Cientos de conversos al judaísmo estudiantes del Ulpán Amí se reunieron frente al Muro de los Lamentos en honor a las próximas festividades de Shavuot que marca la entrega de la Torá al pueblo judío hace 3,000 años y a menudo se le llama la “fiesta de los conversos”.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El grupo de 500 conversos fue acompañado de miembros del personal de Amí y las familias que los apoyaron desde sus estudios en el Ulpán hasta finalizar el proceso en un tribunal de conversión.

El rabino Haim Druckman, presidente de Amí, quien anteriormente se desempeñó como director de la Autoridad de Conversión del Estado expresó en el evento: “Esta es una gran generación para el pueblo judío que vuelve a casa. Vemos el cumplimiento de las profecías de los profetas de Israel ante nuestros ojos.”

Druckman citó un versículo del Talmud que describe cómo las almas de los futuros conversos al judaísmo estuvieron presentes en la entrega de la Torá: “Las raíces de sus almas estaban en el Monte Sinaí con todo Israel, que también está conectado a la Torá”, y pidió a la congregación a unirse para recitar la oración de “Shemá Israel.”

En el evento, una pareja compartió su historia a un grupo de participantes aún en medio del proceso de conversión.

Mali, procedente de Ecuador, conoció a Noam en Tailandia. Ambos se enamoraron y decidieron casarse. En el proceso, Malí decidió convertirse al judaísmo, y fue guiada por el Ulpán Amí.

“Deseaba tanto ser judía,” expresó Mali. “Los profesores me acogieron con amor y me ayudaron a través del proceso. Cuando los jueces del tribunal de conversión me dijeron que me recibían al pueblo judío, no pude contener las lágrimas”.

“Esta es la primera vez en mi vida que había participado en un evento tan conmovedor,” dijo Ana. “¡Qué sensación de magia y santidad se experimenta junto al Monte Moría [el Monte del Templo], como un espíritu santo que rodea … No podía dejar de llorar de la emoción al escuchar a las personas a mi alrededor y sentir la santidad del lugar. Era algo que se respiraba. Mi alma ya estaba allí, enterrada en el interior para siempre.”

Fuente: Arutz Sheva

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