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KHALED BAHAH

Con Al Qaeda y el ISIS explotando también el vacío de poder en algunas áreas, está en juego mucho más que el futuro de mi país.

En una región atormentada por la lucha, Yemen sobresale. Es el país más pobre en el Medio Oriente y desde marzo el sufrimiento de mi pueblo ha empeorado por una guerra inhumana.

El pueblo de Yemen eligió al Presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi en febrero del 2012 para preservar la unión, independencia e integridad territorial del país, mientras llevaba a todos los yemenitas hacia un futuro más brillante. Pero ese futuro ha sido robado por la milicia huzí respaldada por Irán, que sacó del cargo a nuestro gobierno legítimo y ha cometido incontables abusos de derechos humanos, documentados por la ONU. En respuesta, una coalición internacional amplia liderada por Arabia Saudita, y con el ejército nacional de Yemen, está trabajando para liberar a nuestro país del control ilegal patrocinado por extranjeros.

Aunque la batalla por el futuro de Yemen ha sido intensa, hemos hecho últimamente importantes progresos. En julio la ciudad portuaria de Aden fue arrebatada del control huzí y ahora es la base temporal del gobierno legítimo.

Con Aden ahora asegurada, hemos acelerado la entrega y distribución de bienes esenciales y ayuda humanitaria a los yemenitas, quienes han estado al borde de la hambruna antes del conflicto actual. Gracias en gran parte a la generosidad excepcional de nuestros hermanos del Golfo, las escuelas de Aden, que fueron cerradas durante la ocupación huzí, están abiertas. Ha sido restablecida la electricidad y los hospitales están comenzando a funcionar nuevamente.  Queda mucho por hacerse, el arduo camino a la recuperación comienza con la restauración del control territorial.

El ejército nacional de Yemen y las fuerzas de la coalición han avanzado hacia la provincia norteña de Marib en el umbral de la capital, Sana’a. Recuperaremos nuestra capital y restableceremos la legitimidad para nuestro país y esperanza para todos los yemenitas. Los huzíes pueden evitar más derramamiento de sangre si cumplen con la resolución del Consejo de Seguridad de ONU adoptada el 14 de abril y reconocen al gobierno legítimo y electo libremente y devuelven todos los territorios que han capturado en forma ilegal.

El mundo está preocupado, con razón, por la cantidad de víctimas, especialmente civiles, de esta guerra. Cualquier muerte de civiles es una tragedia por la cual sangra mi corazón, y las fuerzas aliadas con nosotros están tomando cuidados extraordinarios para evitar las bajas civiles y atacar sólo objetivos militares. Pero hemos visto pruebas terribles, documentadas por ONGs respetadas internacionalmente, de huzíes localizando sus escondites y depósitos de armas en áreas civiles y haciendo escudos humanos de los detenidos políticos.

En sus prácticas, el grupo huzí goza del apoyo de una potencia regional. Mi país es aficionado a tener buenas relaciones con todos los países, incluyendo la República Islámica de Irán, siempre que sean observados y respetados los principios consagrados en el estatuto de la ONU -especialmente la no interferencia en los asuntos internos. Pero Teherán debe elegir: O continúa sembrando discordia y manteniendo relaciones con un movimiento sedicioso, los huzíes, o trata con la autoridad legítima de Yemen.
El fin de este conflicto no puede llegar lo suficientemente pronto.

En su cruel atropello al imperio de la ley, los huzíes han abierto un peligroso vacío de poder en partes del país, que están explotando al Qaeda y el ISIS -los enemigos conjurados de la humanidad. Como resultado, está en juego mucho más que el futuro de mi país.

El fracaso en Yemen retumbará regionalmente y globalmente, envalentonando y dando poder a los extremistas. La victoria enviará un mensaje poderoso, más allá de nuestras costas, de que los yemenitas están comprometidos a defender su derecho inalienable a la auto-determinación, a prosperar en paz y a proyectar esos valores a lo largo del Medio Oriente.

*El Sr. Bahah es el primer ministro y vicepresidente de la República de Yemen.

 

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México