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AMIR TAHERI

 

La charada siempre ha sido parte de la diplomacia, pero es sólo ahora que, gracias al Presidente Obama, se ha vuelto su sustancia misma, al menos en lo que concierne al “acuerdo nuclear” virtual con Irán.

La versión iraní de charada es conocida como “khalibandi”, que significa hacer gestos indicando que estás haciendo una cosa mientras estás haciendo algo muy diferente. Por lo tanto, el observador no sólo debe adivinar lo que estás fingiendo hacer sino, lo más importante, descubrir lo que realmente haces.

Visto desde el punto de ventaja de Obama, todo está saliendo bien con su “oportunidad de un acuerdo de por vida.”

El mes pasado el presidente envió a su Secretario de Energía, Ernest Moniz, a Viena para torcer el brazo del jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano, para que publique un informe favorable sobre el estado del programa nuclear iraní.

La pregunta por sí o por no que enfrentaba Amano era simple: ¿Irán ha cerrado el aspecto militar de su programa nuclear?
Siendo un hombre honorable, Amano no pudo proporcionar el “sí” directo por el que estaba pidiendo Muniz. “Ha sido mucho progreso, pero queda mucho por ser hecho,” dijo. “Es necesario la creación de más confianza, y la verificación de lo que Irán está haciendo puede necesitar muchas más semanas.”
Amano también cubrió en su informe formal a la Junta Directiva de la AIEA. En el párrafo 79 del informe, declara que la AIEA no está en posición de informar categóricamente de que todo el programa nuclear de Irán es enteramente pacífico. Eso es debido a que la AIEA no tiene acceso a todos los sitios nucleares en la República Islámica. Entonces inyecta una dosis de esperanza informando que Irán ha “tomado medidas preliminares” para cumplir con sus obligaciones del tratado.

Tal coctel de optimismo y pesimismo puede ser pasable si uno trata con reparar la plomería de uno. Pero estamos lidiando con un arsenal nuclear en el corazón de la región más inestable del mundo.

Mientras tanto, Irán se burla del acuerdo — y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU — probando una nueva generación de misiles balísticos de mediano alcance conocida como “Al-Qadr 110.”

Estas pruebas tienen sentido sólo si Teherán continúa contemplando una dimensión nuclear militar para su programa. Los dos nuevos misiles están diseñados para llevar ojivas de entre 75 a 100 kilos. No tiene sentido desplegar un misil balístico sobre una distancia de 1800 a 2000 kilómetros — es decir, capaz de alcanzar todas las capitales en el Medio Oriente y partes de Europa — simplemente para llevar una carga de TNT.

Es bastante bochornoso que Obama empujara la implementación del acuerdo nuclear desde la semana pasada hasta el fin de enero. Pero aquí está el secretito sucio: No importa. Desde el punto de vista de Irán, está obteniendo todo lo que quiere, con o sin acuerdo.

La UE ya se ha librado de la mayoría de las sanciones contra la nación, y Obama ha suspendido nuestras sanciones por 90 días. Los activos han sido descongelados, bombeando un estimado de u$s8 mil millones dentro de Teherán. Irán está a punto de recuperar unos u$s120 mil millones. Todo por un acuerdo nuclear que Irán no ha firmado y aparentemente no tiene ninguna intención de seguir.

Behruz Kamalvand, portavoz de la comisión de Energía Atómica de Irán, dijo que el acuerdo de Obama “no cambia nuestro programa nuclear ni un ápice.”
“Seguimos haciendo exactamente lo que estábamos haciendo antes”, dice él.
Después de dos años de negociaciones secretas, Obama, lejos de resolver la cuestión nuclear iraní, la ha hecho aún más complicada.

En el proceso, prácticamente ha matado el Tratado de No Proliferación Nuclear, desacreditó a la AIEA, hizo una burla del Consejo de Seguridad de la ONU y ha envalentonado a la facción más radical dentro del régimen khomeinista.

La verdad es que no hay ningún acuerdo. No fueron los mulas quienes llevaron de paseo a Obama. Fue Obama quien dio un paseo con ellos.

Fuente: New York Post

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México