PARTE 2 de “EL TALÓN DE AQUILES: El muftí, los nazis, y la ‘Autoridad Palestina

Hajj Amín al Husseini, muftí de Jerusalén, fue exterminador nazi de judíos, y también padre fundador del movimiento árabe palestino. En tal que máximo líder palestino apadrinó a Yasser Arafat y a Mahmud Abbas, creadores de OLP/Fatah (hoy la ‘Autoridad Palestina’). O por lo menos eso digo yo. José Hamra Sasson disputa mi interpretación de la documentación histórica. Pero en vez de intentar refutarme prefirió buscar la censura de mis actos de divulgación. Publiqué un reporte de eso en Enlace Judío, a lo cual Hamra ha contestado. Le doy la bienvenida al debate, y le contesto.

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Francisco Gil-White-38Mi artículo anterior, “El Talón de Aquiles: el muftí, los nazis, y la ‘Autoridad Palestina,’ ” recibe una réplica de José Hamra Sasson titulada “De Talones y Teorías de la Conspiración.[1] En este artículo, y el siguiente, le doy mi respuesta.

Hamra aborda dos asuntos. Uno traba conmigo el debate sobre cómo sería justo representar, a la luz de la mejor evidencia, las relaciones históricas entre nazis alemanes y líderes palestinos—y, en derivación, la ideología de OLP/Fatah (hoy, la ‘Autoridad Palestina’)—.

El otro asunto disputa mi versión del 8 de noviembre, cuando, en Día Limud, evento de la comunidad judía, di una conferencia sobre las raíces de la ‘Autoridad Palestina’ en la Solución Final nazi. Hamra, ahí presente, provocó—según mi versión—un disturbio; en su versión, el agraviado es él.

Parece incómodo: ¿no se mezcla un tema trivial—un chisme—con una pregunta histórica? En absoluto. Como ahora explico, ambos temas, por la estructura política que los entrama, son de peso. Nada aquí es trivial. Pero hay demasiado qué litigar en el confeti de representaciones que hace Hamra de lo sucedido en Día Limud; me enfocaré aquí, entonces, en lo más trascendente: la importancia del debate público.

Comenzaré por conceder un punto: Hamra dice verdad cuando afirma que omití algunos detalles en mi reseña del 8 de noviembre. Esas omisiones son ahora pertinentes para evaluar su representación, según cual no hizo otra cosa que pedir una cita bibliográfica para verse después agredido sin causa.

Omití mencionar que, en los días anteriores a mi conferencia, Hamra telefoneó a los organizadores y donadores de Día Limud, denunció el escándalo de que yo hubiese sido (por segunda vez…) invitado a presentar, y recomendó mi cancelación. Cuando eso no funcionó, Hamra decidió asistir a la conferencia sobre las relaciones entre los movimientos nazi alemán y árabe palestino que no había podido vedar a otros.

Por coincidencia, Hamra se sentó junto a un generoso donador de Limud que es también alumno, patrono, y mecenas de mis clases sobre historia del pueblo judío, un hombre de trato impecable, amable, y cortés. Jamás vi a mi amigo tan ofendido y agitado como al verse forzado—contra toda su naturaleza—de callar a Hamra para que yo pudiera continuar. En mi versión, el público entero (también el conferencista) reaccionó así; en la de Hamra, no fueron tantos. Pero esta controversia concede mi punto: sin la intervención de estos otros, fueran muchos o fueran pocos, yo no hubiera podido seguir.

Ahora bien, ¿por qué el esfuerzo de censura? Se admite una interpretación generosa: Hamra actúa así porque percibe en mí un peligro, pues me compara (nuevamente) con Hitler, y mis actos de divulgación con la diseminación de Los Protocolos de los Sabios de Sion.

La segunda comparación es más interesante.

