THE WALL STREET JOURNAL

Acuerdos laterales secretos permiten a Irán bordear los límites en el acuerdo nuclear.

Se rumora que Sócrates ha dicho que la única sabiduría verdadera es saber que no sabes nada, y tal vez deberíamos adoptar una versión del lema del filósofo griego en lo que respecta al acuerdo nuclear con Irán. A saber, nos estamos enterando nuevamente que lo que el gobierno de Obama dice que Irán puede hacer en virtud del acuerdo, y lo que Irán tiene permitido hacer, casi nunca son lo mismo.

La última discrepancia fue divulgada el jueves en un informe de David Albright y Andrea Stricker del Instituto para Ciencia y Seguridad Internacional (ISIS), un instituto político en Washington D.C. que se especializa en cuestiones nucleares. El acuerdo especifica que Irán va a limitar su reserva de uranio de grado de reactor y enriquecido bajo (LEU) a no más de 300 kilogramos durante 15 años. Teherán envió más de 11 toneladas de LEU a Rusia el año pasado, y el gobierno ha pregonado el presunto cumplimiento del acuerdo por parte de la República Islámica como una forma de justificar alivio más amplio de las sanciones.

Pero como destacan Albright y Stricker, el “cumplimiento” de Irán llegó gracias a una serie de exenciones secretas y lagunas legales que la administración y los otros firmantes del acuerdo crearon para los mulás en algún momento el año pasado. De no haber sido creadas de la nada estas exenciones y lagunas legales, los autores informan, “algunas de las plantas nucleares de Irán no habrían estado en cumplimiento” del acuerdo.

Entre las exenciones: Se permitió a Irán mantener más de 300 kilos de uranio enriquecido bajo a condición que fuera en “formas de residuos” diversas. El acuerdo también se suponía ponía un tope a la producción de agua pesada de Irán en 130 toneladas, pero otra laguna legal ahora permite a Irán exceder eso. En una tercera exención, se permitió a Irán mantener 19 grandes cámaras de contención de radiación, o celdas calientes, las cuales se supone serán usadas para producir isotopos médicos pero que pueden ser “mal utilizadas para campañas secretas, en su mayoría a escala pequeña de separación de plutonio.”

La Casa Blanca ha descartado el informe del ISIS insistiendo en que “no permitió y no permitirá que Irán eluda” sus compromisos. La no negativa sería más creíble si la administración el año pasado no hubiese aceptado un proceso secreto en el cual se permitió a Irán inspeccionar sus propias instalaciones militares relacionadas con lo nuclear.

Sería también más creíble si Irán no estuviera probando misiles balísticos gracias a otro acuerdo lateral nuclear. Ese se suponía que prohibía tales pruebas durante ocho años pero contenía una ambigüedad semántica que Irán afirma lo hace inaplicable. Se suponía también que Irán sería sometido a un embargo de cinco años en la adquisición de grandes armas convencionales. Pero apenas la semana pasada eligió desplegar su sistema de defensa aérea recientemente adquirido, S-300—adquirido de Rusia gracias a otra ambigüedad de la ONU—para defender la instalación nuclear subterránea Fordow. Se suponía que el acuerdo habría neutralizado a Fordow convirtiéndola en un centro de ciencia y tecnología.

A lo largo de todo esto, la administración ha llegado a extremos inusuales para mantener en secreto sus acuerdos laterales. El informe del ISIS destaca que el Congreso fue informado en secreto de las exenciones en enero, pero nunca hubo divulgación pública. “Los pactos abiertos de paz, llegaron abiertamente a” ha sido una constante de la diplomacia estadounidense durante cerca de un siglo, pero ese es otro principio estadounidense perdido con el acuerdo con Irán.

En cuanto a Irán, Albright y  Stricker destacan que el proceso secreto por el cual Irán está obteniendo estas exenciones “corre el riesgo de darle ventaja al permitirle intentar debilitar en forma sistemática” el acuedo. En vista de la evidencia presentada en su informe, los mulás están bien en camino.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México