JULIÁN SCHVINDLERMAN

El reconocimiento extendido al Estado de Israel por el presidente Demócrata Harry Truman apenas once minutos después de que David Ben-Gurion proclamara la Declaración de la Independencia en 1948, es historia antigua. El recorrido ideológico de los Demócratas ha cambiado significativamente desde entonces. Una encuesta de Frank Luntz publicada por The Times of Israel en julio de 2015 dejó ello en alarmante evidencia.

Ante la pregunta sobre la influencia israelí en la política exterior norteamericana, el 76% de los Demócratas (versus 20% de los Republicanos) opinó que Israel tiene “demasiada influencia”. Acerca de si Israel quiere la paz con los palestinos, menos de la mitad de los Demócratas -el 48%- cree que sí (versus 88% de los Republicanos). Al ser consultados a propósito de si Estados Unidos debiera apoyar a Israel o a los palestinos, el 51% de los Demócratas sostuvo que sí (versus 90% de los Republicanos). El 46% de los Demócratas se manifestó “pro-Israel” (versus 88% de los Republicanos) mientras que apenas el 4% de estos últimos se declaró “pro-palestino” en oposición al 27% de los Demócratas. ¿Es Israel un país racista? El 47% de los Demócratas opinó que sí, en contraste con el 13% de los Republicanos. ¿Son los asentamientos un impedimento a la paz? El 75% de los Demócratas así lo ve, contra un 25% de los Republicanos. Cuando se les preguntó si votarían a un candidato local que respaldase a Israel y su derecho a la autodefensa, sólo el 18% de los Demócratas dijo que sí (versus 76% de los Republicanos). Consultados si votarían a un candidato local crítico de la ocupación israelí, el 6% de los Republicanos y el 45% de los Demócratas respondió afirmativamente.

De los dos candidatos a la nominación presidencial, Hillary Clinton es la más moderada en este campo, y uno todavía recuerda de qué manera el Departamento de Estado cuestionó a Israel durante su gestión. Notoriamente, en el 2010 sermoneó durante 45 minutos por teléfono a Netanyahu por autorizar la construcción de asentamientos. No tan épico quizás como el gesto anti-diplomático de una antecesora suya, la también Demócrata Madeleine Allbrigth, quien tropezando en sus tacones altos y gritando a los guardias “¡Cierren las puertas! ¡Cierren las puertas!”, persiguió a Yasser Arafat, que, muy ofendido, estaba por abandonar la residencia del embajador estadounidense en Paris en medio de negociaciones de paz con Ehud Barak, en el 2000. El judío Bernie Sanders acusó a Israel de haber matado a “diez mil inocentes” (!) durante la última guerra con Hamas y declaró que “en la medida en que [los israelíes] quieran tener una relación positiva con nosotros, creo que tendrán que mejorar su relación con los palestinos”. Pero ya lo sabemos: cuando las cosas pueden empeorar, lo harán. Y así, el mes pasado fueron elegidos los quince nuevos miembros del comité del Partido Demócrata responsable de remodelar su plataforma política… y algunos de los seleccionados no lucen precisamente súper-sionistas.

De ellos, Clinton nombró a seis, Sanders a cinco, y la titular del Comité Nacional, Debbie Wasserman Schultz, a cuatro. Tres de los elegidos son decididamente hostiles a Israel, otros son críticos de Israel y algunos son favorables a Israel. Entre estos últimos están los congresistas Elijah Cummings y Howard Berman así como la filántropa Bonnie Schaefer. Entre los críticos se cuenta a la congresista Bárbara Lee, quien condenó a Israel por su respuesta militar al movimiento terrorista Hamas durante la confrontación de 2008, y a Neera Tanden, titular del (progre) Center for American Progress, quien es una crítica feroz del gobierno Likud. El lobby judío de ultra-izquierda J-Street respaldó a los cinco Representantes que se asientan en este comité. Las gemas están en cabeza de Keith Ellison, el primer congresista musulmán y duro censor del estado judío; James Zogby, presidente del Arab-American Institute, quien ha pujado por distanciar al Partido de Israel; y el profesor Cornel West, quien en el 2014 acusó a Israel de cometer crímenes contra la humanidad. A la vez, Zogby y West han apoyado al movimiento BDS (Boicots, Desinversiones, Sanciones) contra Israel. También ingresó al comité Wendy Sherman, la principal negociadora de Barack Obama en torno al pacto nuclear con Irán.

“Sería errado prejuzgar lo que producirán” advertía Jonathan Tobin en la revista Commentary, “pero basta decir que con semejante grupo nadie debiera esperar que su trabajo diga algo acerca de que Jerusalem es la capital de Israel o note que Israel ya ha tomado riesgos por la paz que han sido reiteradamente rechazados”. Tristemente, luce factible que la nueva plataforma del Partido buscará un balance entre israelíes y palestinos, adjudicando iguales porciones de responsabilidad por la ausencia de la paz a israelíes y palestinos en Cisjordania, y creará falsas equivalencias morales en circunstancias de guerra entre un aliado democrático y su enemigo islamista en Gaza. Eso será lo más “ecuánime” que con realismo se podrá esperar de un comité así integrado. Los editores del Wall Street Journal lamentaron el alejamiento Demócrata de Jerusalem con estas palabras: “La pena de todo esto es que el apoyo a una democracia liberal robusta como Israel debiera emerger naturalmente en el Partido Demócrata. La última vez que revisamos, era mejor ser una mujer, u homosexual, o ecologista o disidente político en Tel Aviv que en Gaza. Mientras escriben la plataforma de su partido, los demócratas podrían preguntarse por qué Israel, el único país de Oriente Medio que comparte plenamente sus valores, debe ser el que más buscan condenar”.

Hillary y Bernie podrían dedicar un par de minutos a reflexionar al respecto.

Fuente:periodicocomunidades.com