HÉCTOR GAMBINI

Peritos, jueces y legisladores alargan una novela de suspenso que sigue con sus principales enigmas en la oscuridad, como el primer día.

El caso Nisman es un nudo gordiano y cada semana suma protagonistas que le agregan más nudos al nudo central, y los aprietan bien fuerte. Como cada cual atiende su juego, en los últimos días se encadenó una sucesión de nudos silenciosos y llamativos.

El primero fue una pericia psicológica ordenada tardíamente y entregada a la justicia tras cinco meses de entrevistas con familiares y amigos del fiscal, la mayoría de los cuales ya habían declarado en la causa. Igual que como lo dijeron antes, no hubo testimonios a favor de la hipótesis del suicidio. Es decir, Nisman no estaba deprimido, ni triste, ni superado por la situación de estar denunciando a la ex Presidenta en esos días. Más bien todo lo contrario.

El trabajo tardío, extemporáneo y con tiempos remotos al sentido común, sirvió para desmentir algo que nadie había afirmado.

Al informe de los peritos le siguió un pedido del fiscal Eduardo Rosende para “reconstruir la muerte” de su colega, y que eso se sume a la junta que convocó la jueza Palmaghini para determinar si fue un homicidio o un suicidio. Esta jueza primero delegó la investigación en la recordada fiscal Fein, luego dijo que se quedaría con el caso, después se apartó y ahora lo tiene de nuevo, buscando pistas tardías que no quiso buscar hace más de un año y medio. El pedido de Rosende -puesto en la causa por la jefa de los fiscales Gils Carbó- fue inmediatamente publicitado en la web del Ministerio Público Fiscal que ella conduce.

¿Cómo sería esa reconstrucción? ¿Habrá un actor haciendo de Nisman con un arma apuntándose a la sien o habrá otro actor haciendo de un presunto asesino que le sostiene el arma y directamente le dispara al primero? Rosende pide reconstruir un hecho que no sabe cómo fue, ni del que se conocen testigos. Extraño pedido, salvo que sea para inyectarle vitaminas a la cada vez más débil hipótesis del suicidio.

Finalmente, una comisión bicameral del Congreso pidió “invitar” a los jefes de las fuerzas de seguridad que estuvieron aquella madrugada en Puerto Madero, para ver si les dicen a los legisladores, por pura buena voluntad, lo que no le dijeron a la Justicia. Apenas una señal, de incidencia nula en la causa.

El caso ya es un thriller psicológico donde piden medidas inocuas una jueza que siempre parece temporaria, un fiscal subrogante y legisladores de actos ingenuos. Un puñado de trampas dialécticas que, como en los mejores thrillers, no tendrán nada que ver con el final. Mientras, las hijas de Nisman depositarán hoy los 15.000 pesos que hacen falta para pedirle a la Corte que el caso pase a la justicia federal y comience a ser investigado en serio, desde cero. Pasaron 596 días.

Fuente:clarin.com