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ESTHER MOSTOVICH DE CUKIERMAN

 

La Torá (Pentateuco) dice que el pueblo hebreo, después de dejar Egipto, habitó en tiendas durante 40 años en el desierto. Para tenerlo presente en la memoria, ordena observar la fiesta de Sucot,“para que las generaciones sepan que Yo puse a los Hijos de Israel en tiendas para vivir allí”. (1) Los rabíes pusieron a la festividad el nombre de “Zman Simjateinu”. El tiempo de nuestra alegría. ¿Cuál es el secreto para vivir con alegría? Tal vez uno de los secretos, más que en dar respuestas, puede estar en formularnos preguntas.

El Talmud (2) dedica un Tratado entero a la festividad de Sucot. Se llama “Tratado Sucá”. Una de sus páginas (3) dice que durante el Éxodo de Egipto la Presencia Divina, que los rabíes explican como “Nube de Gloria”, envolvió todo el campamento de los hebreos, protegiéndolo en todo momento de los enemigos e incluso, del mal tiempo. ¿Cómo imaginarlo en nuestra vida actual, tan apegada a lo material? ¿Tal vez, como una nube rosada que cubre el cielo al atardecer? Una nube que nos deja ver el cielo, pero no completamente. ¿Quizás como el cielo que deja ver el techo de una Sucá, que solamente se cubre con algunas ramas?

Un cuento más moderno. Dos señoras que viven solas están hablando de las visitas que les hacen sus hijos.

-Yo estoy encantada, dice una. Mi hijo vive tan ocupado, trabaja tanto, hasta los fines de semana. Pero siempre se preocupa por mí. Todas las mañanas me llama por teléfono para preguntarme como estoy. Lunes de noche, viene a visitarme y siempre me trae algún regalito. Podrá ser sólo una naranja, pero nunca viene con las manos vacías.

-Yo me deprimo por lo mal que me trata mi hija, contesta la otra. Doy gracias que me llama por teléfono una sola vez al día, cuando llega a su oficina. ¿Visitarme? Sólo los sábados, cuando viene de la peluquería. ¿Traerme algo? Tal vez una naranja, con el cuento de que esa fruta me hace bien. A ver, ¿es eso todo lo que vale una madre?

¿Qué significa esa naranja para las dos madres? Tal vez, ¿el problema no está en la naranja sino en la manera de entregarla? Veamos si este otro cuento nos ayuda a entenderlo. Es un antiguo cuento del folklore Idish. (4) En un pueblo de Bielorrusia, para Rosh Hashana, el tío rico mandó de regalo una naranja al sobrino. El primer día, toda la gente del pueblo vino a mirarla. ¡Una naranja! ¡Qué color el de esa fruta! ¡Qué visión inolvidable!

El segundo día la familia permitió que le olieran el perfume. Todo el pueblo vino a olerla. El tercer día le sacaron la cáscara. Dividieron la naranja en gajos y cada miembro de la familia comió su gajo, masticándola despacito. ¡Qué sabor maravilloso! La cáscara de la naranja también la usaron. La cortaron finita, la mezclaron con algunas manzanas del huerto y prepararon mermelada. En Sucot invitaron a todos sus amigos a la Sucá y convidaron a cada uno con un poquito de esa mermelada sobre una tajada de pan.

Bueno. ¿Qué significa esa naranja? El Rabino que me contó esos dos relatos me enseñó: Esa naranja, igual que la Sucá, enseña a valorar lo que uno tiene.

Maimónides dice que Sucot nos enseña que no nacimos en cuna de oro. El dinero y las comodidades vienen y van. Cuidamos tanto las cosas que tenemos, la vajilla de porcelana y las copas de cristal que no usamos por temor a que se rompan. ¿Valoramos las cosas en sí, más que disfrutarlas? Todas esas cosas, ¡nos van a sobrevivir!

Por otro lado, dicen los rabíes que para darle importancia al simple hecho de tener nuestro techo, no hay nada mejor que vivir una semana sin techo, en una Sucá. A las comodidades de todos los días, no les damos importancia hasta tener que vivir sin ellas.

Vamos a asomarnos a unos renglones del texto del Talmud de Babilonia. Escuchemos esta discusión de los rabíes. (5) La pregunta que se hacen es: ¿Quién es rico?

Rabi Tarfon dice: “Es rico el que tiene diez campos y cien esclavos trabajando en ellos”.

Veámoslo en nuestro tiempo. Rabi Tarfon está tomando en cuenta la riqueza objetiva, como lo establecen algunas leyes impositivas modernas. ¿Es rico hoy en día el que tiene muchas propiedades inmuebles o varios autos de subido valor? ¿Qué tal si además, tiene muchas deudas en sus negocios?

