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Un hallazgo arqueológico tras otro, una capilla olvidada durante décadas y una insólita talla embellecida con pan de oro que representa el arca de la Alianza y cuyo rastro se perdió hace cien años…

Por Domingo Marchena / Fotos: Inma Sainz de Baranda

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La basílica de Sant Just y de Sant Pastor pide a gritos un Ildefonso Falcones que desentrañe los misterios de esta iglesia, una de las más antiguas e importantes de Barcelona.

Pocos rincones de Ciutat Vella de Barcelona atesoran tantos vestigios del pasado y tantas maravillas en tan pocos metros cuadrados. Una de las últimas sorpresas, por ahora, ha sido el hallazgo de una espectacular pieza de madera con inscripciones en hebreo, jeroglíficos y bajorrelieves de clara inspiración egipcia, entre otros exóticos ornamentos orientalistas.

“Representa un lateral del arca de la Alianza”, dice el rector de la parroquia, Armand Puig, más extasiado que Indiana Jones en la primera de sus aventuras. Profesor y ex decano de la Facultat de Teología de Catalunya, mosén Puig es un reconocido biblista, experto en el Nuevo Testamento y, por encima de todo, un sabio.

Un erudito capaz de tararear con notable acierto estrofas en alemán de El Mesías de Händel o de traducir directamente del hebreo. “Yo soy el Señor, vuestro Dios, que os sacó de la tierra de Egipto”, dice mientras comienza a leer una de dos las leyendas de la talla. En la otra aparecen los Diez Mandamientos, también en hebreo, tal como se recogieron en el Libro del éxodo. La obra, con un grosor de 30 centímetros, mide casi 1,70 metros de alto y 2,89 de ancho; 3,17, si también se incluyen los extremos de la barra que cargaban a hombros los levitas, los hijos de Leví, miembros de una de las doce tribus de Israel y los encargados de transportar el arca en la travesía por el desierto.

Según la tradición cristiana, este cofre custodiaba las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés en el monte Sinaí. El origen de esta arca perdida es, sin embargo, muchísimo más reciente. Los expertos, que aún no se han pronunciado, están intrigados con el hallazgo, pendiente de restauración. Podría tratarse de una pieza de la primera mitad del siglo XIX, que se pudo utilizar en representaciones religiosas del Corpus, junto a un baldaquín que también ha de restaurarse y que se recuperó al remodelar otras dependencias, anexas a la sacristía.

Fuente: La Vanguardia – Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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