Una bandera blanquiazul y una silla recubierta de negro: Éste era el escenario en la Embajada de Israel en el Día del Recuerdo de los soldados caídos.

 

AGENCIA DE NOTICIAS ENLAE JUDÍO MÉXICO- Mientras sonaba la sirena, el minuto de silencio parecía eterno. El Embajador, Jonathan Peled, personalidades de la Comunidad judía, personal de la Embajada y parientes de soldados mexicanos muertos en combate en el Estado judío, todos, perdidos en sus pensamientos, compartieron el dolor y la pérdida.

El jazán y Premio Ben Gurion, Moshe Mendelson, leyó el Izkor y un “El Malé Rajamim” especial para los soldados de Israel. Meny Samra, Presidente de la Cámara de Comercio México- Israel conmovió a los presentes con “Shir Hamaalot”. Melodías y poemas evocaron a quienes fueron arrebatados de sus familias, en la flor de su juventud,  por la guerra que Israel nunca quiso, o por el terrorismo palestino, que fue la escuela del terrorismo mundial.

Junto de mí, Cocky Dabbah, quien depositó una corona conmemorativa, recordaba, entre sollozos, a su hermano Zacky, judío mexicano quien pagó con su vida el precio de tener una patria. En palabras de Silvia Cherem: “Zacky, incapaz de ser espectador pasivo, se incorporó al Najal, la Juventud Pionera Combatiente y participó activamente en el frente sirio en la Guerra de los Seis Días. Ese frente fue sangriento y difícil, se libró la guerra cuerpo a cuerpo, pero él logró regresar con vida al Kibutz Or-Haner, donde vivía. La paradoja fue que días después, pasada la guerra, aparentemente en una acción menor, cayó en el margen oriental del Canal de Suez. Estaba en la plenitud de su vida, cuando sus días prometían un futuro luminoso”.

“Días antes de morir le escribió una carta a su madre. “Mamita – le decía -, estoy pleno de alegría porque hoy recibí tu linda cartita”. Contó que le permitieron salir de la base por una noche, y al llegar al kibutz se encontró la misiva en la que su madre le decía que la familia viajaría a Israel a visitarlo. “Mamita: No encuentro palabras para expresar mi enorme alegría. Ya leí tres veces tu carta para convencerme que será realidad mi más caro anhelo, verte a mi lado. Estrecharte y besarte sin fin. Lo único que me duele es que será por corto tiempo. Trataré de que cada instante con ustedes se convierta en un siglo… Trataré, a costa de todo, de conseguir el permiso para estar con ustedes, para que puedan contar conmigo desde que pisen nuestra Patria”.

Su familia sí llegó a Israel, pero ya no lo encontró con vida. Como él, Yishai Rosales, que fue recordado ayer, miles de héroes fallecieron (¿fallecen?) para que el Pueblo Judío pueda tener la cabeza erguida.

Son nuestros héroes. Sea su nombre bendito y grabado en los anales de la memoria judía hasta el fin de los tiempos.Y que la paz traiga el día en que nunca más lloren las hermanas.