SARONA PARA ENLACE JUDÍO

Cuando se es un niño que no vive en una zona de conflicto, las noticias sobre los eventos violentos en otra parte del mundo llegan como un simple e irrelevante rumor para la mente infantil; alguna plática entre adultos o algunas confusas e impactantes imágenes de explosiones en la televisión.

Yo era un niño cuando comenzó la Segunda Guerra del Líbano, no recuerdo mucho sobre aquella guerra, apenas unas imágenes en la televisión con el humo de las explosiones elevándose sobre Beirut, varios de mis vecinos –que eran libaneses- nerviosos sobre la situación en su país, así como una manifestación en apoyo al Líbano en la embajada de ese país sobre el Paseo de la Reforma. Finalmente la guerra terminó y la vida –incluyendo la mía- siguió su curso, tanto en México como en el Oriente Medio.

Pasaron 10 años desde ese verano y mucho ha cambiado, ya no soy un niño y el Oriente Medio ha cambiado radicalmente.

La Segunda Guerra del Líbano no hizo más que afianzar el poder y la popularidad de Hezbolá en los años siguientes a la guerra, presentándose como los protectores y guerreros del Líbano. En Israel tuvo el efecto social y político que se repetiría en las siguientes guerras contra Hamás en la Franja de Gaza, las grandes batallas a campo abierto contra grandes ejércitos habían terminado definitivamente y ahora el ejército debía enfrentarse a fuerzas guerrilleras armadas hasta los dientes.

La calma duró 6 años más, en ese tiempo Hezbolá se empeñó en socavar poco a poco los cimientos políticos libaneses, bloqueando las elecciones, manipulando hábilmente a sus partidos políticos aliados y dejando al Líbano sin un presidente o gobierno efectivo durante meses, en más de una ocasión por cierto, Hezbolá ganó más y más poder y con la ayuda de Teherán logró convertirse en una especie de Estado dentro del Estado libanés.

El cambio en la marea llegaría en el 2012 cuando Siria comenzó a descender en el caos y la guerra civil, Hassan Nasrallah recibió órdenes de Teherán: había que proteger a su aliado mutuo, Bashar Al Assad.

Al inicio de su intervención y tras el surgimiento del Estado Islámico –y la infiltración de algunas de sus células en la frontera sirio-libanesa – lograron por un tiempo presentarse nuevamente como los protectores del Líbano, esta vez contra el Estado Islámico.

Pero poco a poco y conforme la guerra siria se volvía más brutal y cobraba más víctimas, la opinión pública comenzó a cambiar a lo largo de todo el mundo árabe. Lenta, pero seguramente, la figura de Hezbolá de valientes guerrilleros y libertadores se volvió la de una simple milicia iraní que solamente obedecía las órdenes de los mullahs de Irán

A lo largo del mundo árabe y musulmán suní, la oposición al grupo chiíta crece, incluyendo en Egipto (83%), Jordania (81%), Turquía (85%), Territorios Palestinos (55%), Túnez (53%) e inclusive en su propio país donde el 59% de los libaneses se oponen al grupo aunque divididos según la secta religiosa, 88% de los suníes libaneses y el 69% de los cristianos desaprueban al grupo a diferencia del 86% de los chiítas que siguen apoyando al grupo.

Pude comprobar esto al leer varias páginas sobre política libanesa en las redes sociales: comentarios como “Hezbolá es el nuevo ISIS”, “Son un ejército de ocupación iraní”, “Sólo nos usan como base militar”, “Apoyan al carnicero de Assad” comprueban que la opinión pública se ha vuelto contra ellos.

A pesar de esto, Hezbolá al mismo tiempo se ha vuelto mucho más poderoso y peligroso de lo que era en 2006: Nasrallah ya no teme decir abiertamente que Hezbolá es financiado por Irán o que está dispuesto a bombardear las plantas químicas de Haifa con el objetivo expreso de matar a miles de personas. Su poder sobre la política libanesa se ha incrementado y todo parece apuntar a que esto empeorará aún más con el paso del tiempo, a menos de que suceda alguna clase de evento milagroso.

Mientras la guerra continúa devastando a la vecina Siria, Hezbolá aumenta su poder y el gobierno libanés continúa demostrando su incompetencia y estancamiento; el Líbano pareciera continuar deslizándose hacia el abismo del conflicto una vez más. La situación sociopolítica puede cambiar en cuestión de meses y sobre todo en un lugar como el Oriente Medio donde, en un año, la guerra de Siria podría estar llegando a su fin y Nasrallah podría recibir una llamada desde Irán ordenándole que desate el infierno químico sobre Haifa.

Esto último es claramente una suposición personal; espero, sinceramente y de todo corazón, que no llegue a cumplirse, pero conforme la región continúa en crisis, el futuro no parece muy prometedor para el País de los Cedros.

Todo lo que pueden hacer los libaneses por ahora es tratar de seguir con sus vidas lo mejor posible y quizás tomar un café en el paseo marítimo de Beirut, La Corniche, mientras contemplan la ciudad que alguna vez fue llamada “el París de Oriente”.