YVETTE ALT MILLER

1. Permanece en el cuarto

Un consejo común que se les da a las personas que están discutiendo es que “se tomen un descanso”. Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de Michigan descubrió que retirarse en la mitad de una discusión y abandonar el cuarto está asociado con tasas más altas de divorcio.

Los investigadores del programa  Early Years of Marriage (Primeros años de matrimonio) de la Universidad de Michigan, realizaron un estudio en el que siguieron a las parejas recién casadas durante sus primeros 16 años de matrimonio. Lo que descubrieron muchas veces iba en contra de la sabiduría prevaleciente: las parejas en las que uno o ambos integrantes reaccionaban ante las peleas dejando el cuarto tuvieron tasas de divorcio más altas que las parejas que hacían un esfuerzo por quedarse y continuar conversando, incluso cuando la conversación era estresante. Dejar físicamente el cuarto es visto como algo particularmente tóxico.

Y si bien las pausas siguen siendo un buen consejo en ciertas ocasiones -por ejemplo si hay un riesgo de que la situación se torne violenta-, permanecer en el cuarto y conversar con la pareja muestra que estamos comprometidos a encontrar juntos la solución y puede ayudar a que se fortalezca la relación.

2. Repite lo que tu pareja acaba de decir

Las parejas que discutieron se sintieron mejor sobre la discusión que tuvieron -y sobre la relación en general- cuando sintieron que su pareja empatizaba con sus sentimientos. Esta fue la conclusión de un estudio que realizó Harvard en conjunto con el Bryn Mawr College.

Los investigadores les pidieron a las parejas que conversaran sobre temas que sabían que causarían división y grabaron las conversaciones. Después, las parejas que vieron los videos se sintieron mejor respecto a la relación cuando era obvio que su pareja sentía empatía con lo que le decían (este resultado fue particularmente fuerte en las mujeres). La experiencia de saber que tu pareja se esfuerza por entender tus ideas es un poderoso predictor de la felicidad, incluso cuando la raíz de nuestros desacuerdos continúe existiendo.

Hace dos mil años, el sabio judío Hilel reconoció el poder de la empatía, recomendando: “No juzgues a tu prójimo hasta que hayas estado en su lugar” (Pirkei Avot 2:5). Nunca podemos saber realmente lo que otra persona está pensando, pero como muestra una investigación moderna, hacer el esfuerzo para intentarlo nos acerca el uno al otro.

En ocasiones lo único que hace falta es preguntar: “¿Es esto lo que estás diciendo?”, o tratar de expresar en tus propias palabras los argumentos de tu pareja, para asegurarle que, a pesar de las diferencias, realmente te importa como persona y empatizas con lo que está viviendo.

3. Evita menospreciar

El terapeuta matrimonial y autor Dr. John Gottman ha grabado a miles de parejas peleando y cree haber identificado el rasgo que tiene el mayor potencial para destruir una relación y convertir un desacuerdo en una gran pelea: las expresiones que transmiten desprecio.

Los gestos como poner los ojos en blanco, burlarse o tener actitudes pasivo-agresivas como corregir el lenguaje del cónyuge en lugar de referirse exclusivamente al tema en discusión es, de acuerdo a Gottman, “el mayor predictor de divorcio” en un matrimonio.

Tales gestos de desprecio están “esencialmente ausentes en las relaciones felices”, afirma.

Esto me recuerda una famosa enseñanza judía. El Rey Salomón, considerado la persona más sabia que haya vivido, advirtió que las peleas y las actitudes negativas tienden a empeorar. “El acero afila al acero; asimismo, un hombre afila a otro” (Proverbios 26:18). Así como los utensilios de acero se afilan mediante la fricción, lo mismo ocurrirá con nuestras relaciones personales si no somos cuidadosos. El menosprecio y los malos sentimientos tienden a reforzarse mutuamente.

4. Intenta sonreír

Sonreír es una de las maneras de calmar una situación emocionalmente estresante, incluso cuando la sonrisa que pones es falsa. Investigadores de la Universidad de Kansas descubrieron que cuando las personas se esfuerzan por sonreír tienen niveles de estrés muy inferiores incluso si la sonrisa es forzada. Sonreír es una forma de calmarse, liberar endorfinas y aminorar las pulsaciones.

Sonreír también puede tener un profundo efecto en quienes nos rodean, tranquilizándolos y ayudándolos a sentirse más cerca de nosotros. El grandioso Shamai aconsejó: “Recibe a todos con un rostro alegre” (Pirkei Avot 1:15). La forma en que miramos a las personas puede afectar su ánimo. De hecho, el fundador del movimiento judío de musar (ética), Rav Israel Salanter, explicó que nuestros rostros no son propiedad privada. Las expresiones que adoptamos tienen el poder de tranquilizar a los demás, por lo que tenemos la responsabilidad de sonreírles. Hacerlo puede ayudar a calmar una situación… y también a conectarnos con los demás.

5. Apaga los aparatos

Las personas reportan sentir que sus cónyuges son menos empáticos cuando hay un teléfono cerca, incluso si nadie lo está usando. Ese es el resultado de un reciente estudio inglés, el cual descubrió que las parejas que se rodean de aparatos electrónicos muestran niveles menores de confianza y empatía y una calidad inferior de relación. Las parejas que interactúan en las cercanías de aparatos electrónicos como teléfonos celulares tienen conversaciones de menor calidad y se sienten menos conectados y cercanos a sus cónyuges.

Un momento ideal para experimentar con la liberación de la electrónica es Shabat. Si aún no lo haces, planea una cena de Shabat con tu cónyuge y, cuando esté llegando el ocaso en la tarde del viernes, apaga tus artefactos electrónicos. Esto envía el mensaje de que estás completamente enfocado en tu pareja.

No tener artefactos electrónicos está asociado con niveles más altos de felicidad y bienestar. Y los beneficios van más allá de la construcción de una relación más fuerte: quienes apagan sus aparatos en Shabat dicen que sus horas sin aparatos electrónicos son el momento más feliz de la semana.

Y, por último, deja las grandes discusiones para momentos en los que estés relajado, descansado y sin hambre, para asegurarte de enfocarte en los temas reales y no en el cansancio o el hambre.

Fuente:halajadiaria.com