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YOSSI KUPERWASSER

 

El informe publicado por el presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) afirma que Irán mintió cuando afirmó que nunca había tratado de desarrollar armas nucleares.

Según el informe, a pesar de la información limitada que proporcionó, es seguro que Irán condujo un programa nuclear militar pleno y organizado hasta el año 2003 y continuó siguiendo aspectos de él en una forma menos organizada al menos hasta el año 2009. En vista del esfuerzo actual de Irán por ocultar información vital, el informe de la AIEA no puede determinar cuán lejos progresó el programa. La información que posee la agencia indica que el progreso fue limitado.

El informe de la AIEA demuestra que la cooperación de Irán en aclarar el estado de las dimensiones militares de su programa nuclear ha sido meramente técnica. Mientras tanto, a pesar de sus admisiones, los iraníes siguen encubriendo información y obstaculizando el trabajo de la agencia. No obstante, Estados Unidos fue un socio de la resolución que solicitó a la agencia cerrar el expediente iraní. Al mismo tiempo, Estados Unidos está ignorando violaciones iraníes en curso de resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y del acuerdo nuclear, tales como adquirir el sistema avanzado de defensa aérea S-300 de Rusia y llevar a cabo pruebas de misiles de mediano alcance con una capacidad nuclear.

Nadie está sorprendido por el comportamiento estadounidense; estuvo claro desde el principio que tuvo la intención de ser flexible. Tan pronto como la administración puso todas sus esperanzas en el acuerdo que allana el camino de Irán a un arsenal de bombas atómicas y convirtió al acuerdo en su logro cardinal, Irán pudo hacer cualquier cosa que quisiera sin temor de ser llamado al orden. El régimen en Teherán, dándose cuenta de inmediato de la extensión en la que había cambiado su estatus, se apresuró a coordinar con Rusia el envío de fuerzas a Siria. Hay más por venir.

El gobierno estadounidense tiene una racionalización fascinante para su política: dice que todas sus medidas están dirigidas a ayudar al moderado Rouhani a combatir a los extremistas en Irán. Así, todas las capacidades de EE.UU son movilizadas ahora para fortalecer a Rouhani. Al presentar las cosas bajo esta luz, los portavoces de la administración distorsionan la historia en forma destacable. Ellos olvidan que durante el mandato de Ahmadinejad la administración se opuso a las sanciones, y que comenzó las negociaciones nucleares directas mucho tiempo antes del nombramiento/elección de Rouhani como presidente.

Rouhani, el fiel servidor del líder supremo

Esta racionalización tardía es defectuosa también debido a que Rouhani es parte del liderazgo de la República Islámica de Irán, y ante los ojos del Líder Supremo, Khamenei, la misión entera de Rouhani es engañar a los estadounidenses y lograr que sean levantadas las sanciones. En ese punto, el régimen islámico ganará fuerza internamente y expandirá su influencia en la región con apoyo de EE.UU, alcanzando calladamente el estatus de estado en el umbral nuclear sin ningún peligro de un ataque militar y ninguna necesidad de cesar su subversión, respaldo al terror, o su manejo para borrar a Israel de la región.

Cuando se aproximan las elecciones parlamentarias de Irán, el Líder Supremo está permitiendo que los “ultra-extremistas” intensifiquen la presión sobre los “extremistas realistas” entre los partidarios de Rouhani tanto como la represión de la población en general, subrayando el hecho que él es la persona a cargo. Khamenei no permitirá que el acuerdo sea usado para canalizar las influencias culturales occidentales – el enemigo real del Islam radical – dentro de Irán. Al final, ayudar a  Rouhani significa ayudar a Khamenei.

El acuerdo con Irán, el reconocimiento como un actor crucial en la región, especialmente en Siria, y el levantamiento de la presión sobre el lacayo de Irán, Assad, han sembrado desesperación y ansiedad entre los pragmáticos suníes. Una gran parte de ellos concluyó que bajo estas condiciones no tenían futuro, y el resultado fue la enorme ola de migrantes que inunda ahora Europa. Otro segmento, particularmente el liderazgo, desahogó su frustración por la política de EE.UU recurriendo a Rusia. Y otro sector optó por la radicalización, llevándolo a respaldar la ideología ultra radical suní del ISIS y Al-Qaeda.

Este sector, que también ve la cultura occidental como el enemigo existencial del Islam, es el caldo de cultivo para los atacantes en San Bernardino, París, y Londres.

El Occidente está cosechando ahora los frutos de su debilidad, mientras acude al bando “extremista-realista” en la región para contrarrestar – incluso militarmente – a los”ultra-extremistas.” Otras características débiles son su falta de comprensión de los factores profundos que están dando forma ahora al sistema meso-oriental; y de la opinión mundial ingenua que ha adoptado, la cual le impide llamar por su nombre al enemigo – Islam radical en todos sus componentes; y del callejón sin salida en que ha entrado Obama, queriendo evitar a toda costa terminar su mandato con soldados estadounidenses desplegados en Irak y Siria.

La estrategia remediadora hacia el Islam radical debe comenzar con el reconocimiento de la amenaza y con preparación para tomar medidas realistas para contrarrestarlo. Antes que nada debe haber una revolución en el ámbito de la inteligencia. No puede ser que los radicales musulmanes sean capaces de acumular grandes cantidades de armas bajo el radar. Segundo, el Occidente debe dejar de tratar como sus aliados a los representantes de los extremistas realistas, organizaciones de la Hermandad Musulmana, y partidarios occidentales y regionales del régimen iraní. Esta política debilita a los pragmáticos y alienta la radicalización.

Por último, el Occidente debe dejar en claro que está comprometido con sus propios valores y preparado para defenderlos, mientras apoya en forma asertiva y concreta a los elementos que están librando una guerra existencial contra los distintos radicales. Conformarse con ataques aéreos mientras se utiliza la excusa ridícula que la actividad terrestre es lo que quiere el ISIS – ya que éste anhela una batalla mítica y decisiva en el poblado sirio de Dabiq – exhibe debilidad y confusión y juega en las manos de los radicales. El admirado rey y comandante polaco, Juan III Sobieski, fue valientemente a la batalla decisiva en las puertas de Viena en 1683, y su victoria salvó a Europa y permitió el florecimiento de la cultura occidental. ¿Puede el Occidente recuperar su resolución también esta vez?

 *El General de Brigada (res.) Yossi Kuperwasser es Director del Proyecto sobre las Consecuencias Regionales de la Guerra Civil Siria en el Jerusalem Center. Fue anteriormente Director General del Ministerio de Asuntos Estratégicos de Israel y jefe de la División de Investigación y Análisis y Producción de la Inteligencia Militar de las FDI.

Fuente: The Jerusalem Center for Public Affairs

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México