En enero pasado y por primera vez desde 1945, el único libro escrito por Adolf Hitler, cuya primera edición data de 1925, fue publicado en Alemania. El Instituto de Historia Contemporánea de Munich fue el responsable de una edición crítica del panfleto político Mein Kampf. Sin embargo, su divulgación ha sido amplia en estos años en Medio Oriente, así como la influencia de sus ideas.

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EL PAÍS

Ya en 1933, con la llegada de Hitler al poder, algunas de sus partes fueron traducidas en árabe. En aquel entonces interesaba mucho la crítica de Mein Kampf al “diktat” del tratado de Versalles de 1919, por el cual Alemania había salido muy mal parada de la Primera Guerra Mundial. En el mundo árabe la queja nacionalista también iba contra Gran Bretaña y Francia, quienes con el fin de la guerra se habían beneficiado de la caída del Imperio Otomano, pero que nada habían hecho para otorgar soberanía e independencia a los árabes en sus territorios.

El culto del jefe, la glorificación de la juventud y de la fuerza, la importancia dada a la cultura popular y a la identidad colectiva, y el extendido nacionalismo político y cultural fueron todas dimensiones del nacional-socialismo que sedujeron a los movimientos panárabes en sus reivindicaciones políticas y voluntad de soberanía. En los años 20 y 30 del siglo pasado, el partido sirio nacionalista social y una parte de lo que será luego el partido Baas, en Siria; las falanges libanesas, en Líbano; el partido joven Egipto, en El Cairo, y el grupo paramilitar Al- Futuwwa en Irak, tuvieron todos en común su admiración por el modelo político nazi.

Incluso la sociedad de los Hermanos Musulmanes, fundada en Egipto en 1928 y que hasta hoy tiene gran vigencia, recibió apoyo financiero de los nazis alemanes en los años 30, según el reciente estudio del historiador Motadel, Islam and Nazi Germanys War. En los años de la Segunda Guerra Mundial, la propaganda nazi en el mundo árabe fue muy importante, a partir sobre todo de la difusión de la radio “Berlin in arabic”, con sus programas en árabe que diseminaban constantemente mensajes antijudíos.

En 1950 el integrante de los Hermanos Musulmanes Sayyid Qutb, cuya prédica es hoy una de las más influentes dentro del islam fundamentalista, publicó Nuestro combate contra los judíos, en una alusión apenas velada al texto de Hitler. Allí escribe cosas como “Alá envió a Hitler para dominar a los judíos”, y “oremos a Alá para que envíe a otras personas para imponer las peores penitencias a los judíos: así se realizará su promesa implícita”. Pocos años más tarde, en 1963, Mein Kampf se publica íntegramente en árabe. La traducción fue obra de un nazi alemán exiliado en Egipto y convertido al islam.

Más cerca en el tiempo, el historiador franco-libanés Achar escribió en 2009 su estudio Los árabes y la Shoah. Allí mostró que la vasta influencia de la prédica antijudía del nacional-socialismo se encuentra en distintos movimientos políticos, con sus “delirios antisemitas islamizados”, como por ejemplo en los casos de Hezbolá en Líbano y de Hamas en Palestina. Pero también ella se encuentra en la buena recepción que en todo Medio Oriente tienen las tesis históricas negacionistas que buscan relativizar, o directamente negar, que la Alemania nazi haya llevado a cabo la Shoah para aniquilar a los judíos. Así por ejemplo, en 1996 el negacionista francés Garaudy fue recibido triunfalmente en Egipto, incluso por el gran imam de la mezquita Al Azhar de El Cairo, una de las mayores autoridades religiosas de ese país.

Finalmente, si bien no forma parte del mundo árabe, Irán es sin duda una potencia influyente en todo Medio Oriente y en particular para la rama musulmana chií. Allí también las declaraciones antijudías se han multiplicado en estos años. Conocida es, por ejemplo, la posición negacionista de su expresidente Ahmadineyad (2005-2013), que en 2005 declaró que el genocidio judío era un mito y una leyenda. En 2007, Teherán no votó en Naciones Unidas una resolución condenando cualquier tipo de negación del Holocausto. Y en 2008, Ahmadineyad declaró que “el irresistible hundimiento del peligro judío permitirá al mundo vivir en armonía y fraternidad”.

La prédica antijudía en el mundo musulmán de Medio Oriente tiene fuertes influencias nazis. Importa recordarlo cuando ocurren tragedias como el asesinato de David Fremd en Paysandú. Porque fue cometido por alguien que dijo ser “enviado de Alá”, pero sus raíces ideológicas no son tan exóticas como parecen.

Fuente:cciu.org.uy