El ritmo circadiano de una persona o su reloj biológico determina la hora en que despierta y duerme, cuándo come e incluso su producción de orina y hormonas.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Durante mucho tiempo, los científicos han considerado que factores ambientales tales como la luz del sol y la temperatura del ambiente afectan el ritmo circadiano de los seres humanos y animales. Y saben que los trastornos del reloj biológico están asociados con el cáncer, las enfermedades mentales y los trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad.

Un estudio realizado en la Universidad Hebrea de Jerusalem, y publicado en la revista Nature Communications agrega un nuevo giro a la comprensión de los ritmos circadianos.

Al parecer, las interacciones sociales desempeñan un papel importante en la sincronización de los relojes internos.

Los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos a gran escala en los que manipularon las interacciones sociales y la exposición a la luz de más de 1,000 abejas en colonias libres en observación. Cada experimento se repitió de dos a cuatro veces.

Los resultados mostraron que el restablecimiento del ritmo circadiano mediante la manipulación del entorno social tuvo un efecto considerable durante varios días, incluso para las abejas de dos días de edad, que suelen estar activas durante todo el día, sin ritmos circadianos manifiestos.

Patrones en el ciclo social tuvieron un mayor impacto sobre el ritmo circadiano de las abejas jóvenes que el ciclo de luz. Cuando fueron retiradas de la colmena y monitoreadas individualmente en condiciones de laboratorio constantes, mantuvieron la fase del ciclo social, incluso sin contacto físico con otras abejas en la colonia.

“Demostramos por primera vez que las señales sociales pueden ajustar el reloj biológico de forma estable, incluso en animales que experimentan conflicto entre la exposición de la luz y los ciclos sociales,” explicó el profesor de Guy Bloch del Departamento de Ecología, Evolución y comportamiento de la Universidad Hebrea.

Hasta ahora, las interacciones con otros de la misma especie no se han considerado estímulos externos importantes en lo que se refiere al ritmo circadiano.

“Este estudio proporciona la evidencia más fuerte disponible sobre el poder de arrastre social, y hace hincapié en la importancia de estudiar los ritmos circadianos en un contexto ecológicamente pertinente y específico de la especie,” indicó Bloch.

La mejor evidencia de la influencia de la actividad social en el reloj interno se encuentra en los animales sociales que viven en cavidades oscuras, como las abejas y los murciélagos. Estas especies pueden ser especialmente sensibles a la influencia social, ya que los individuos pueden no experimentar directamente las condiciones ambientales, sino más bien basarse en la información obtenida de compañeros de grupo que se alimentan fuera de su domicilio.

El estudio indica que las señales sociales pueden ser importantes reguladores de los relojes internos de otros animales, incluyendo mamíferos, y podrían contribuir a la investigación de trastornos del sueño y del comportamiento.

Los científicos israelíes afirman que los ritmos circadianos en entornos naturales complejos pueden diferir profundamente de los que se producen en condiciones controladas de laboratorio.

“Los estudios realizados en el mundo real proporcionarán una mejor comprensión de la función y regulación de los relojes biológicos”, concluyó Bloch.

La investigación fue apoyada por becas de la Fundación de Ciencias de Israel y la Sociedad Japonesa para la Promoción de la Ciencia.

Fuente: Israel 21c / Abigail Klein Leichman

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