Los Protocolos—un fraude del Imperio Zarista urdido en albores del siglo 20—cambió al mundo. Acusa a ‘los judíos’ de ser, en secreto, una gran conspiración que lo rige todo: finanzas, medios, movimientos sindicales, industrias, y gobiernos de Occidente. Los judíos, dice, usarán este gran poder clandestino para destruir la ‘civilización cristiana.’ Convertido en columna vertebral de la propaganda antisemita mundial, y en especial de los nazis, Los Protocolos causó tal histeria antijudía que volvió posible el Tercer Reich, la Segunda Guerra Mundial, y el Holocausto.[2]

Las grandes matanzas del Holocausto fueron relativamente fáciles, pues (aproximando) ningún gobierno supuestamente señoreado por ‘los judíos’ quiso recibirlos en calidad de refugiados, y luego (aproximando) ninguna institución supuestamente controlada por ‘los judíos’ tuvo a bien defenderlos de sus exterminadores. De ahí la gran ironía: fue el éxito mismo de Los Protocolos en empinar a Europa—tambaleándose, pesada, de odio antijudío—hacia el Holocausto lo que demostró la falsedad de sus acusaciones.

Pero esa demostración—si bien dramática—no sirvió de nada, pues Los Protocolos se había convertido ya en nuestra cosmovisión y cultura. Por eso hoy mucha gente, aunque no reconozca el título del texto, tiene sus argumentos en la cabeza: que los judíos controlan los bancos, los medios, etc.—y, a través del ‘Jewish Lobby,’ la política exterior de EEUU y aliados—. Es un carbón caliente que los antisemitas custodian, abanican, y reviven—y que amenaza convertirse, en cualquier momento, en un nuevo gran incendio—.

Mi trabajo, precisamente, ha denunciado a quienes en las últimas décadas han reanimado a Los Protocolos (véase aquí, y aquí); sorprende un poco, por ende, que Hamra me compare con ellos. Además, lo que vino Hamra a censurar es mi divulgación del vínculo entre los nazis y la ‘Autoridad Palestina.’ Cabe preguntar, ¿qué similitud ve Hamra entre esto último y promover Los Protocolos?

Según él, vincular a nazis y líderes palestinos es proponer ‘teorías de conspiración,’ y, dice Hamra:

“las teorías de la conspiración construyen enemigos. Efectivamente, a través de la teoría de la conspiración de los ‘Protocolos de los Sabios de Sión,’ Hitler construyó en los judíos un enemigo que tenía que ser erradicado. De ahí el peligro de este tipo de teorías en el contexto actual en la relación Israel/Palestina.”

El silogismo implícito de Hamra es el siguiente:

Premisa 1: Los Protocolos fue causa importante del Holocausto (por construir a ‘los judíos’ como enemigo).

Premisa 2: Los Protocolos propone una ‘teoría de conspiración.’

Conclusión: Todas las ‘teorías de conspiración’ son peligrosas (porque construyen enemigos).

Corolario político: ¡A censurar todas las ‘teorías de conspiración’!

Entonces, bajo esta interpretación generosa, cuando Hamra intenta callarme, él se percibe como quien contribuye un servicio paternalista al público.

Los hombres no son niños, y no precisan de un protector que les tape los oídos (¡no sea que escuchen alguna idea!). Pero aunque otorgáramos aquella vieja apología paternalista, común a todos los totalitarismos, aquí hay un problema adicional: el silogismo contiene un error lógico, muy básico: concluye de manera general—a saber, que todas las ‘teorías de conspiración’ son peligrosas—pero lo ‘deriva’ de un solo caso.

Esto no demuestra todavía—ojo—que la conclusión de Hamra sea falsa; en principio, pudiera existir otro silogismo que la derivara correctamente. Por ende, refutar su conclusión requiere una demostración sui generis. La más útil partirá del mismo caso: Los Protocolos de los Sabios de Sion. Veamos.

Al abrir el siglo 20, en aquella Rusia imperial bien sacudida ya por estragos sociales, se expresó así Von Pleve, alto policía del zar:  “ ‘Debemos ahogar la revolución en sangre judía.’ ”[3] Se quería desviar la ira de los oprimidos campesinos rusos hacia un falso ‘enemigo’: los judíos. La Ojrana—la policía secreta del zar—urdió para ello el gran fraude, Los Protocolos, diseminado en el imperio y en todo Occidente.

La evidencia ha convencido a los historiadores de que había una conspiración: la de los espías del zar. Ésta se convirtió después en la conspiración a favor de fascismo y antisemitismo de un grupo de poderosos eugenistas en la cima industrial y gobernante de Occidente. Ellos diseminaron Los Protocolos en todo el mundo.

