El 29 de agosto de 1897, se inicia el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, un cónclave de tres días en el que el movimiento que llevó a la creación de un Estado judío en Palestina medio siglo después dio sus primeros pasos. Bajo la dirección de su visionario fundador Theodor Herzl, el movimiento fue democrático desde un principio y un año más tarde, en el Segundo Congreso Sionista, todos los delegados presentes habían sido elegidos por sus respectivas comunidades.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Pero la idea original de Herzl no era crear un movimiento popular. En su reciente biografía política, “Herzl: Theodor Herzl y la fundación del Estado judío”, Shlomo Avineri menciona que como periodista y dramaturgo, Herzl (1860-1904) primero pensó que podía convencer a su pueblo de la necesidad de un hogar nacional a través de una novela sobre el tema. Finalmente escribió su obra titulada “Altneuland”, (Vieja y Nueva Tierra) pero sólo se publicó en 1902.

Más tarde, esperaba poner en marcha el proyecto mediante el respaldo político y financiero de judíos filantrópicos e influyentes como el Barón Maurice de Hirsch – y la rama francesa de la familia Rothschild.

La idea era ingenua, ya que los banqueros e industriales probablemente tenían más que perder al identificarse públicamente con un esquema como este. Pero Herzl seguía aprendiendo, y si hubiese entendido desde un principio lo poco realista que era su sueño, probablemente no habría iniciado el camino.

Por último, Herzl decidió vender su idea a líderes mundiales como el Káiser alemán y el sultán otomano, pensando que podría convencerlos de ayudar a que los judíos vuelvan a su hogar ancestral. Ese fue otro fracaso.

Así que decidió crear un movimiento popular que se ocupe de este asunto con sus propias manos. Diez años antes de que Herzl comenzara su trabajo, los miembros del movimiento Hovevei Sión habían empezado a establecerse en Palestina trabajando la tierra, pese a que no pretendían crear una entidad política allí. Aunque este enfoque no era la primera opción de Herzl, fue el que dio al movimiento legitimidad, viniendo desde abajo, de entre las mismas personas a quienes representaba.

Poco después de la clausura del Primer Congreso Sionista, Herzl escribió en su famoso diario: “En Basilea fundé el Estado judío”. Pero incluso Basilea fue una segunda opción. Originalmente, Herzl había planeado realizar el evento en Munich, una ciudad más grande y más importante que la ciudad tranquila de Suiza que terminó siendo la sede de siete de los 11 congresos sionistas celebrados entre 1897 y el inicio de la Primera Guerra Mundial. Los judíos de Munich – especialmente los ortodoxos y el liderazgo reformista que habían destacado en la vida económica de la ciudad – se preocupaban de que dicha reunión podría crearles problemas.

El Congreso de Basilea se inició un domingo; el día anterior, Herzl asistió a la sinagoga, la cual no frecuentaba a menudo, e incluso fue llamado para decir las bendiciones de la Torá. Alquiló el casino municipal de la ciudad para el evento, y pidió a los 197 delegados ir vestidos de etiqueta.

Había mujeres presentes, pero sólo en el Segundo Congreso se les permitió votar, siendo este un logro teniendo en cuenta que las mujeres aún carecían del derecho de voto en Europa y Estados Unidos.

Durante los tres días, se fundó la Organización Sionista encabezada por Theodor Herzl y se crearon los diversos órganos internos para su funcionamiento. El congreso también adoptó el “Programa de Basilea”, que en su primera frase expresa explícitamente que “el sionismo busca establecer un hogar para el pueblo judío en Palestina garantizado en virtud del derecho público.” “Hatikva”, que ya era el himno de Hovevei Sión, fue adoptado por la Organización Sionista.

Casi 120 años después, la idea no suena menos audaz de lo fue en el momento.

Fuente: David B. Green

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