Existe el precedente de que también el príncipe Turki bin Faisal al Saud se reunió abiertamente, hace no mucho, con altos oficiales israelíes.

ESTHER SHABOT

El orden que prevaleció en Oriente Medio a lo largo de décadas se ha desmoronado en los últimos años, y una de las pruebas de ello es la insólita reciente visita a Israel de una delegación encabezada por Anwar Eshki, un alto general retirado saudita. A pesar de que el Ministerio de Exteriores del reino árabe respondiera a la prensa que tal delegación no tenía carácter oficial y de que el propio general Eshki señalara que se trataba de una visita privada, resulta evidente que dada la prohibición gubernamental saudita a sus ciudadanos de visitar países como Israel, Irán, Irak y Tailandia, el viaje de Eshki y acompañantes tuvo que contar con el visto bueno de las autoridades en Riad. Además, existe el precedente de que también el príncipe Turki bin Faisal al Saud se ha reunido abiertamente hace no mucho con altos oficiales israelíes como los generales retirados Yaakov Amidror y Amós Yadlin.

Estos contactos, impensables en la segunda mitad del siglo XX cuando Arabia Saudita encarnaba el liderazgo del boicot árabe total a Israel, revelan sin duda que las preocupaciones y prioridades del gobierno de Riad se han visto alteradas profundamente a raíz, tanto de la creciente amenaza que le significa el aumento del poder regional chiita, como del caos derivado de los efectos de la Primavera Árabe, uno de cuyos productos más ominosos ha sido el macabro Daesh o Estado Islámico. Y habría que añadir que de manera similar está reaccionando el gobierno egipcio encabezado por el presidente Al-Sisi, el cual envió en visita oficial a Israel el 10 de julio pasado, ni más ni menos que a su ministro de Relaciones Exteriores,Sameh Shoukry.

Durante su visita a Israel, Eshki se entrevistó con altos funcionarios del servicio diplomático israelí, lo mismo que con el coordinador de las actividades gubernamentales en Cisjordania, el general Yoav Mordejai. En tales contactos se abrió de nuevo el tema de la llamada “iniciativa de paz árabe de 2002” engendrada por Arabia Saudita, la cual ofrecía el reconocimiento y la apertura de relaciones del mundo árabe con Israel, a cambio del retiro israelí de los territorios ocupados a fin de solucionar la cuestión palestina. Eshki quien hace un mes en una entrevista dada al periódico israelí Yediot Ahronot había declarado que la iniciativa de 2002 tenía más oportunidades de prosperar hoy con la figura de Salman como nuevo monarca, no quiso sin embargo aparecer como traidor a la causa palestina. Con ese propósito durante su viaje a Israel hizo una vista a Cisjordania invitado por la Autoridad Nacional Palestina. Aprovechó el momento para declarar que a diferencia de los liderazgos políticos de otros países árabes del Golfo, como Kuwait y Bahrein, que hacen declaraciones fogosas e indignadas a favor de los palestinos, pero que nunca ponen un pie en la zona donde ellos viven, él, como árabe leal y solidario, sí se presenta en persona a atestiguar el sufrimiento de sus hermanos en los territorios ocupados por Israel. En otras palabras, Eshki, en su visita a Israel, escenificó la ambivalencia que vive el reino saudita en cuanto a su relación con el binomio Israel-Palestina.

Así que por lo pronto, es imposible saber hasta dónde puede llegar este acercamiento entre Arabia Saudita e Israel. Una relación menos hostil y de colaboración en asuntos económicos, estratégicos y de inteligencia que tienda a debilitar a sus enemigos compartidos, es ciertamente del interés de ambos. Sin embargo, este proceso será muy lento o se verá francamente paralizado si no existen avances en cuanto a una solución a la cuestión palestina, solución que parece estar cada vez más lejana dado que ni siquiera existe diálogo ni  proceso de negociación en curso.

Fuente: Excelsior – Esther Shabot