside respaldaría el acuerdo, Larijani fue evasivo. “Tenemos que esperar y ver lo que sucede”, dijo.

Luego se le preguntó por la propia posición del Líder Supremo, Ali Khamenei, a lo que  respondió escuetamente, “no tengo un juicio claro de si será aprobada o no”, y “no puedo decirle con seguridad en este momento.”

Cuando se le presionó sobre la postura del Cuerpo de los Guardias Revolucionarios Islámicos (CGRI) con respecto al acuerdo, Larijani se limitó a recitar una letanía de fechorías estadounidenses contra su país. Inclusive las preguntas simples -si la República Islámica sigue decidida a la destrucción de Israel, por ejemplo- no fueron respondidas (sin embargo, al día siguiente se reunió con miembros de un grupo judío ultra-ortodoxo marginal opuesto a la existencia de Israel).

Sobre la suerte de Jason Rezaian, el periodista del Washington Post mantenido cautivo por más de un año, Larijani respondió, “usted debe preguntar al poder judicial iraní.” Es una reacción curiosa -el poder judicial, después de todo, está dirigido por su hermano menor, el Ayatola Sadeq Larijani.

Las respuestas de Larijani echan una sombra sobre la perspectiva de que Teherán cumpla con sus obligaciones en el acuerdo nuclear, y sobre las relaciones entre Teherán y Washington en general. Khamenei puede haber autorizado el acuerdo, pero sigue dispuesto a no asumir la responsabilidad pública por ello. El parlamento, por su parte, está dividido, mientras que el CGRI se opone abiertamente.

Su entrevista subraya el hecho de que Teherán no está listo para renunciar a sus posturas anti-estadounidenses y anti-israelíes o para explicar el encarcelamiento de un periodista estadounidense inocente bajo acusaciones falsas de espionaje. Más que nada, pone de relieve que con o sin acuerdo, las esperanzas de una distensión iraní-estadounidense son sólo una aspiración que tal vez no sea alcanzable.

Fuente: Informe Político de la Fundación para la Defensa de las Democracias

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México