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Con esta frase se inició el festejo de Janucá del Colegio Israelita de Monterrey.

THELMA KIRSCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Fue una noche que recordaremos todos con alegría. Los niños se expresaron en inglés y en un hebreo excelente durante toda la función.

La puesta en escena se iniciaba como si fuese un programa de televisión en vivo, en la cual deseaban transmitir un mensaje lleno de contenido y heroísmo para el mundo entero.

La historia elegida por el público fue: Janucá.

Con música muy novedosa, cantos y disfraces hechos por los mismos niños, además de pantallas que cambiaban de “ciudades, lugares y épocas” dependiendo del lugar en el cual se encontrasen los “corresponsales del programa noticioso” el tiempo voló para el público.

Como público, vivimos la destrucción del templo por los griegos y la profanación del mismo y cómo instalaron en él un “Pesel o estatua” al que deberían dejar tributo todos los pueblos que se encontraban bajo el dominio de esa potencia (en esa época).

Más tarde conocimos a Matitiau, a sus hijos,  y vimos cómo apenas un puñado de yehudim, teniendo a la cabeza al gran guerrero, Yehuda Hamakabi, lograron derrotar al ejército invasor y reinauguraron el Templo, encendiendo  la Menorah con el aceite encontrado en una pequeña jarrita, y por supuesto, vivimos “El Milagro que sucedió Allá”. “Nes Gadol Haya Sham”

Los viajes por el tiempo, a través de las canciones, fueron un acierto. Íbamos por diferentes ciudades y aprendimos que las Janukiot encendidas en Nueva York, Jerusalem y otros sitios del mundo, nos demuestran que la humanidad unida puede encontrar la Paz, aún contra todas las amenazas y las tragedias que a veces parecen inevitables.

Llegamos al día de hoy. Se presentó “una gran chef” que tiene varios libros de cocina publicados y organizó un equipo de cocineras dándoles su mejor receta para preparar levivot y las delicias de la fiesta. Todo esto, obviamente en un ambiente cómico y alegre, donde las “aprendices” lograron un batido que súbitamente se convirtió en doradas y crujientes tortitas de papa. (Personalmente, creo que éste fue otro milagro para tener en cuenta…)

Nuestro salón de eventos se encontraba lleno. Todos aplaudían las ocurrencias de los niños durante la celebración. Sinceramente, nos divertimos y nos reímos con ellos.

Para dar fin al programa, el  Rabino Liberson pasó a encender las velitas correspondientes a los días transcurridos de Janucá y juntos cantamos Ma- o’tzur y Ha Neirot Halalu.

En ese momento cada uno de nosotros recibió una velita montada en un cono de papel, que al ser encendidas y teniendo el salón a media luz, vimos cómo todo se iluminaba con esta antorcha que juntos formábamos y que nos hizo recordar la frase con la que se inició el festejo y sentirnos orgullosos de los niños que lograron una excelente función.

Los espectadores nos convocamos alrededor de los maestros que lograron que este festejo fuera tan especial, diferente y bien preparado.

A nuestra directora de hebreo, Mónica Kligman, nuestros más sinceros respetos: ¡Kol Ha Kavod! por los logros obtenidos y todas las ideas que nos unen como comunidad. A los shlijim: Annat y Uri Nir, gracias por  el entusiasmo mostrado en estos meses para ayudarnos a llegar a este punto de alegría y a nuestra shlijá y morá, Ronny Zoldán,  su entrega a los niños para que todo fuese perfecto.

Una felicitación y un agradecimiento único a quien da tanto por la escuela y nuestro club, la Sra. Ivonne Sandler, que de alguna forma logra que todo combine y al final tengamos siempre momentos muy especiales.

No puedo dejar de darle las gracias al maestro de música que año tras año nos acompaña y es responsable de las canciones. Gracias, maestro Javier Peña.

Al final de esta “Puesta Teatral”, el comité de madres preparó un festín de latkes y sufganiot dulces y doraditas  que estaban recién preparadas. Pero a pesar de la gran cantidad de platones que salían de la cocina apenas fueron suficientes para la demanda de los asistentes.

Desde Monterrey, ciudad de las montañas, el recuerdo de una noche inolvidable.