ISRAEL – La proteína anticongelante’ podría facilitar la conservación de órganos a largo plazo.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La sangre donada se puede refrigerar y almacenar durante seis semanas. Sin embargo, los órganos donados tienen una vida útil muy corta. Un corazón o los pulmones pueden mantenerse viables para el trasplante sólo seis horas, el páncreas o el hígado se mantienen doce horas fuera del cuerpo y el riñón menos de treinta horas. Todo órgano donado que pasa su marco de tiempo se desperdicia en lugar de salvar vidas.

La congelación de órganos, en lugar de su refrigeración, parece ser una solución lógica, pero en la práctica no funciona. Cuando los órganos se congelan, forman cristales de hielo y causan daños irreversibles a las células.

“La capacidad de congelar y descongelar órganos sin causar daños al órgano sería revolucionario en términos de nuestras oportunidades de salvar vidas,” sugiere el profesor Ido Braslavsky del Instituto de Bioquímica, Ciencias de los Alimentos y Nutrición de la Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en la Universidad Hebrea de Jerusalem.

Braslavsky y su equipo de investigación están contribuyendo de manera significativa a la criopreservación de órganos – el proceso de conservación de células, tejidos y órganos en temperaturas bajo cero.

Esto permitiría almacenar tejidos y órganos a largo plazo, así como una compatibilidad más eficaz entre el donante y el paciente para salvar las vidas de millones de personas en todo el mundo.

La investigación de la criopreservación está avanzando en todo el mundo. La Alianza de Preservación de Órganos, una organización no lucrativa estadounidense fundada en 2014, tiene por objeto acelerar y coordinar la investigación del almacenamiento de órganos humanos. El año pasado, la Cumbre Mundial para el Almacenamiento de Órganos reunió a destacados científicos, inversionistas y responsables de elaborar políticas para discutir cómo transformar el trasplante de órganos.

Proteínas anticongelantes

Braslavsky se especializa en la investigación de las “proteínas anticongelantes,” es decir, proteínas de unión de hielo que ayudan a los organismos a resistir o soportar la congelación en el agua o en la tierra mediante la inhibición de la formación y el crecimiento de cristales de hielo.

Las proteínas de unión de hielo fueron descubiertas hace unos 50 años en peces antárticos y ahora se sabe que existen en peces, plantas, insectos y microorganismos resistentes al frío.

A diferencia de otros tipos de sustancias anticongelantes, basta con proteínas de unión de hielo en cantidades muy bajas para hacer su tarea eficazmente.

“Investigamos la interacción de las proteínas de unión de hielo con cristales de hielo. Puesto que estamos trabajando a temperaturas de grados centígrados bajo cero y necesitamos una alta precisión de temperatura de trabajo, se diseñó un microscopio especializado con un enfriador de fase que permite el control de la temperatura a un nivel miligrado y la congelación.

Mediante el uso de la iluminación fluorescente, podemos ver dónde se encuentran las proteínas, etiquetados con tintes fluorescentes,. Con estos dispositivos, podemos seguir los cristales de hielo a medida que crecen y se funden en presencia de las proteínas de unión de hielo,” indica Braslavsky.

Braslavsky y su equipo colaboraron con el Prof. Peter Davies de la Universidad de Queens en Canadá para investigar el misterio de cómo las proteínas de unión de hielo detienen la formación de cristales de hielo.

Ellos descubrieron que las proteínas anticongelantes se unen permanentemente con hielo. “Hemos descubierto que las proteínas en los insectos son mucho más eficientes en la inhibición del crecimiento del hielo que las proteínas presentes en el pescado, pero las proteínas de pescado se unen más rápido al hielo,” señaló Braslavsky.

Para órganos y alimentos

Este hallazgo, publicado en las revistas Langmuir y RSC Advances de 2015, podría ser crucial a fin de aprovechar estas proteínas para la conservación de órganos congelados y alimentos congelados.

“El crecimiento del hielo también es un problema importante en los alimentos congelados”, dijo Braslavsky, cuyo equipo intenta utilizar las proteínas de unión de hielo en alimentos.

Muchos conocemos el helado que ha perdido su textura en congeladores, o la carne que ha perdido gran parte de su líquido y frescura después de descongelarlos. Las proteínas de unión de hielo pueden permitir el control de hielo en los alimentos congelados y el desarrollo de nuevos alimentos de este tipo. Algunos fabricantes de alimentos ya han empezado a utilizar las proteínas de unión de hielo en sus productos.”

El trabajo pionero de Braslavsky en el estudio de la interacción entre las proteínas anticongelantes y el hielo se está expandiendo al desarrollo de las técnicas de criocpreservación que permitirán la reactivación de las células y los tejidos, al tiempo que se restaura su forma y función.

El estudio es respaldado por el Consejo Europeo de Investigación, el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea (FP7), y la Fundación de Ciencias de Israel.

Braslavsky tiene la esperanza de que la investigación en la criopreservación esté cerca de las puertas del éxito. “Los recientes desarrollos en las metodologías de criobiología y el uso de materiales con interacción específica a cristales de hielo, como las proteínas de unión de hielo abren la posibilidad de un avance significativo en la criopreservación de células y órganos,” concluyó.

Fuente: Jewish Business News / Israel21C

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico