JONATHAN SCHANZER

Las sanciones bancarias no detendrán los armamentos de Irán.

“Después de muchos años de sanciones tomando como blanco a Hezbolá, hoy el grupo está en su peor forma financiera en décadas,” declaró Adam Szubin, el subsecretario en funciones del Tesoro para Inteligencia de Terrorismo ante una audiencia en el Congreso la semana pasada. “Y puedo asegurarles que, junto con nuestros socios internacionales, estamos trabajando duro para ponerlos fuera del negocio.”

Szubin puede estar en lo correcto en que las sanciones están sacando un bocado de las finanzas de Hezbolá. El Congreso promulgó la legislación en el año 2015 — la Ley de Prevención de Financiación Internacional a Hezbolá — que castiga a bancos que hacen negocios a sabiendas con Hezbolá. Esto ha llevado a una purga en el sistema bancario de Líbano; los bancos se están deshaciendo de las cuentas de Hezbolá. Al menos los que desean permanecer conectados dentro del sistema financiero internacional lo están haciendo. Un informe sugiere que han sido cerradas tantas como 10,000 cuentas.

Y ahora el lugarteniente de Szubin, el Secretario Adjunto del Tesoro Danny Glaser, está presionando más. Él estuvo en Líbano la semana pasada, donde dio una lista de cerca de 100 nombres de objetivos financieros de Hezbolá al gobernador del Banco Central, quien prometió tomar acciones contra ellos. Los objetivos van desde medios noticiosos de Hezbolá a figuras políticas y combatientes.

La fuerte dependencia de Hezbolá en los bancos de Líbano presenta una oportunidad enormemente importante para debilitar las finanzas del grupo. Pero nadie está poniendo a Hezbolá “fuera del negocio” en ningún momento. Hezbolá es una subsidiaria totalmente propiedad de Irán. E Irán acaba de negociar una ganancia inesperada masiva de u$s100 mil millones de conformidad con el acuerdo nuclear del verano pasado. Para Irán, Hezbolá es demasiado grande como para dejarlo caer.

Incluso el gobierno libanés está preparado para mantener en la oscuridad a los políticos de Hezbolá. Al-Sharq al-Awsat informa que el Tesoro libanés comenzó a pagar los salarios de ministros de gobierno pertenecientes a Hezbolá en efectivo a fin de evadir las sanciones estadounidenses.
Pero aparte del dinero, no olvidemos que incluso aunque Hezbolá mantiene un vasto imperio financiero ilícito, su negocio es el terrorismo. Y ahora mismo, aun cuando las capacidades militares del grupo nunca han sido más fuertes.

Un alto funcionario israelí me dijo hace poco que estimados de inteligencia de su país evalúan que la maquinaria de guerra de Hezbolá es más poderosa que el 90% de los ejércitos del mundo. El grupo tiene un arsenal masivo de cohetes de 150000, incluidos muchos con mayor precisión y carga útil que en el pasado. Un alto funcionario militar israelí me admitió en privado que el gran número de cohetes de Hezbolá ha obligado al establishment militar de Israel a reconsiderar la forma en que calcula su política de largo tiempo de mantener su “ventaja militar.”

Información de fuentes abiertas recopilada por la Fundación para la Defensa de las Democracias sugiere que Hezbolá tiene misiles tierra-aire, drones, misiles anti-tanque, misiles anti-buques y otro equipo militar avanzado. Hezbolá ha trabajado con Irán para contrabandear mucho de este armamento a su base de operaciones en Líbano en medio del caos de la guerra siria, donde Hezbolá está combatiendo en las líneas del frente para proteger al régimen de Assad. Y aunque el grupo ha sufrido fuertes bajas (tantas como 1300) en esa guerra, Hezbolá ha obtenido valiosa experiencia en combate en guerra que lo hará mucho más formidable en conflictos futuros.

Naim Qassem, un alto funcionario de Hezbolá, anunció hace poco que su organización no estaba buscando conflicto con Israel este verano. Pero esto es poco consuelo para los planificadores de guerra israelíes quienes advierten que cuando estalle el próximo conflicto entre estos dos actores, el combate será brutal. De hecho, el arsenal de Hezbolá ahora es muy vasto y muy letal como para esperar escaramuzas limitadas como se vieron en el pasado.

Y no es sólo Israel el que está haciendo sonar la alarma. El subsecretario-general saliente de Naciones Unidas, Terje Rod-Larsen, advirtió hace poco en los medios árabes que la participación de Hezbolá en la guerra siria, por no mencionar en otras partes del Medio Oriente, corre el riesgo de un contagio de las tensiones sectarias dentro de Líbano y más allá. El llamó a la comunidad internacional a desarmar a Hezbolá en virtud de la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que fue aprobada en el año 2004 pero no fue ejecutada nunca.

En otras palabras, una estrategia robusta para golpear a Hezbolá por sí misma es insuficiente. De hecho, el aislamiento financiero sin un medio creíble para debilitar militarmente al grupo podría empujar a Hezbolá inadvertidamente al campo de batalla. De hecho, cuando el grupo terrorista Hamas radicado en Gaza (también un satélite iraní) libró una guerra contra Israel en el año 2014, lo hizo para negociar una salida a su aislamiento financiero. El resultado final fue una guerra de 50 días.

Las sanciones del Tesoro a Hezbolá innegablemente están teniendo un impacto. Pero es muy pronto para dar la vuelta de la victoria. Sin una estrategia general para hacer frente a las fuerzas premonitorias de Hezbolá, incluso los esfuerzos más valientes por exprimir sus finanzas se quedarán cortos.

Jonathan Schanzer, un ex analista en finanzas del terrorismo en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, es vicepresidente de investigación en la Fundación para Defensa de las Democracias.

Fuente: The Washington Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México