THE WALL STREET JOURNAL

EE.UU. capitula ante la demanda de Irán de comerciar en billetes verdes.

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En la vida no obtienes lo que mereces, obtienes lo que negocias—o así lo hemos leído en las revistas de las aerolíneas. Pero si eres un mulá iraní y estás tratando con la administración Obama, puedes obtener más que lo que negociaste, y lo que nunca mereciste.

Esa es una lección que tomamos de la decisión pendiente de la administración Obama de dar acceso a dólares estadounidenses a un banco iraní, probablemente a través de casas de compensaciones offshore, a pesar de no estar bajo ninguna obligación de hacerlo en virtud del acuerdo nuclear del año pasado. Como dijo Jacob Lew, Secretario del Tesoro al Senado el año pasado, “los bancos iraníes no podrán liquidar dólares estadounidenses a través de New York” o “mantener cuentas de corresponsalía con instituciones financieras estadounidenses, o ingresar en acuerdos financieros con bancos estadounidenses.”

Hay una razón por la que Teherán está bajo cuarentena financiera. La Fuerza de Tareas de Acción Financiera Intergubernamental sobre Lavado de Dinero, o FATF, emite rutinariamente advertencias acerca de hacer negocios con Irán. En febrero dijo que estaba “excepcionalmente preocupada por el fracaso de Irán en encarar el riesgo de la financiación terrorista y la seria amenaza que esta presenta para la integridad del sistema financiero internacional.”

Esa advertencia es un recordatorio de que, incluso en el mundo post-acuerdo nuclear, Irán continúa canalizando millones de dólares y armas a Hezbolá, Hamás, los talibanes afganos y otros grupos con sangre estadounidense en sus manos. Es también el motivo por el cual, al vender el acuerdo nuclear el año pasado, el Presidente Obama insistió en que él aplicaría “vigorosamente” las sanciones sobre Irán por apoyar al terrorismo.

El líder supremo, Ali Khamenei, acusó el mes pasado a Washington de “usar caminos indirectos para impedir que la República Islámica logre sus objetivos, agregando que “las transacciones bancarias llegan contra los problemas.” La Casa Blanca entendió el mensaje. El miércoles, Jacob Lew dio un discurso en Washington insistiendo en que “como Irán ha mantenido su parte del acuerdo [nuclear], es nuestra responsabilidad sostener la nuestra, tanto en letra como en espíritu.

Esa es una forma divertida de interpretar el comportamiento de Irán posterior al acuerdo, ya que sólo el último mes la administración denunció pruebas recientes de misiles balísticos por parte de Irán como “inconsistentes” con el acuerdo nuclear e impulsó (infructuosamente) por sanciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Irán también continúa manteniendo como rehenes a estadounidenses, incluyendo el recientemente arrestado consultor de empresas Siamak Namazi y su padre Baquer, y tal vez al ex agente del FBI, Robert Levinson.

Lew argumenta que hay un riesgo de “extralimitación de sanciones” que podría alejar a las empresas extranjeras de EE.UU., y que la falla en dar a Irán alivio total de las sanciones “minaría nuestra propia credibilidad y dañaría nuestra capacidad de usar las sanciones para impulsar el cambio político.”

El argumento de Lew tendría más peso si Irán diera algún indicio de que cambiará el comportamiento por el cual ha sido sancionado. En cuanto a la idea que las multinacionales extranjeras podrían dar de baja sus vínculos con EE.UU. para obtener negocios iraníes, vale la pena recordar que la economía de Irán es aproximadamente del tamaño de la de Filadelfia.

La pregunta más importante es qué influencia tendrá EE.UU. con Irán una vez que este pueda hacer transacciones de negocios en billetes verdes. “La capacidad del próximo presidente de atacar las actividades malignas con sanciones no nucleares será mucho más difícil si se da luz verde a miles de millones de transacciones dolarizadas,” dice Mark Dubowitz de la Fundación para la Defensa de las Democracias. Los europeos y asiáticos se negarán a retirar sus empresas de Irán simplemente porque una administración futura podría objetar, digamos, que Irán canalice dinero a Hezbolá para bombardear objetivos judíos en Latinoamérica.

Es bueno ver incluso a algunos demócratas del Congreso, como el Disciplinador de la Cámara, Steny Hoyer, quien votó por el acuerdo nuclear, negarse al levantamiento de las sanciones financieras. Pero esta última capitulación del gobierno podría haber sido predecida a partir de toda capitulación estadounidense previa ante los mulás. Esperen otras concesiones cuando Teherán mida totalmente la actual debilidad de Estados Unidos.

 

 

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México