Marruecos fue una vez hogar de una comunidad muy grande de 250,000 judíos, la más grande en el mundo árabe.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Además, ellos habían estado viviendo allí durante los últimos 2,000 años: En otras palabras, junto con los musulmanes marroquíes, eran una parte inseparable de Marruecos, su cultura, historia y civilización y ayudaron a construirlo y formarlo para hacerlo lo que es hoy. Durante siglos, estas dos comunidades existieron lado a lado en armonía y amistad. Vivieron en casas similaresa, llevaban vidas sociales similares, asistían a las mismas escuelas, trabajaban en los mismos empleos y pasaban mucho tiempo juntos como amigos.

Sin embargo, cuando el régimen de Vichy inspirado en los nazis comenzó sus prácticas antisemitas, comenzaron los días de problemas. El gobierno francés incluso ordenó que los judíos en el país llevaran estrellas amarillas como una identificación de su judeidad. Pero el Rey Mohammed V de Marruecos, una figura amada profundamente por los judíos, se negó famosamente a la solicitud y dijo, ‘No hay judíos en mi país, sólo súbditos.’ Incluso se cuenta que el Rey pidió estrellas amarillas para él y para su familia como una muestra de solidaridad. A pesar de la intensa presión francesa, el Rey se negó a hacer alguna separación entre su pueblo y durante la Ceremonia del Día del Trono anual, en presencia de los oficiales de Vichy en el palacio real, dió la bienvenida a los líderes de la comunidad judía y dijo, “Debo informarles que, así como en el pasado, los israelitas permanecerán bajo mi protección. Me rehuso a hacer alguna distinción entre mis súbditos.” El es también conocido por haber ayudado a un grupo de judíos prominentes a ocultarse en su palacio de los ojos fisgones de las autoridades de Vichy. Los esfuerzos del Rey son todavía recordados por los judíos hoy cuando ellos le rinden tributo amorosamente.

Pero aun cuando las intenciones del gobierno marroquí fueron buenas, estaban comenzando días más oscuros para la amistad musulmana-judía que finalmente los separarían.

Cuando fue fundado el Estado de Israel en 1948, el creciente sentimiento anti-judío y una poderosa maquinaria de propaganda aumentaron la inquietud que sentían los judíos y provocó que abandonaran Marruecos en manadas hacia Israel. Hubo otra ola de inmigración debido al antisemitismo y así ellos dejaron la región durante los años 1956 a 1967. Hoy, el número de judíos en el país está bajo en unos meros 2,500.

Hoy, los ecos de esta dolorosa separación pueden sentirse todavía en las calles de Marruecos y en las palabras de marroquíes musulmanes y judíos. Un anciano marroquí recuerda amorosamente los viejos días en que sus amigos judíos estaban por ahí: ‘Yo los ayudé a cargar su equipaje en los autobuses. Con ellos, se fue su bella comida. No queríamos que partieran. Ya no bailamos el tradicional Ahwach’. Los vendedores explican cómo los mercados zumbaban de actividad cuando los judíos estaban alrededor y los judíos marroquíes que partieron durante esos días explican cómo nunca dejaron de extrañar sus casas en Marruecos. Pinhas Suissa, un judío marroquí retornado, habló sobre cómo los judíos marroquíes se apegaron juntos en Israel y formaron una banda de Ahwach para tocar música toda la noche debido a que no querían perder sus vínculos con Marruecos; los que eligieron permanecer, a pesar de los riesgos, dicen orgullosamente que nunca lamentaron sus decisiones cuando los rumores anti-judíos resultaron ser sólo rumores.

Aunque la generación más joven no está tan familiarizada con el pasado judío del país, aun así observa respetuosamente a los judíos que regresan a Marruecos, ya sea como residentes permanentes o turistas. Incluso hoy, las dos comunidades se las arreglan para mantener intacta su sólida conexión a pesar de incidentes traumáticos que pusieron a prueba su amistad. Por ejemplo, cuando fue atacado un centro comunitario judío en Casablanca hace 13 años, matando a 40 e hiriendo a 100, funcionarios del gobierno israelí llamaron a los judíos marroquíes a reestablecerse en Israel. Pero los residentes judíos de Marruecos prefirieron quedarse y el Secretario General del Consejo de Comunidades Judías de Marruecos dijo que los judíos estaban cómodos en Marruecos y no tenían ninguna intención de partir.

Marruecos es un buen ejemplo en que muestra cómo dos comunidades de credos diferentes, percibidas por muchos como enemigas, pueden de hecho coexistir armoniosamente con amor y respeto mutuos. No hace falta decir que las cosas no siempre fueron perfectas; han habido épocas en que ocurrieron incidentes indeseables – y todavía ocurren de vez en cuando- pero no reflejan el sentimiento general de las comunidades, y tales incidentes son en su mayoría casos solitarios.

El amor y la amistad tienen sus formas para ganar, y como muestra claramente el caso marroquí, hay una posibilidad de mantenerse lejos de los conflictos o de mantener las peleas de los políticos lejos de las vidas diarias de la gente y de mantener buenas relaciones a un nivel de base.

Dios ama el amor, la paz y la amistad, especialmente entre culturas, civilizaciones y naciones diferentes. Ese es el motivo por el cual El creó tan bellamente esta diversidad asombrosa en nuestro mundo. En un versículo coránico, nuestro Señor Todopoderoso explica que la razón por la que somos creados como naciones diferentes es para que lleguemos a conocernos unos a otros. (49/13) Los musulmanes marroquíes y los judíos marroquíes han llegado a apreciar esta belleza y dieron una gran lección al mundo. Teniendo esta gran cultura de coexistencia, amistad y respeto mutuo, creemos que ellos pueden lograr aún más y mostrar al resto del mundo cómo dos comunidades pueden amarse, respetar y coexistir pacíficamente entre sí, a pesar de las diferencias.

Fuente: Morocco World News – Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

Autor: Harun Yahya es un prominente escritor turco. El ha escrito más de 300 libros traducidos a 73 idiomas sobre política, religión y ciencia.