RODOLFO HIGAREDA COEN

Hoy que Donald Trump ha asegurado la candidatura Republicana a la presidencia de los Estados Unidos —ganada a base de un discurso populista, que raya en el racismo— amanecemos con la noticia de que ese tipo de ideologías están igualmente arraigadas en sectores muy importantes e influyentes de nuestra sociedad.

unnamed

Jorge Romero, coordinador del grupo parlamentario del PAN en la Asamblea Legislativa, e indiscutible jefe político de ese partido en la ciudad —Mauricio Tabe ocupa la presidencia del PAN CDMX de manera testimonial— se refirió a Salomón Achar, presidente del Comité Central de la Comunidad Judía en México, como pinche judío, en un audio en poder de Grupo Imagen.

Nunca hay un buen momento para el racismo y la discriminación; y mucho menos en la boca de un político con el nivel de influencia de este personaje,  sin embargo hay que apuntar que las expresiones antisemitas del panista se dan en un contexto por demás complejo:

En primera instancia y como ya lo señalé, el candidato del Partido Republicano ha exacerbado los peores sentimientos de exclusión y rechazo hacia todos aquellos que no sean blancos, anglo sajones y hechos en los Estados Unidos —particularmente si éstos son mexicanos.  Escuchar a Trump y sus planes para dividir a nuestras naciones con un muro; oírlo hablar de su estrategia de redadas y deportaciones masivas, no pueden evitar traer a nuestra memoria la gestación del fascismo europeo que derivó en el exterminio de millones de seres humanos.  Por ello, el percatarnos de que un político mexicano abriga sentimientos similares, debe encender de inmediato nuestro sentido de alerta.

En segundo término, las manifestaciones antisemitas del asambleísta, salen a luz inmediatamente después de Pésaj (Pascua); y cuando se acaba de conmemorar el día del Recuerdo del Holocausto y del Heroísmo de la resistencia judía al nazismo.  Me imagino que estas fechas no son relevantes ni para Romero ni para muchas personas; sin embargo sus palabras hacen que la frase políticamente incorrecto adquiera una total y nueva connotación.

Por último, hoy la Ciudad de México está enfrascada  en una contienda electoral para elegir a aquellos que tendrán la altísima responsabilidad de redactar la primera Constitución de la capital.  Una histórica elección que busca establecer un nuevo pacto político y social que rija la vida de los capitalinos durante las décadas por venir.  Este único y primer gran acuerdo entre los representantes de la sociedad, debe ser incluyente; y reflejar los mejores valores del ser humano:  entre ellos la tolerancia y la igualdad de derechos.

Por ello, el hecho de que Jorge Romero pudiera ser incluido en la lista de constituyentes de Mancera o del Presidente Enrique Peña Nieto —por alguna negociación política con Acción Nacional— mandaría una terrible señal para las aspiraciones de todos aquellos que queremos una mejor ciudad, una sociedad moderna y de avanzada.

Desde luego sería injusto pretender que todos los militantes del PAN carguen con las culpas y el prestigio de Romero, pero hoy sigue siendo inexplicable la defensa que continuamente hacen de él, lo que resulta cuando menos sospechosa; y que de continuar tendrá un muy alto costo político.  Hay que recordar que lo nombraron líder de sus diputados, no obstante que sus colaboradores más cercanos fueron apresados en Brasil por propinarle una golpiza a un hombre que defendió a su mujer del acoso sexual de los panistas a las afueras de un estadio de fútbol; lo que desató un escándalo de corrupción en su administración, por cierto nunca aclarado.  Y para nadie es un secreto que los integrantes de su grupo político, entre ellos su amigo y sucesor en el cargo, Christian Von Roehrich, le apodan el Fürher (y no precisamente por tener un estilo dictatorial de administrar los bienes públicos).

Como ciudadanos no podemos permanecer indiferentes ante situaciones como esta.  Debemos exigir la garantía de que nuestras leyes —en su redacción y aplicación— castiguen con severidad cualquier acto de racismo y discriminación.   Los cimientos de nuestra convivencia deben ser los suficientemente sólidos en sus valores y principios para soportar un hogar en donde haya sitio para todos; sin exclusiones ni regresiones.

Las personas como Jorge Romero deben de caer en cuenta que los mexicanos de origen español, judío, libanés, italiano, irlandés, coreano o japonés —por mencionar solo algunos— son tan mexicanos como él y como aquellos de origen azteca, maya, chichimeca o tlaxcalteca.  Somos ya un país pluricultural y multiétnico, con iguales derechos y obligaciones; y todos podemos aportar trabajo e ideas para superar juntos los rezagos que aún tenemos como sociedad.  Por eso nadie nunca debe ser agredido en nuestro país por su condición, género, raza o creencia.

*Rodolfo Higareda Coen es candidato a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México por el Partido Revolucionario Institucional.

Facebook: [email protected]

Twitter: @RudyCoen