Hubo delatores, en su momento. Por ejemplo, Phillip Graves del Times (Londres) demostró en 1921 que Los Protocolos—que pretendía ser la minuta de una junta de nefarios ‘súper judíos’ que en secreto lo controlaban todo—en realidad era un plagio ligeramente adaptado de un olvidado libro de ficción del politólogo francés Maurice Joly (que acusaba a Napoleón III y no a ‘los judíos’).[4]

Hoy, esta conspiración ha caído en el olvido. La mayoría recuerda solo a los nazis—y a Henry Ford, quien famosamente gastara una fortuna propia difundiendo Los Protocolos—. Pero había otros. Como documenta el historiador Edwin Black, existía una camarilla eugenista occidental—liderada por las redes industriales de Rockefeller, Carnegie, y otros monopolistas—que apuntaló al movimiento nazi alemán con financiamiento, amparo diplomático, y apoyo político. El eugenismo estadounidense, documenta Black, parió y puso de pie al nazismo alemán.[5]

Aquí el meollo: el peligroso texto de Los Protocolos, sin duda, propone una ‘teoría de conspiración’; pero Graves, Black, y otros delatores de ese fraude zarista y del eugenismo pro nazi han propuesto (y documentado) otra. Luego entonces, si todas las ‘teorías de conspiración’ son reprobables, Hamra habrá de condenar y censurar también a Graves y a Black. Hamra será entonces, simultáneamente, adversario y protector de Los Protocolos, enemigo y aliado de los nazis. Este absurdo demuestra que su conclusión es falsa y también su corolario político. QED.

Los Protocolos no fue peligroso por ser ‘teoría de conspiración’ sino por ser calumnia antisemita.

¿Son siempre peligrosos los antisemitas? Yo digo que sí—para los judíos y también para otros—. Concluyo esto no a partir del caso único, no obstante dramático, de la Segunda Guerra Mundial (donde los antisemitas causaron—directa, o indirectamente—la muerte de más de 54 millones de no judíos), sino luego de repasar—como hago en mi libro y en mi curso—2500 años de esta ideología. ¿Mi corolario? Cuando los antisemitas se disfrazan de otra cosa, conviene exhibir para el público, a manera de autodefensa básica, la mejor documentación histórica.

Eso intenté hacer.

La ‘Autoridad Palestina’ ha sido representada como el necesario ‘socio de paz’ para los judíos israelíes. Entonces, aprovechando que el mandatario israelí (algo tarde) mencionó la relación entre la Solución Final nazi y la ‘Autoridad Palestina, yo republiqué la documentación sobre la responsabilidad de Hajj Amin al Husseini—fundador del movimiento árabe palestino—en los exterminios nazis de judíos. Expliqué también que Husseini fue mentor de Yasser Arafat y Mahmud Abás, los más importantes líderes de la ‘Autoridad Palestina.[6]

El público puede libremente concluir si considera que estoy ‘construyendo enemigos’ o identificando enemigos que ya existen (y de los cuales conviene defenderse). Para gozar de esa libertad, empero, el público precisa de la evidencia.

Por mis esfuerzos de comunicarla, Hamra tiene a bien compararme… con Hitler. Los filósofos llaman esto argumento ad hominem: el empleo de un insulto cuando falla el razonamiento. No es preciso refutar un insulto, pero es justo recordarle a Hamra que Hitler no promovía libre expresión sobre temas históricos (o sobre otros temas); él quemaba libros, prohibía ideas, y cancelaba conferencias.

No importa. Yo elijo ver en José Hamra Sasson, aunque sea irónico, a mi cómplice. Porque aquí estamos, aunque él no lo haya querido, debatiendo en público el doble papel de Hajj Amin al Husseini, codirector del Holocausto y creador de la ‘Autoridad Palestina.’ Mejor tarde que nunca. O más bien: mejor tarde que después del siguiente Holocausto. Y ésta es mi cancha: la conversación y no la censura.

Pasemos, entonces, a la presentación de evidencias.

Examinaré, en mi siguiente artículo, los argumentos y fuentes que Hamra recluta para controvertir la liga que se estira desde el exterminador nazi Hajj Amin al Husseini hasta la actual ‘Autoridad Palestina.’ Si bien Hamra afirma haber terminado ya con esta cuestión, yo espero, por el bien del público, que participe de lleno y conteste. Pues esta libre expresión es el corazón mismo del periodismo y de la ciencia.

Francisco Gil-White, antropólogo e historiador, es catedrático del ITAM y autor de ‘Hajj Amin al Husseini,’ Tomo 1 de El Colapso de Occidente: El Siguiente Holocausto y sus Consecuencias (de venta en Amazon).

