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MARCOS GOJMAN

 

En el siglo XIX, a pesar de los cambios que la modernidad había traído, los judíos no habían podido integrarse completamente a las sociedades europeas y éstas a su vez habían fallado en su intento por incorporarlos. Este problema, conocido como “la cuestión judía”, fue en esa época ampliamente debatido dentro del judaísmo y en general en la sociedad europea gentil.

La integración del judío no sólo implicó conocer el idioma del país y convivir con sus vecinos, sino que también provocó la secularización de él mismo, ya que buscaba formar parte de una sociedad basada en tres principios: la igualdad de todos ante la ley, la separación de la iglesia y el estado y la lealtad al país de residencia. Ya para finales del siglo XIX, muchos veían al pueblo judío más como un grupo étnico y cultural, que religioso. Lo que buscaban los secularistas en esa época, era integrar la cultura judía a la educación humanista europea, desligándola de la religión.

De esa postura secular surgieron en el judaísmo movimientos que propusieron varias soluciones para resolver la cuestión judía. Uno de ellos fue la corriente nacionalista expresada en el Sionismo, el cual proponía la reconstrucción de la vida nacional judía en la Tierra de Israel, como solución a los problemas que la modernidad había traído al pueblo judío. La migración a una patria propia era la respuesta a los problemas de los judíos en Europa. El antisemitismo en Rusia detonó el crecimiento del movimiento sionista, pero en el fondo la causa fundamental fue el fin de la forma de vida del judío en el gueto y las pocas posibilidades de integrarse a la sociedad europea.

El judío siempre soñó que algún día el Mesías resolvería su problema. Tres veces al día se reza en la Amidah por la reconstrucción de Jerusalem, pero durante 18 siglos el pueblo judío no hizo nada práctico para volverlo una realidad, a pesar de estar constantemente sujetos a discriminación por cristianos y musulmanes, además que la modernidad no mitigó el antisemitismo en Europa.

El movimiento nacional judío tuvo sus inicios en la década de 1870, primero en Rusia y después en Polonia. Hubo grupos que promovieron la migración a la tierra de Israel, como los “Hovevey Zion”. Moisés Hess, en su libro “Roma y Jerusalem” (1862), argumentó que los judíos no eran un grupo religioso sino más bien un grupo nacional con su propia religión. Los sionistas criticaban a los reformadores de tratar de remodelar el judaísmo copiando las formas religiosas gentiles.

El movimiento sionista alcanzó fuerza política con Teodoro Herzl cuando convocó a su primer congreso en 1897. Herzl había sido testigo de cómo “la cuestión judía” había adquirido una dimensión nacional y no solo social y religiosa. Su propuesta tenía un enfoque político, aunque hubo otros planteamientos sionistas con enfoque cultural, religioso, social o de acción práctica.

La respuesta religiosa a la modernidad no había sido suficiente para resolver la “cuestión judía”. Por eso el sionismo propuso resolverlo en lo nacional. Para ellos, lo mejor era regresar a casa.

Bibliografía: The History of Zionism, por Moshe Maor y otras fuentes.

Fuente:alreguelajat.com