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LEÓN OPALÍN PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

La campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel (BDS), es un movimiento pro palestino lanzado en julio del 2005, que exige, entre otras cosas, “el fin de la ocupación israelí en los territorios en disputa entre Israel y los palestinos, la igualdad para los llamados árabes del 48, sometidos al régimen jurídico israelí a raíz de la creación del Estado de Israel en ese año y al retorno de los refugiados palestinos a Israel que huyeron por ese hecho”.

El lanzamiento de la campaña de BDS fue suscrito originalmente por 170 organizaciones gremiales y asociaciones de refugiados que engloban a 5 millones de palestinos que viven en “la Palestina Histórica” y a 6 millones exiliados en diferentes naciones.

El boicot se refiere a productos israelíes y servicios de empresas de esa nacionalidad, tanto públicas como privadas y a firmas que de forma habitual tienen negocios con el Estado de Israel; también se incluye el boicot a instituciones, a “productos” culturales, entidades académicas y equipos deportivos.

La desinversión implica ejercer presiones a entidades bancarias, fondos de pensiones y, en general, a cualquier entidad financiera para que retiren sus activos de empresas israelíes o de otra nacionalidad que mantengan relaciones habituales con el Estado de Israel y sus empresas.

Las sanciones están vinculadas con exigir a gobiernos y a organizaciones internacionales que impongan medidas punitivas al Estado de Israel “con la finalidad de que actúen conforme al derecho internacional y con los Principios Universales de los Derechos Humanos”.

Los movimientos de solidaridad con el BDS incrementaron significativamente sus actividades a raíz del conflicto militar del 2014 que se suscitó entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y los palestinos de la Franja de Gaza, liderados por el gobierno de Hamás, calificado como terrorista, en el verano del 2014. En este contexto, resulta paradójico que Hamás y parte importante de los medios de comunicación internacionales acusaran el despliegue de la FDI en Gaza como crímenes de guerra, cuando Hamás usó a su población civil como escudos humanos para enfrentarlas y lanzaron desde escuelas, mezquitas, hospitales y otras instalaciones civiles, miles de cohetes a territorio israelí. Hamás y otras organizaciones terroristas han encontrado un nuevo aliado en el BDS para deslegitimar y aislar a Israel “para allanar el camino para destruirlo”; cabe mencionar que este propósito está inscrito en su Carta Constitucional.

En este marco, resulta preocupante que quienes apoyan al BDS no recuerden que Alemania organizó boicots contra negocios, académicos, intelectuales, artistas y profesionistas judíos antes de que Hitler los mandara a los campos de exterminio. Detrás del BDS existe una campaña para demonizar a los judíos y destruir a Israel. BDS simplemente representa el antisemitismo de siempre bajo el disfraz del antisionismo: negar a los judíos un país y un derecho a vivir en paz y seguridad, derechos recogidos en numerosas resoluciones de las Naciones Unidas. Los activistas del BDS difaman a Israel utilizando un lenguaje radical y racista; coaccionan a personas e instituciones a que no se adhieren a sus propósitos, su comportamiento es antidemocrático e inaceptable en cualquier nación de Occidente, Francia, con la expedición de leyes, ha aprobado sanciones penales para quien promueva el BDS; asimismo en Gran Bretaña se ha otorgado a los ayuntamientos la potestad de presentar mociones al BDS.

En este ámbito, resulta alarmante que a una democracia como la de Israel se le hostigue y condene constantemente, mientras el mundo calla frente al totalitarismo de la mayoría de las naciones árabes en donde se violan los derechos básicos de la población, particularmente de las mujeres, y de minorías étnicas o religiosas. ¿Qué se ha hecho en Sudán para sancionar a quienes exterminaron a una parte de la población de Darfur? ¿Y en China, por la violación masiva de derechos humanos en el Tíbet y otras regiones de esa nación? ¿En Irán, donde no existe libertad de expresión y se reprime hasta la muerte a los disidentes? La lista de regímenes totalitarios es amplia y llega a nuestro Continente: Cuba y Venezuela, entre otros países.

Asimismo, causa gran inquietud que las actividades del BDS cobren creciente fuerza en los campus de EUA, Canadá, Australia y el Reino Unido, principalmente. En el 2015 más de 30 gobiernos estudiantiles en Universidades de EUA consideraron resoluciones que apoyaron al BDS y más de una asociación profesional académica que han seguido esta pauta, lo que significa infringir la libertad académica. Situación vergonzante e hipócrita es la de Omar Barghouti, miembro del Comité Fundador de la campaña palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel, quien ha aprovechado para tener una maestría en Filosofía de la Universidad de Tel-Aviv y esté estudiando actualmente en esta institución para obtener su doctorado; esta Universidad es pública y en buena medida es apoyada por el gobierno de Israel.

El BDS no ha beneficiado a los palestinos, porque quienes boicotean a Israel no han sido capaces de ofrecerles fuentes alternativas de ingresos. Si en verdad se quiere ayudar a los palestinos de Cisjordania, el Este de Israel y de la Franja de Gaza, se requiere democratizar sus instituciones, convocar a elecciones y acabar con los grupos terroristas que los incitan a la violencia, exigirles a sus autoridades que respeten los derechos básicos de la población y que cesen con la corrupción que la caracteriza.