THE JERUSALEM POST

La verdad es que, incluso la mejor información en el mundo no puede marcar y frustrar planes terroristas de “lobos solitarios.”

Es fácil criticar en retrospectiva los fracasos evidentes de la policía y servicios de seguridad franceses que llevaron al ataque terrorista en Niza el jueves. Los bloques camineros plásticos colocados junto al paseo no pudieron impedir que el camión pesado manejado por el terrorista mate a 84 personas y hiera a cientos.

Pero la verdad es que, incluso la mejor información en el mundo no puede marcar y frustrar planes terroristas de “lobos solitarios.” Los servicios de seguridad pueden plantar agentes dentro de células terroristas, prestar atención a predicadores militantes en mezquitas que intentan radicalizar a gente joven, pinchar teléfonos y entrar en sus computadoras. El terrorista de Niza –de origen tunecino– no tenía ningún historial previo, no estaba bajo el radar de los servicios de seguridad franceses, y su único encuentro con la ley fue su golpiza a su esposa. Los servicios de seguridad no pueden saber lo que pasa dentro de la cabeza de una persona que un día decide convertirse en terrorista.

Los israelíes conocen esta experiencia, particularmente en los últimos 10 meses de una ola de violencia y terror palestinos, caracterizada por lobos solitarios sin ninguna afiliación organizacional.

El ISIS se adjudicó responsabilidad por el ataque en Niza, pero en los últimos años ellos se adjudicaron el crédito por incidentes terroristas que no fueron ni iniciados ni organizados por el Estado Islámico. Este es un síntoma de la decadencia del Estado Islámico en los campos de batalla en Siria e Irak. Cuanto más terreno pierde y colapsa la idea del califato, más probable es que el grupo lleve a cabo ataques terroristas en el exterior al viejo estilo de su rival al-Qaida pero con su ferocidad y crueldad característicos. Las autoridades francesas dijeron que el atacante pasó por un proceso muy rápido de radicalización hace poco sin agregar ningún otro detalle.

Pero Francia, que es destacada entre sus vecinos occidentales como el objetivo primordial para los terroristas musulmanes, podría haberlo hecho mejor. En los últimos tres años casi 250 personas han sido asesinadas en su suelo en ataques terroristas.

Francia tiene que llegar a un acuerdo con la noción que está bajo constante amenaza del ISIS y al-Qaida en el exterior, y de sus propios ciudadanos que actúan solos o están inspirados por el ISIS o son enviados por el grupo.

Francia ya declaró que aumentaría sus operaciones aéreas contra el ISIS en Irak y Siria, pero no es suficiente. Francia y el Occidente en general tienen que darse cuenta que necesitan adoptar medidas que impactarán su estilo de vida y rutina diaria.

Ellos tienen que mejorar la cobertura de inteligencia no sólo de los sospechosos potenciales e individuos sino también los vecindarios donde viven. Tienen que reclutar más analistas y expertos que hablen árabe con mejor conocimiento y comprensión de distintos dialectos y del Islam y el Corán. Ellos tienen que monitorear las mezquitas y predicadores radicales y si es necesario deponerlos de sus trabajos. Tiene que presentarse nueva legislación con leyes más estrictas. En la sociedad occidental libre, el péndulo en el rango entre democracia y seguridad hasta ahora se ha inclinado en dirección de sancionar los valores democráticos de libertad de movimientos, libertad de expresión, y privacidad. Ahora si las autoridades francesas llegan a la conclusión que la vida no es más sagrada que los valores que la acompañan, el equilibrio tiene que ser ajustado para que el péndulo se incline en la dirección de la seguridad a expensas de algunos valores.

Y aún así, aun si son adoptadas religiosamente todas estas medidas y más, nadie puede garantizar que será erradicado el terrorismo en suelo francés y contra objetivos franceses–y por tal caso europeos. Israel, con su enorme experiencia y medidas contra-terroristas innovadoras que son adoptadas mundialmente, no puede prometer a sus ciudadanos el 100% de éxito. Al-Qaeda comenzó sus operaciones en 1998, y llevó 10 años destruirlo casi por completo primero en Afganistán y luego en otras partes. El ISIS fue creado en los años 2012-2013 así que tomará algunos años más, pero su destino finalmente será similar al de Al-Qaeda.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México