GRANT RUMLEY

Lo que dicen las negociaciones acerca del proceso de paz.

Esta semana, el gobierno francés, que ha intentado hace mucho tiempo de ayudar a negociar una paz duradera entre Israel y los palestinos, lanzará su último intento con una conferencia internacional en París. La cumbre ha llegado a los titulares no debido a su sustancia sino debido a su formato inusual: no fueron invitados ni los israelíes ni los palestinos. En su lugar, se reunirán funcionarios de Europa, Asia, y el Medio Oriente para preparar el terreno para conversaciones directas futuras entre las dos partes en una solución de dos estados.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, tanto como otros funcionarios israelíes, sostiene que poco bueno puede llegar de una iniciativa multilateral que excluya a Israel. Netanyahu argumenta que sólo las negociaciones directas pueden resolver el conflicto, y ha contestado con una oferta para reanudar las negociaciones bilaterales con los palestinos.

Pero para los palestinos, la conferencia representa una victoria doble. Por un lado, achica el rol de mediador principal de Estados Unidos al de mero participante. En la comunidad internacional general, la lógica dice que los palestinos creen que encontrarán un público más simpático, especialmente entre sus aliados europeos. Su abrumadora victoria por 138 a 9 en la votación del 2012 para actualizar su estatus en la Asamblea General de la ONU sólo fomenta esta creencia. Y como dijo en febrero Nabil Shaath, un alto funcionario del partido Fatah, “Cualquier cosa es mejor que el control estadounidense de las negociaciones.”

Por otro lado, alejando el proceso de paz de las negociaciones bilaterales y hacia un foro multilateral, los palestinos esperan que la conferencia podría resultar en parámetros internacionales vinculantes para un futuro estado palestino. Como argumentó un conjunto de altos funcionarios de Fatah y la Autoridad Palestina conocido como el Grupo de Estrategia Palestina en un informe del año 2015, una “ruta internacionalizada” aseguraría que “cualquier negociación futura desempeñe el rol de implementar lo que ya ha sido respaldado internacionalmente.” De igual manera, en septiembre pasado, el líder palestino, Presidente Mahmoud Abbas, pidió un “proceso de paz colectivo y multilateral” que se parecería a las “negociaciones difíciles para los Balcanes, Libia e Irán.” En otras palabras, los palestinos esperan que la conferencia de París comience un proceso de tercerizar en la comunidad internacional las cuestiones de negociación de estatus final.

Los orígenes de su estrategia de conferencias se encuentran en el acuerdo nuclear iraní del verano pasado. En las conversaciones que produjeron ese acuerdo, los líderes palestinos vieron a las potencias mundiales reunirse para firmar un acuerdo por sobre las objeciones enérgicas de Israel. En noviembre del 2015, tres meses después que fuera alcanzado el acuerdo, Mohammad Shtayyeh, un funcionario de alto rango de Fatah y un veterano negociador de paz, solicitó una conferencia similar, citando las negociaciones nucleares como precedente. “Si hubo una conferencia de Ginebra para Irán,” preguntó Shtayyeh, “¿por qué no debe haber una conferencia internacional para Palestina?”

Aunque esta versión de una conferencia de paz puede parecer nueva, las campañas de los palestinos para el reconocimiento internacional no lo son. Desde el año 2011, cuando el liderazgo palestino jugó con la idea de someter una resolución de independencia al Consejo de Seguridad de la ONU, los palestinos han promovido su campaña “Palestina 194”, una política para hacer de palestina el 194o país reconocido por las Naciones Unidas. Un año más tarde, los palestinos llevaron su intento ante la Asamblea General de la ONU, asegurando una mejora de estatus como un estado observador no miembro. Para el año 2014, los palestinos se habían enrolado en docenas de organizaciones internacionales, lo que los envalentonó a regresar ante el Consejo de Seguridad de ONU para intentar otra resolución de independencia. Cuando fracasó ese intento, firmaron el Estatuto de Roma y se unieron a la Corte Penal Internacional (CPI), una medida que esperaban les permitiría formular cargos contra Israel por presuntos crímenes de guerra.

Sin embargo después de unirse a la CPI, los palestinos golpearon un muro de ladrillos. Durante años, los funcionarios palestinos insistieron en que el verdadero objetivo final de Palestina 194 era la pertenencia a la CPI. Ahora que habían logrado eso, sus amenazas sobre acciones futuras suenan vacías. Un alto funcionario de Fatah me dijo en el año 2013 que unirse al tribunal serviría como una carta de triunfo que correría el equilibrio de fuerzas contra Israel amenazando a sus líderes con acciones legales internacionales. Otra importante figura de Fatah describió la pertenencia a la corte como un “último recurso” que señalaría el fin de las negociaciones de paz, ya que cristalizaría el cambio lejos de las conversaciones bilaterales al ámbito internacional. Pero desde que los palestinos se unieron a la CPI, se han encontrado en el purgatorio legal internacional, con el fiscal Fatou Bensouda conduciendo todavía una extensa investigación preliminar de los hechos de la guerra de Gaza del 2014. La adhesión a la CPI puede haber preocupado a algunos funcionarios israelíes, pero es improbable que llegue por años cualquier fallo sobre presunto mal comportamiento israelí, y en cualquier caso, la investigación preliminar está también observando la presunta mala conducta de Hamas y otras partes palestinas en la guerra. Aún si fuera a llegar un fallo, tal veredicto no hará nada para crear un estado palestino.

Ese es el motivo por el cual los palestinos cambiaron su enfoque nuevamente a la comunidad internacional. Previamente este año, antes que la conferencia de París se volviera una realidad, Abbas redactó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU—similar a la que vetó Estados Unidos en el año 2011—solicitando un congelamiento de los asentamientos israelíes. Aun cuando la resolución no logró llegar a una votación, Washington ha señalado que puede no vetar una resolución similar en el futuro, dada la relación fría entre la administración e Israel y el precedente establecido por los dos presidentes anteriores en sus últimos mandatos en el cargo. Y hay razón para creer que los palestinos pueden regresar al Consejo de Seguridad de la ONU con una resolución nueva antes que expire el mandato del presidente estadounidense Barack Obama. De hecho, el informe 2015 del Grupo Estrategia Palestina instó al liderazgo a seguir una conferencia internacional con “resoluciones sucesivas de la ONU.”

Claramente los palestinos ven una ventana de oportunidad. Entre la decisión de la Unión Europea de etiquetar los productos fabricados en los asentamientos israelíes, y los actos de distintos parlamentos europeos para reconocer un estado palestino, los líderes palestinos sienten una ola de apoyo diplomático creciente. Sumen la reticencia del gobierno de Obama para tomar la iniciativa en el conflicto israelí–palestino en su último año, y no es difícil ver el motivo por el cual los palestinos piensan que nunca podrían tener una mejor oportunidad de internacionalizar su lucha que la que tendrán en el 2016.

La reunión en París puede provocar que tanto israelíes como palestinos participen en una futura cumbre de paz más tarde este año. O, podría producir nada más que discurso vacío en apoyo de la paz. Muy seguramente fomentará la confianza de Ramala en su campaña de internacionalización. Sin importar el resultado de la conferencia francesa esta semana, el hecho mismo que esté sucediendo representa una victoria para los palestinos.

Fuente: Foreign Affairs
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México