 


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NOTAS AL PIE

[1] “El Talón de Aquiles: El muftí, los nazis, y la ‘Autoridad Palestina’”; Enlace Judío; 16 Noviembre 2015; por Francisco Gil-White
https://www.enlacejudio.com/2015/11/16/el-talon-de-aquiles-el-mufti-los-nazis-y-la-autoridad-palestina/

“De talones y teorías de la conspiración: a los lectores de Enlace Judío”; Enlace Judío; 24 de Noviembre 2015; por José Hamra Sasson
https://www.enlacejudio.com/2015/11/24/de-talones-y-teorias-de-la-conspiracion-a-los-lectores-de-enlace-judio/

[2] “1. Introduction: The ‘Protocols of Zion’ in the broadest historical perspective”; from: THE MODERN PROTOCOLS OF ZION; Historical and Investigative Research; 25 August 2005; by Francisco Gil-White
https://www.hirhome.com/israel/mprot1.htm

[3] Ben-Itto, H. (2005). The Lie that Wouldn’t Die: The Protocols of the Elders of Zion. London: Vallentine Mitchell. (pp. 23-25, 29)

[4] “The Protocols of Zion – An Exposure”; The Times (London); August 16 through 18, 1921; bv Phillip Graves
https://www.hirhome.com/israel/GRAVES-PROTOCOLS-OF-ZION-EXPOSURE.pdf

[5 ]Black, E. (2003). War against the weak: Eugenics and America’s campaign to create a master race. New York: Four Walls Eight Windows.
https://www.waragainsttheweak.com/index.php?page=50127

[6] “THE NETANYAHU BOMBSHELL: Founder of Palestinian movement instigated the Holocaust – Part 1: Is this true?”; Historical and Investigative Research; 23 October 2015; by Francisco Gil-White
https://www.hirhome.com/israel/nazis_palestinians_2.htm

[7] https://limudmexico.org/dia-limud-2015/

[8] Howard Sachar escribe:

“…en febrero de 1967 el líder [Ahmed Shukeiri] de la OLP [Organización para la Liberación de Palestina] fue herido en un atentado. Por el momento, entonces, la organización estuvo parcialmente inmovilizada por intrigas de facción.

No fue así con un grupo palestino rival, y todavía más radical basado en Siria: Fatah (el Movimiento de Liberación Árabe), organizado varios años atrás por veteranos del anterior Alto Comité Árabe del muftí [Hajj Amín al Husseini].

Desde el principio, la reputación de Fatah dependía del éxito de su enfoque tradicionalista musulmán de yihad contra Israel, y de los métodos convencionales de infiltración.”

FUENTE: Sachar, H. 1982 [1976]. A history of Israel: From the rise of Zionism to our time. New York: Knopf. (pp.619, 698)

Poco después, Al Fatah se comió a la OLP:

“Para [1970]… la fragmentación de la filas de las guerrillas determinaba la naturaleza alterada de su ofensiva contra Israel. Nominalmente, la mayoría pertenecía a una federación coordinadora paraguas, la Organización para la Liberación de Palestina. Sin embargo, esta organización de preguerra dominada por Egipto había sido seriamente lisiada en la debacle de junio y su líder, Ahmed Shukeiri, había tenido que retirarse. Desde entonces, la OLP no había revivido tanto como visto una reencarnación total de membrecía y misión bajo el liderazgo de Yasser Arafat. Consistiendo, ostensiblemente, de representantes de todas las organizaciones guerrilleras, la OLP en su forma resurrecta estaba casi completamente dominada por Fatah, y Arafat mismo era el presidente de su ejecutivo. En este rol fue invitado a participar en las reuniones de la Liga Árabe y ganó subsidios enormes de los ricos países petroleros como Arabia Saudita, Kuwait, y los emiratos del Golfo Pérsico.”

FUENTE: Sachar, H. 1982 [1976]. A history of Israel: From the rise of Zionism to our time. New York: Knopf. (p.698)

[9] Rubin, B., & Schwanitz, W. G. (2014). Nazis, Islamists, and the Making of the Modern Middle East. New Haven & London: Yale University Press. (p.238)

NOTA: Los autores documentan la junta con reportes contemporáneos de la inteligencia libanesa.