Rabí Iosi de Galilea dice: “Es rico el que tiene un retrete cerca de la mesa”.

En la Baja Galilea, donde enseñaba Rabí Iosí, el suelo estaba en gran parte ocupado por el pantano de Jule, que recién fue desecado por los pioneros de Israel a comienzos del siglo XX, entubando los arroyos que anegaban la tierra. Junto a los ríos de Babilonia, también, había grandes extensiones de suelo pantanoso. En terrenos así, los retretes tenían que estar a 200 metros de las viviendas, para no contaminar los pozos de agua. Largo trecho cuando uno va apurado al baño… Un retrete cerca de la casa era un lujo máximo en ese entonces. Para Rabí Iosí, es rico el que puede permitirse los máximos lujos. ¿Cuál podría ser el máximo lujo que ansiamos nosotros? ¿Nos dará alegría conseguirlo?

Rabí Akiba dice: “Es rico el que tiene una mujer virtuosa”. Según cuenta el Talmud, la gran virtud de Rachel,  fue pedir a su marido que estudiara Ley hebrea y con tal de ayudarlo en ese estudio, se quedó viviendo en la mayor miseria, sola con sus dos hijos. Doce años más tarde, Akiba volvió a su casa y antes de entrar, a través de la ventana, escuchó a Rachel decir que no le importaría que él la dejara sola doce años más, con tal que Akiba siguiera estudiando la Ley Hebrea. Así que él se fue a estudiar otros doce años hasta que se convirtió en el Rabí más famoso de su tiempo, al que seguían miles de discípulos. Después de veinticuatro años de ausencia, Rachel, ya anciana, cubierta de andrajos, ¿cómo recibió a su marido? Besándole los pies. Akiba reconoció que todo lo que sabía, se lo debía a su mujer. Sin embargo, al discutir el tema de cuánto tiempo puede un hombre dejar sola a su esposa para irse a estudiar, (7) la halajá (decisión rabínica) analiza el episodio y rechaza esa prolongada separación en que vivieron Akiba y Rachel. En nuestro tiempo, también entendemos que una separación prolongada no es buena para la pareja ni para la familia.

La opinión que se convierte en Halajá, jurisprudencia aceptada, en la cuestión de ¿quién es rico?, no es ninguna de las anteriores sino la de Rabí Meir. Es suya la opinión que figura en el Pirké Avot(los dichos de los Padres): “Es rico el que se conforma con lo que tiene”.

Eso es lo que enseña la Sucá, dijeron los rabíes. Somos ricos cuando nos alegrarnos y disfrutamos de lo que tenemos.

Vale la pena aclarar que la halajá del Talmud no es como la ley moderna, donde sólo se transmite la ley y no las discusiones parlamentarias que llevaron a establecerla. En el Talmud vale la decisión, “Es rico el que se conforma con lo que tiene”, pero también siguen siendo de considerar, las opiniones que en la discusión previa, quedaron en minoría. Siguen siendo distintas acepciones de riqueza, según para quien. Sigue siendo válido considerar rico al ser humano que tiene muchos bienes, al que se da los lujos máximos, al que tiene una pareja que lo apoya y lo complementa.

Los rabinos del siglo XX vieron las “maabarot”, las tiendas temporarias que habitaron los pioneros que construyeron el Estado de Israel a principios del siglo XX, como “sucot” en las que vivieron hasta que se construyeron edificios. Son así dos recuerdos los que están presentes en la sucá  de hoy en día;  el de nuestro Pueblo en el desierto en las épocas de Moisés y el de los pioneros en la reconstrucción del Estado de Israel  en el siglo pasado.

Esther Mostovich de Cukierman

[1] Exodo. 23: 16. Levítico 23: 39- 43.

2 Talmud. Redacción escrita de la jurisprudencia hebrea, redactada en el siglo VI e.c.

3 Talmud, Tratado Sucá, folio 11ª,

4 Idish. Lengua hablada y escrita desde hace 1000 años por los judíos de Europa Oriental, alemán medieval con agregado de palabras hebreas y eslavas, escrito en letras hebreas.

5 Talmud, Tratado Shabat, folio 25b.

6 Rachel fue la segunda esposa de Rabí Akiba. Era un pastor analfabeto cuando se casó con Rachel, ya tenía en ese entonces un hijo de su primer esposa, con ese hijo fueron juntos a la escuela para comenzar a aprender hebreo. El Talmud cuenta también de la tercer esposa de Akiba, viuda del gobernador de Judea, Turnus Rufus, mujer muy rica que entregó toda su fortuna a Akiba cuando se casaron.

7 Talmud, Tratado Ketubot (contratos) folio 63ª.

 

 

Fuente: cciu.org.uy

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