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GABRIEL BEN TASGAL

La presente ola de atentados terroristas palestinos se caracteriza por acciones individuales, y muchas veces impulsivas, que son prácticamente imposibles de prevenir por un servicio de inteligencia estatal. ¿Cómo se puede evitar que un palestino se nutra de un relato falso que lo lleve a asesinar otro ser humano con un destornillador? Para derrotar éste tipo de terrorismo resulta imprescindible eliminar el clima motivador de ese estado mental.

Personas poco informadas sobre la costumbre islamista-palestina de falsear la verdad para promover sus objetivos, entre estos muchos medios de comunicación occidentales, han fabricado justificaciones y alicientes que ni siquiera fueron sopesados o expresados por los líderes palestinos. Afirmaciones tales como “la frustración por el proceso de paz crea la actual ola de violencia”, “la frustración económica y social crea ese clima” o “la continuación de la construcción en las colonias provoca todo este terrorismo” se muestra como afirmaciones surrealistas cuyo único objetivo es transformar al agredido (Israel) en el provocador y culpable de su propio asesinato.

Limitémonos a deducir que los palestinos realizan los presentes atentados terroristas simplemente porque los beneficios que suponen lograrán con sus acciones son superiores a los costos que creen deberán pagar. Beneficios versus costos.

La realidad específica del actual enfrentamiento entre Israel y los palestinos, más sus aliados entre una parte de los árabes-israelíes, nos presenta un dilema especialmente duro.

Es imposible que las fuerzas de seguridad de Israel, policías o soldados, puedan estar en todos los lugares en donde se puede producir un atentado terrorista. Siendo así, no en vano varios líderes nacionales pidieron que el que posea permiso para portar armas no dude en llevarla para reducir a posibles atacantes. Paralelamente, hacen su agosto los negocios que venden todo tipo de artefactos de defensa personal. La consigna básica es que la atención y alerta de cada uno de los civiles y las acciones pro-activas de las personas capaces de detener un asesinato pueden reducir considerablemente los efectos del terrorismo palestino.

El gobierno no lo expresa ni ha habido ninguna declaración administrativa al respecto, pero la sensación imperante en estos momentos es que si un terrorista ataca es “mejor que no salga con vida”. Los portavoces palestinos afirman que todos los agresores entre sus filas han sido linchados por los israelíes injustificadamente. A ellos poco les importa que haya cientos de filmaciones que demuestran que sus declaraciones son actos reflejos de su arraigada mitomanía. Sin embargo, algunas imágenes de los últimos sucesos elevan preguntas sobre la necesidad de ejecutar a un atacante cuando aparentemente, ha soltado su cuchillo o si se justifica la reacción de civiles que se lanzan para golpear a un terrorista cuando sus capacidades agresivas han sido neutralizadas.

En otras olas de atentados, neutralizar y detener al terrorista para sacarle información era un activo no despreciable. Ahora, cuando las acciones terroristas son individuales y son realizadas por radicalizados no institucionalizados en organizaciones terroristas, el valor de la detención se reduce.

Una aclaración importante: Un civil palestino que porta un cuchillo y ataca… una civil palestina que intenta atropellar para asesinar judíos… deja inmediatamente de regir sobre él/ella el status de “civil”. Se trata de una acción militar y la respuesta militar acorde es neutralizar la amenaza del agresor. No estoy entre los que creen que los palestinos tienen derecho a disparar cohetes contra Israel “porque están en guerra” mientras que los israelíes deben actuar de acuerdo a las “leyes de la paz”, suponiendo de forma maniquea que Israel no debería atacar a su atacante sino que debería detener al terrorista y someterlo a juicio (incluso si este terrorista se encuentra en el corazón de Gaza). Hay que decirlo claramente, o las reglas de la paz rigen sobre palestinos e israelíes o lo mismo ocurre con las leyes de la guerra.

Aquel civil israelí que mata a un terrorista puede argumentar que el agresor puede portar otras armas tras haber soltado el cuchillo o que un segundo disparo era obligatorio para impedir que el terrorista huya. La frontera entre valoraciones militares y legales y la sensación que “debemos imponer la ley del talión” no siempre se presenta impoluta.

Por contrapartida… veamos qué sucede si el terrorista sale vivo y es detenido por las fuerzas de seguridad de Israel. Lo que sucederá con él o ella es que será sometido a un juicio y luego será enviado a prisión por una decena de años. Desde ese momento, la Autoridad Palestina comenzará a pagarle a la familia del terrorista entre 2000 a 4500 u$ (de acuerdo a la cantidad de personas que asesinó), que es mucho dinero en la calle palestina, el terrorista además elevará su status social convirtiéndose en un mártir de la causa, calle y plazoletas podrían llevar su nombre y su familia será honrada y bendecida por todos. Si el terrorista es fiel a Allah, atacará convencido que tras morir recibirá 72 vírgenes y se sentará en la mesa junto a Mahoma y los sabios del Islam. Ese mismo terrorista puede suponer, desgraciadamente, que puede recuperar su libertad en alguno de los intercambios que se producirán en un futuro “Caso Guilad Shalit”.

Si el terrorista supone que puede llegar a salir con vida de su atentado entonces el beneficio podría superar ampliamente los costos de su accionar. Si por el contrario considera que morir asesinado es el mejor camino, la racionalidad explicada en las últimas estrofas pierde todo sentido.

En un mundo ideal, deberíamos aspirar a desbaratar una amenaza terrorista utilizando una fuerza mínima. En la realidad del conflicto palestino-israelí, los dilemas son únicos, complejos… y hasta estratégicos.

Fuente:cciu.org.uy