LA MEIDELE

Aunque la yoga no es una práctica religiosa, las paisanas (y algunos paisanos también) la hemos incorporado en nuestros rituales de lo que significa ser un judío en México.

Yoga-Hatha-1024x678

A todas nos encanta ir a Ojo de Agua o a la Bottega Culinaria (que nos queda mucho más cerca de nuestras casas) en los yoga pants del momento y el porta mat más cool que encontremos por un jugo verde, un shot de jengibre o un acai bowl. Durante el desayuno (al cual nos gusta llamar detox) discutimos sobre si es mejor practicar Iyengar, Vinyasa, Ashtanga o Kundalini, que si la yoga de la Noria, la de Prolongación y las de Prado Norte, que si caliente o fría, etc., etc… Pero lo que sí es que pobres de los paisanos que no practiquen yoga en esta época de la vida pues están condenados a eternos sermones de por qué la yoga sí es para todos, que te deberías de meter y verás cómo te cambia la vida, que tu maestro es lo mejor que te ha pasado, ya se la saben ¿a poco no?

Pero en realidad las paisanas de México no somos las únicas judías del mundo que practicamos yoga. Hoy en día existen yoguis (también maestros) hasta en los barrios más religiosos de Israel y Nueva York. Alrededor del mundo se ha popularizado la llamada “Torah Yoga”, que ofrece una experiencia en donde se estudia la sabiduría judía por medio de Iyengar Yoga.

Aunque las raíces de esta práctica se apegan al hinduismo, yoga significa simplemente “unión con Dios”. La práctica de yoga tiene como objetivo alcanzar la espiritualidad a través del cuerpo y la mente, pero no impone ninguna religión, todo tipo de espiritualidad cuenta. De hecho el judaísmo antiguo del Tanaj menciona en varias ocasiones el uso de experiencias sensoriales como el incienso y la meditación.

La práctica de yoga es el momento perfecto para buscar inspiración, estar en silencio, retar al ego, encontrar respuestas y sobre todo conectarse espiritualmente; nada con lo que esté peleado el judaísmo. En esencia, el yoga unifica al humano con lo divino, no solamente a través de los asanas (posturas) sino a través de la respiración, el balance, la concentración, etc. Por otro lado, en el Talmud una colección de discusiones rabínicas analiza los movimientos en los rezos de los judíos y aseguran que balancearse, agacharse o cualquier movimiento que requiera concentración unipuntual ayuda a elevar el espíritu.

Así que queridos paisanos, practiquen su vinyasa, recen, muévanse, mediten, suden, estudien torah, activen sus bandahs, cuiden shabat, párense de pincha y cuiden kosher… sean personas sanas por dentro y por fuera. Practicar yoga y practicar el judaísmo al mismo tiempo no tiene nada de malo, sino todo lo contrario.