SHULI ESHEL

La sentida preocupación de McDonalds por el pueblo judío se extendió hasta la posguerra

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James McDonald, el primer embajador de EEUU en Israel en la reciente independencia, se reúne con el primer ministro David Ben Gurion .. (Foto: Cortesía)

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Todos hemos oído hablar de funcionarios del gobierno de Estados Unidos que hicieron la vista gorda durante el Holocausto. 

Pero este Día de la Independencia este año, los israelíes oirán la poco conocida historia de un diplomático estadounidense que hizo todo lo posible para advertir al mundo sobre Hitler, ayudó a rescatar a los refugiados judíos europeos y en última instancia se convirtió en el primer embajador estadounidense en Israel. 

Su historia será explorada en mi nueva película documental, Una voz en medio del silencio: El legado de James G. McDonald, que tendrá su estreno israelí en la Cinemateca de Tel Aviv el Día de la Independencia, el jueves 12 mayo, 2016, a las 7 pm, seguida por un turno de ruegos y preguntas

McDonald era una figura poco probable para jugar un papel central en los asuntos judíos. Católico del Medio Oeste (nacido en Ohio, criado en Indiana), estudioso de la política exterior y periodista sin ningún interés especial en asuntos judíos. Sin embargo, durante una visita a Alemania en 1933, se encontró inesperadamente en una conversación privada con el nuevo canciller, Adolf Hitler – y se convirtió en el primer estadounidense que oyó al Führer jurar explícitamente “deshacerse de los judíos”.

Esa impactante experiencia cambió la vida de McDonald. Se reunió en varias ocasiones con líderes mundiales, entre ellos el presidente Franklin D. Roosevelt y el cardenal Eugenio Pacelli, el futuro Papa Pío XII, para contarles las amenazas de Hitler contra los judíos. Pero las advertencias de McDonald fueron ignoradas. Se encontró con obstáculos similares durante sus dos años (1933-1935) como Alto Comisionado de la Liga de las Naciones para los Refugiados de Alemania. 

Durante esa primera fase del régimen nazi, Hitler estaba dispuesto a dejar que los judíos se fueran. El problema, como descubrió McDonald, era que ningún otro país estaba dispuesto a recibirlos. Renunció como comisionado a finales de 1935 como protesta contra el fracaso de la comunidad internacional para abrir sus puertas. 

No obstante, McDonald se negó a ser disuadido. En 1938, se convirtió en presidente del Comité Asesor del Presidente sobre Refugiados Políticos. A pesar de que sus manos estaban condicionadas en gran parte por la dura política de inmigración de la administración Roosevelt, McDonald y sus colegas lograron ayudar a traer más de 2.000 refugiados judíos a los Estados Unidos en vísperas del Holocausto.

La sentida preocupación de McDonalds por el pueblo judío se extendió hasta el período de la posguerra. Se desempeñó en la Comisión Anglo-Americana de Investigación sobre Palestina, que en 1946 trató de presionar a los británicos para que abran Palestina a los sobrevivientes del Holocausto. 

Luego, en 1948, fue nombrado por el presidente Truman para servir como primer embajador de Estados Unidos en Israel. Este nombramiento resultó ser fortuito, porque le permitió servir de contrapeso a los funcionarios del Departamento de Estado que querían que la administración Truman adoptara una postura más pro-árabe. 

El hecho de que haya una calle en Netanya con el nombre de McDonald es un pequeño reconocimiento simbólico a sus esfuerzos en pro del Estado judío. 

Durante muchos años, la historia de las acciones de McDonald sólo era conocida por un puñado de eruditos. Las hijas de McDonald tenían sus diarios, pero faltaban muchas páginas clave. 

El hallazgo en 2003 de las páginas que faltaban arrojó nueva luz sobre lo que Estados Unidos y el mundo sabían sobre el Holocausto. 

Los diarios fueron publicados recientemente por la Indiana University Press en asociación con el Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos, y forman la base para mi película. 

La obra de James McDonald es una historia inspiradora de un cristiano notable que se acercó para ayudar a otros en la hora más oscura de la historia. Su historia no es sólo una cuestión de interés histórico – también tiene importantes implicaciones contemporáneas. Debe intervenir Estados Unidos contra los abusos de derechos humanos en el extranjero? ¿Debería haber tomado medidas en Darfur? ¿La administración Obama se equivoca absteniéndose de intervenir en Siria? Las experiencias de James McDonald tienen mucho que enseñarnos sobre el papel de Estados Unidos en el mundo y sus responsabilidades humanitarias, entonces y ahora. 

La autora es una cineasta israelí-estadounidense, con sede en Chicago. 


Fuente: The Jerusalem Post – Edita: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico