EMILIO CÁRDENAS

El  Canciller de Irán, Mohammad Javad Zarif, acaba de hacer una revelación realmente inesperada. Asombrosa, más bien. Ha anunciado que su país ha presentado recientemente a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AEIA) su programa nacional para la expansión de su capacidad de enriquecer uranio. De modo de llevarlo adelante tan pronto la espera decenal convenida el año pasado por Irán con la comunidad internacional representada por EE.UU., Rusia, China, Alemania, Gran Bretaña y Francia expire.

A toda máquina, por lo demás. Y, al revés de lo que ocurriera en el pasado, cuando Irán avanzara con su programa envuelto en el misterio y en la opacidad, esta vez el anuncio iraní se formula de frente, a la vista de todos. Con transparencia, guste o no lo que Irán está intentado hacer, que está lejos del camino de la paz.

Lo más grave es que esto se basa -nos dice- en una “cláusula adicional” anexada al convenio oportunamente suscripto con la comunidad internacional en virtud del cual Irán suspendió sus cuestionadas actividades nucleares, aunque sólo por el plazo de una década. “Cláusula adicional” que, pese a su importancia, había sido mantenida en la confidencialidad. Esa “cláusula adicional” ha sido entregada ahora por Irán a la AIEA, junto con el programa que, anticipa, pondrá oportunamente en marcha.

El trabajo previsto de enriquecimiento de uranio por parte de Irán comenzará, reiteramos, tan pronto culmine la suspensión por diez años acordada con la comunidad internacional. Al día siguiente mismo Irán volverá afanosamente a producir uranio enriquecido, esto es a trabajar en un rumbo que obviamente puede conducir a Irán hacia la posesión de armas nucleares. Para eso se prepara desde ahora y emite una preocupante señal.

Ante lo sucedido, es muy posible que el texto del referido acuerdo adicional tome pronto estado público y se conozca entonces su contenido.

Quienes pensaban que no estaba claro si Irán, tras su acuerdo del año pasado antes mencionado, volvería a trabajar en dirección a transformarse en una potencia militar nuclear, se engañaron. O, mejor dicho, fueron engañados por las naciones antes aludidas, que sabían perfectamente bien que Irán sólo acordó suspender -por una década- su marcha hacia la posibilidad de transformarse en potencia atómica. Circunstancia e intención que Irán acaba de anoticiar al mundo retomará de inmediato luego de cumplir con la suspensión decenal acordada. Así de claro. En enero de 2027, entonces.

Además, una vez transcurrida la década de suspensión acordada, Irán empezará a instalar nuevas centrífugas, hasta quintuplicar las más de 5000 máquinas que dejó de operar en función del acuerdo del año pasado.

Por esto los servicios de inteligencia alemanes acaban de alertar a todos que Irán sigue tratando de adquirir toda suerte de equipos y tecnología, con el obvio propósito de estar en condiciones de poder llegar a tener, tan pronto sea posible, armas atómicas.

Las intenciones de Irán no son tranquilizadoras. Y hacen inevitable que sus vecinos comiencen a tratar de anticiparse a lo que previsiblemente habrá de ocurrir y desaten la temida carrera por convertirse, también ellos, en potencias militares con armas nucleares. Gravísimo.

La sensación fea de haber sido de alguna manera engañados es difícil de evitar. Lo que supone, además, un amargo despertar a una realidad que evidentemente se nos había disimulado a todos, con la complicidad de quienes fueran los firmantes del acuerdo del año pasado que, está claro, supone tan sólo una espera relativamente corta. Porque existe aquello de tempus fugit, lamentablemente. Todo se precipitará en algún momento y las siniestras sombras de las armas nucleares volverán previsiblemente a flotar sobre todos nosotros.

Fuente:lanacion.com.ar