Remontándonos a la década de los 80’s podemos encontrar a una de las atletas judías más importantes de toda la historia: Yelena Shushunova. La historia de Yelena es quizá una de las más peculiares en la historia de los Juegos Olímpicos veraniegos.

ISAAC SHAMAH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

A principios de los 80’s, Shushunova era la máxima promesa de la gimnasia rusa en la categoría juvenil, arrasaba con todo en uno de los países que históricamente ha sido potencia en este deporte.

Para las olimpiadas de 1984, Yelena era la gimnasta favorita en todas las categorías, sin embargo, en aquellos tiempos la Unión Soviética y Estados Unidos se encontraban en plena Guerra Fría y para mala fortuna de Yelena las olimpiadas de aquella edición fueron en Los Ángeles, debido a esto la Unión Soviética decidió hacer un boicot y no permitirle a sus atletas participar en dichas olimpiadas.

Al no poder asistir a los Juegos Olímpicos, Shushunova se encontraba algo triste, pero no se dio por vencida y a partir de que terminaron los juegos ella dominó la gimnasia olímpica de 1985 a 1987, en esos tres años consiguió ganar varias medallas en campeonatos europeos y mundiales; sin embargo, Yelena seguía teniendo esa espinita clavada, porque quería ganar en la máxima categoría para una gimnasta, ella quería ganar en los Juegos Olímpicos.

Para 1988 la situación cambió, las olimpiadas serían en Seúl, los soviéticos asistieron y Yelena seguía siendo favorita en varias categorías, pero con un poco de años más, el panorama y la competencia resultaban más complicados.

A pesar de todas las trabas, Yelena consiguió ganar Oro en la competencia de todas las pruebas a nivel individual y otra más en equipo, además de haber ganado la plata en barras paralelas y el bronce en asimétricas.

Tras los Juegos Olímpicos de Seul, Yelena consideró que ya había hecho todo lo que tenía que hacer en el mundo de la gimnasia olímpica y de gran manera decidió culminar su carrera.

En el 2004, Shushunova fue inducida al Salón de la Fama Internacional de Gimnasia y en el 2005 fue elegida para “vivir eternamente” en el Salón de la Fama del mundo deportivo judío.