ZVI BAR’EL

Las estrechas relaciones entre Turquía e Israel son de suma importancia, pero Israel pudo haber finalizado la crisis hace seis años, incluso a pocos días del trágico incidente de mayo de 2010, cuando murieron nueve ciudadanos turcos (un décimo sucumbió a sus heridas cuatro años después) durante la intercepción de la flotilla turca con destino a la Franja de Gaza. Inmediatamente después, Turquía exigió sólo una disculpa e indemnización a las familias de los muertos: su demanda de poner fin al bloqueo de Gaza aún no era una condición no negociable que causó el retraso de varios años.

Israel accedió a pagar una indemnización y, posteriormente, a instancias del presidente estadounidense Barack Obama, el primer ministro Benjamín Netanyahu se disculpó. Ésta podría haber sido una oportunidad para retirar el bloqueo de Gaza – o por lo menos acordar los términos incluidos en el convenio actual. Después de todo, la construcción de la central eléctrica, el hospital, la planta de desalinación, y el envío de ayuda a través del puerto de Ashdod no pondrá fin al bloqueo y permitirá libertad de movimiento hacia y desde la Franja de Gaza, por lo que no se habría visto como una capitulación por parte de Israel.

En este tema, Turquía ha capitulado: Se retractó de su ultimátum de poner fin al bloqueo.

Sin embargo, esto no debe ser visto como un logro israelí. Más bien, pinta a Turquía como el único país que aún se preocupa por el 1.8 millón de habitantes de Gaza, mientras que Israel es visto como el que otorga legitimidad a las relaciones de Turquía con el liderazgo de Hamas en Gaza.

La cláusula que indica que Turquía no permitirá que Hamás realice acciones militares en su territorio aún permite al grupo terrorista mantener una representación en el país, utilizar su territorio como base para la actividad diplomática y, sobre todo, recaudar fondos.

Por otra parte, Turquía probablemente no logrará persuadir a Hamas para fungir como intermediario en las negociaciones para el retorno de los israelíes desaparecidos en Gaza, ya que incluso antes de la firma del acuerdo, Turquía accedió a la petición de Israel de recaudar información de Hamas, sin resultado alguno.

Para Hamas, los israelíes desaparecidos y los cuerpos de dos soldados de las FDI capturados en la guerra de Gaza de 2014 son elementos de negociación con Israel, y por lo tanto no querrá utilizarlos para recompensar a Turquía por la reconciliación con Israel. El acuerdo no está condicionado a su regreso, ya que Israel no quiere ser visto como que está negociando con Hamas.

Esta postura israelí es peculiar, ya que si Hamas ofreciese emprender dichas negociaciones, Israel casi seguro estaría de acuerdo.

Pero sería un error ponderar los costos y los beneficios del acuerdo a través del prisma de Hamas, o en términos de su precio económico – 20 millones de dólares, que Israel pagará a un fondo para compensar a las familias de los turcos muertos. Una estrecha relación entre Turquía e Israel es de suma importancia estratégica.

Previo al incidente de la flotilla, Turquía requería a Israel como un puente a Estados Unidos. Hoy en día, ya no lo necesita para ese fin; La deteriorada posición de Israel en la Unión Europea, y, en gran medida, en América también, significa que el país no tiene la importancia que una vez tuvo en este sentido.

Pero Turquía, al igual que Israel, está buscando nuevos amigos en la región tras el colapso de la política de “cero problemas con los vecinos” del presidente, Recep Tayyip Erdogan. Un año después de la flotilla, empeoran sus relaciones con Siria y en julio de 2013 se da otro deterioro con Egipto,cuando Erdogan se niega a reconocer la legitimidad del gobierno del presidente egipcio Abdel-Fattah al-Sissi.

Los países del Golfo, como Arabia Saudita, vieron a Turquía como un rival y fue tratado como persona non grata hasta principios de este año, cuando el rey saudí Salman lo trajo a su coalición sunita contra Irán.

Libia, donde Turquía tenía varias inversiones, se está desintegrando. Y Rusia ha hecho todo lo posible para humillar y dañar a Turquía desde que los turcos derribaron un avión de combate ruso cerca de la frontera con Siria el año pasado.

Israel no puede propiciar una reconciliación de Turquía con Egipto o Rusia, al igual que Turquía no puede fomentar un acercamiento entre Israel y Arabia Saudita. Pero ambos tienen otros intereses además del deseo de Israel de vender gas natural a Turquía y la esperanza de los turcos de diversificar sus fuentes de gas natural a fin de reducir su dependencia del gas ruso.

Ambos están amenazados por la guerra civil de Siria y tienen un gran interés de influir sobre su resultado; ambos están peligrosamente cerca de la base de operaciones del grupo Estado Islámico, y ambos son actores en la política de EE.UU. y Europa en el Medio Oriente.

Es demasiado pronto para hablar de una cooperación bilateral en materia militar, pero la conjunta coordinación diplomática y estratégica – tanto bilateral como multilateral, con Estados Unidos y Europa – es posible en un futuro cercano.

Es importante recordar, por lo tanto, que no se trata de un tratado de paz entre países enemigos, sino de un convenio para rehabilitar los lazos entre dos países y dos pueblos que gozaban de excelentes relaciones en el pasado. Aunque el acuerdo llegue tarde, es muy necesario.

Fuente: Haaretz

Traducción: Esti Peled

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