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THELMA KIRSCH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Libro de Shaná Tová

 

Durante varios año me dediqué a preparar a las niñas que festejarían su Bat Mitzvah.  Tenía un programa muy dinámico en el cual confluía el teatro, la cocina, invitados diversos, clases dadas por otras personas, juegos, rifas y muchas cosas más. No nos limitábamos a dar cátedras o recibir solamente información. Intenté todo este tiempo en mantener vivencialmente activa su preparación. Creo que mis alumnas la pasaron bien, o por lo menos eso espero, ya que las veía llegar con ánimos y algunas veces a pesar de no haber ido a la escuela por algún malestar.

En una ocasión, hace ya algunos años, pasamos todos juntos Rosh Hashaná con mis nietos y mis hijos que no viven en Monterrey. Mis nietas mayores (gemelas), tendrían entonces alrededor de seis o siete años. Como educadora (labor que no puedo dejar siempre a un lado), quise poner en acción alguna de las técnicas que usaba con mis alumnas para mostrarles la importancia de la fiesta que íbamos a celebrar.

Un día antes de Rosh Hashaná tomamos crayolas y hojas blancas de papel.

Una de ellas (a quien le gusta mucho dibujar) era la encargada de plasmar en el papel lo que la otra contaba (ya que es la experta en cuentos y lecturas), y yo, obviamente me encargaba de ir escribiendo todo lo que ellas relataba.

El cuento resultante fue mas o menos así:

Había una vez una princesa que se preparaba para ir al Shul en Rosh Hashaná. Llegó y tomó su lugar. En silencio se puso a rezar hasta que se dio cuenta que la gente estaba muy asustada y corría intentando salir del recinto. -Un León había entrado al Shul y todos tenían mucho miedo-.

Sin embargo, un príncipe se tapó la cabeza para que nadie lo reconociera, tomó el Shofar y lo tocó tan fuerte que el león salió corriendo del Shul y nunca más regresó. Todos siguieron rezando y deseándose uno al otro que el año venidero sea un buen año. Un año dulce y lleno de alegrías.

La princesa estaba emocionada, sabía que a su pueblo le esperaba lo mejor y así se lo contaría a su padre el Rey, que estaba sentado al frente de todos. (Imagino que ellas veían al Rabino como a un rey y quizá el Jazán era el príncipe).

Cuando llegó Yom Kipur, la princesa tuvo la oportunidad de agradecer al príncipe lo que había hecho por todos los que rezaban por un año mejor. El príncipe le contestó que había tocado el Shofar porque D’s así se lo ordenó y todo volvió a ser como era antes.

Al final, hicimos una portada y engrapamos las páginas. Tengo este libro conmigo y espero dárselos el día de su Bat Mitzvah.

¿Una princesa? ¡Claro! Es un personaje que no puede faltar a esa edad, al igual que un príncipe valiente… pero un león?

Estando sentadas en el área para mujeres en el Shul, les pregunté si realmente creían que llegaría un león y rugiría tanto que todos desearían huir.

Su respuesta fue muy sencilla:

-Bobe, ¿No ves? Allí arriba de donde se guarda la Torá (Aarón Hakodesh) hay dos leones, tal vez uno de ellos pensó que alguien le quería hacer daño a la Tora que está guardada atrás de la cortina (Parojet)  ¡o a nosotros,  los que estamos rezando juntos! por eso Hashem pensó que había que hacer sonar muy fuerte el Shofar y así nunca más los enemigos de nuestro pueblo nos podrían hacer cosas malas.

Conservo este pequeño libro que contiene una gran historia. Espero que este deseo que salió del corazón de unas niñas muy pequeñas se convierta en una realidad y en un futuro para Am Israel.

Desde Monterrey con muchísimo cariño, un año lleno de Bendiciones, Amor, y Alegrías para todas las familias.

 

 

 

 

 

#RoshHashaná