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martes 08 de octubre de 2024

El judaísmo no es el problema

BRYAN ACUÑA

En respuesta al artículo “La solución es un Israel laico”, del Señor Víctor Hurtado Oviedo, en el diario La Nación de Costa Rica el 27 de marzo de 2016, quisiera comenzar diciendo que la religión no es un problema para adquirir la nacionalidad israelí, de hecho los hay musulmanes, cristianos, drusos, judíos, todos israelíes con los mismos derechos, mas no así con las mismas obligaciones, ya que al menos los musulmanes no tienen obligación de hacer servicio militar para no ponerlos en una encrucijada con sus familiares y vecinos.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – También quisiera indicarle al señor Hurtado que además de las negociaciones de Camp David del año 2000 que fueron interrumpidas abruptamente por el Rais Yasser Arafat para lanzar la Segunda Intifada, hubo un plan de partición propuesto por Ehud Olmert, rechazado por Abu Mazen en el año 2008.

Comienzo con la pregunta, ¿será la propuesta de un Estado Binacional Laico la solución? Ciertamente quien plantee esta idea desconoce las diferencias ideológicas entre clanes palestinos para poder llegar a un acuerdo sobre negociar o no con Israel. Cuando se decidió realizar el Plan de Partición a finales de los años 40, se había planteado la idea de un único Estado para ambos pueblos, pero por los roces existentes la solución no era factible y por eso se plantea dividir la zona, 68 años después replantear esta idea puede estar basada en buenas intenciones, pero las circunstancias de ambas poblaciones no lo hace factible.

Por ejemplo, cómo resolver el patrocinio económico de Irán o Qatar a las agrupaciones islamistas de Gaza para mantener el status quo del conflicto contra Israel. O las disputas entre clanes palestinos para determinar la administración del poder, además de los sistemas educativos palestinos principalmente en el enclave costero, patrocinados hasta por la UNRWA (Agencia de la ONU para refugiados palestinos) donde se adoctrina para asesinar israelíes.

La Resolución 181 de 1947 que dividía el territorio de la restante Palestina administrada por los Británicos para otorgar el Hogar Nacional Judío (Propuesto en la Declaración Balfour y ratificado en la Conferencia de San Remo), lo cual es una definición política no religiosa y en la Declaratoria de Independencia garantiza el acceso a los judíos de todo el mundo que quieran adquirir la nacionalidad israelí (lo que no es automático sino que pasa por supervisión de la oficina de absorción) sin privar de los derechos a las otras minorías nacionales.

Las leyes de Israel no se basan en el Talmud sino en las normas básicas establecidas al fundarse el Estado y luego por leyes complementarias dictadas por el parlamento que es unicameral, que lo componen grupos nacionales. Muchas leyes posteriores fueron establecidas por jurisprudencia (al estilo del “common law” anglosajón), combinado en parte con el sistema continental francés, por medio del Derecho Turco Otomano vigente por 400 años que protegía minorías poblacionales. Esto hace normas más flexibles que otras y aún sin existir una constitución escrita, las leyes dictadas por la Knesset cumplen con ese rol y balancea posiciones entre religiosos y laicos.

Hay jueces y juzgados para todos los temas, por ejemplo, los temas religiosos competen a las cortes religiosas de cada línea. En esto ejemplifico que hay un cuerpo de jueces musulmanes encargados de aplicar la norma islámica (sharia) siempre y cuando esta norma no viole las normas básicas del Estado ni las establecidas por el Parlamento. Pero también hay jueces de familia, cortes de distrito, cortes laborales, etc. Las cuales atienden solicitudes de todos los ciudadanos israelíes sin discriminación alguna. Además, ciudadanos palestinos han acudido a cortes israelíes que han fallado a su favor en reiteradas oportunidades.

La religión no es un problema en Israel, la mayor parte de la población se declara laica o de posiciones religiosas conservadoras en cuanto a los dogmas religiosos y hay libertad de culto en el país, basta con estar en Jerusalén a ciertas horas del día donde se puede oír a los muecines musulmanes llamando al rezo desde los minaretes, los viacrucis realizados por la Vía Dolorosa y los rezos en el Muro Occidental para darse cuenta que la religión al menos en Israel no es un problema.

El judaísmo además tiene un componente más allá de la religión y es del vínculo con la tierra ancestral, de costumbres, tradiciones y de historia que enriquecen. Más allá de tener una misma fe en común, es un modo de vida que sobrepasa el aspecto espiritual y lo fortalece al mismo tiempo.

Definitivamente no es la religión en Israel el problema, quizás sí lo sea entre palestinos, donde los islamistas que gobiernan Gaza o que se abren paso de vez en cuando en la Margen Occidental, no desean renunciar a la “Tierra Santa Islámica” que ha sido contaminada por infieles dhimmis judíos que la tienen bajo su poder en algo que consideran una afrenta. Quizás en esos lugares su planteamiento sea una excelente iniciativa, restando poder a los religiosos islamistas y fortaleciendo a los moderados laicos para sentarse seriamente a proponer un acuerdo definitivo, basado en Dos Estados para dos pueblos.

El que Israel sea el único Estado Judío en el mundo (en contrapeso a la cantidad de Estados de otras confesiones), es un problema solo para quienes consideran que los judíos no tienen derecho de autodeterminación en una tierra que consideran su Estado, más si este garantiza a sus ciudadanos no judíos derechos plenos, si la posición fácil es desmantelar el único estado por ser Judío en el mundo, insisto en que de nuevo no se ha comprendido el trasfondo del conflicto y hace el juego a quienes redactan la agenda de los radicales.

Edita: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico

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