ISRAEL – Aunque Nashat Milhem fue finalmente descubierto, su caso pone de relieve fallos de aplicación de la ley y el discurso político

Fuerzas de seguridad
Fuerzas de seguridad israelíes bloqueaban una carretera en la aldea árabe israelí de Arara, el norte de Israel el 8 de enero de 2016, cuando se localizó a Nashat Milhem. (Basel Awidat / Flash90)

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La muerte de Nashat Milhem el viernes, una semana después de matar a tiros a tres personas en Tel Aviv, no será recordada como gran éxito para la administración de seguridad.

A nivel táctico, unos cuantos problemas salieron a la luz en relación con el ataque. El primero tiene que ver con inteligencia. Si bien es ciertamente posible que el asesino actuara solo, con una metralleta que le robó a su padre, es difícil comprender por qué el padre tenía un arma en la casa, incluso después de que su hijo cumpliera una condena de cinco años por tratar de arrebatar un rifle a un soldado.

Por otra parte, a pesar de que las fuerzas de seguridad sabían que Milhem estaba en el área de su ciudad natal Arara – había indicios claros de que estaba allí horas después del tiroteo – tomó mucho tiempo llegar a él. El hecho de que estuviera escondido en un lugar más o menos obvio – una casa desocupada que pertenece a un miembro de la familia – agrava el sentimiento de fracaso.

El episodio es una reminiscencia del secuestro-asesinato de tres adolescentes israelíes en 2014. En ese caso, las víctimas fueron enterradas en una parcela perteneciente a la familia de uno de los terroristas, que se escondieron en un edificio perteneciente a un miembro de la familia. La lección – que los fugitivos a menudo buscan refugio en lugares que conocen bien – hace que el hecho de que tomara ocho días llegar a Milhem resulte incluso desconcertante.

Nashat Milhem, el hombre árabe-israelí que llevó a cabo el ataque a tiros en Tel Aviv el 01 de enero de 2016. (Policía de Israel)
Nashat Milhem, el árabe-israelí que cometió el ataque a tiros en Tel Aviv el 01 de enero de 2016. (Policía de Israel)

Sin embargo, en un nivel más estratégico, es importante tener en cuenta que aunque el tiroteo de Milhem realmente fuera un ataque de “lobo solitario” (en este punto, no está del todo claro que ese fue el caso), el excelente despliegue de inteligencia de los servicios de seguridad del Shin Bet en los territorios palestinos y entre árabes israelíes no hace fácil lidiar con el problema.

Hay verdadera dificultad entre la comunidad de inteligencia en luchar contra el desafío imposible de los “lobos solitarios”, con acceso a las armas, que deciden un buen día, sin previo aviso, cometer un ataque.

El Shin Bet ha tenido múltiples éxitos en las últimas semanas frustrando células terroristas organizadas capturando a múltiples miembros. El problema es que en estos días, hay una masa cada vez mayor de incidentes – especialmente en Cisjordania, donde son un acontecimiento diario – con atacantes que no entran en lo que seguridad llama “infraestructura terrorista”.

Y luego está la actitud de la Policía de Israel, que la semana pasada dio a muchos ciudadanos la sensación de restar importancia a sus genuinos temores en medio de la incertidumbre y los informes de que Milhem podría atacar de nuevo.

Pero quizás aún más preocupante que la dudosa capacidad del sistema de seguridad para hacer frente a la situación fue el apoyo para el ataque entre la población árabe de Israel. Es cierto que hubo muchas condenas, incluso entre los propios vecinos de Milhem. Y sin embargo, cada vez es más evidente que el asesino pudo recibir ayuda no sólo de su propia familia, sino también de otros amigos y conocidos. Por un lado, todavía no sabemos quién lo ayudó a llegar a Arara desde Tel Aviv después de cometer el ataque.

Y, por supuesto, después de ser abatido por las fuerzas de seguridad, hubo – aunque pequeña – una manifestación en la que jóvenes árabes corearon: “Con la sangre, con el fuego, vengaremos al mártir”. Milhem, hay que recordar, no había asesinado sólo a dos judíos, Alon Bakal y Shimon Ruimi, sino también a un residente árabe de Lod, Ayman Shaaban.

Los oficiales de policía se colocan fuera de un bar en la calle Dizengoff en el centro de Tel Aviv, el 2 de enero de 2016, un día después de que dos personas murieron en un tiroteo allí. Visible en la imagen es el adyacente tienda de alimentos saludables Anís, donde el tirador abandonó su mochila como él lanzó su ataque. (Miriam Alster / Flash90)
Agentes de policía delante de un bar en la calle Dizengoff en el centro de Tel Aviv, el 2 de enero de 2016, un día después de que dos personas murieran allí en un tiroteo. (Miriam Alster / Flash90)

Hamas, como era de esperar, se subió al carro y abrazó al asesino como un modelo a seguir, mientras la ambigua Autoridad Palestina lo llamó “mártir”, pero se niega a concederle el estatus que daría derecho a su familia a la ayuda financiera. Mientras tanto, el grupo ultra-radical Estado Islámico pareció esforzarse por declarar que Milhem era uno de los suyos, coronando a Milhem como mártir del Estado Islámico por Palestina en un comunicado cuya autenticidad aún no se ha establecido.

Por último, la gran pregunta por la que todo el mundo aquí – judíos y árabes por igual – debe estar perdiendo el sueño es si la acción de Milhem se propagará e inspirará a otros, desatando una tendencia entre los jóvenes árabes israelíes. Si desgraciadamente volviera a ocurrir un incidente similar, las ya delicadas relaciones entre judíos y árabes podrían recibir un fuerte golpe, y todo el mundo pagará un precio.

Como es previsible en momentos como estos, la voz de la dirigencia árabe-israelí no se oye muy fuerte. Los miembros de la Knesset conocidos por sus vehementes condenas cuando soldados de las FDI matan palestinos accidentalmente, callan cuando un árabe es asesinado por otro árabe.

Es cierto que algunos de ellos condenaron los ataques de Tel Aviv. Pero desde la muerte de Milhem, ninguno ha comparecido ante las cámaras para pedir a sus partidarios que denuncien las aficiones de Milhem. Para ellos, condenar la muerte de un árabe a manos de otro árabe sería simplemente una mala política.

Fuente: The Times of Israel / Avi Issacharoff Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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