RICARDO SILVA PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO

1er. grado. Un nuevo Faraón quiere popularidad. Relata la Biblia que el Faraón habla a “su pueblo”, lo que se interpreta como procurar sentimientos de comunidad y pertenencia. La cereza de este empalagoso pastel es señalar un enemigo común, un adversario que procure certidumbre para depositar en él todos los males; se convoca a la unidad para eliminarlo, construyen una solidaridad basada en el peligro que representan los hebreos. Los descendientes de Jacob llevan más de 100 años en el país y aún son tratados como extranjeros. Son las familias que llegaron cobijadas por un Faraón anterior y que ahora funcionan como botín político para un nuevo monarca que los desconoce.

2do. grado. Calígula y su desenfrenado estilo de vida. El historiador Suetonio, cuenta que Calígula quería tanto a su caballo Incitatus, que mandaba soldados a imponer silencio en la vecindad, para que nadie turbase el descanso de aquel animal (el caballo). Hizo construirle una caballeriza de mármol, un pesebre de marfil, mantas púrpura, collares de perlas y esclavos a su servicio. La tradición popular dice que hasta cónsul iba a ser nombrado este jamelgo.

3er. grado. Siglo XVIII, la Emperatriz Ana de Rusia, excéntrica y paranoica. Entre sus pasatiempos estaba el tiro con fusil. Junto a las ventanas de habitaciones y corredores, siempre había un arma para que la Emperatriz pudiera practicar su puntería con algún ave desventurada que fuera pasando. Su cuantioso personal, que incluía payasos que danzaban por todo el palacio, provocó la dilapidación de las cuentas públicas. Su paranoia era tal que una frase o un gesto sospechoso, eran suficiente motivo para encarcelar y torturar.

4to.grado. Iván IV Vasílievich “El Terrible”. En 1533 fue coronado Gran Príncipe de Moscú al morir su padre, tenía tan solo tres años. Su madre dirigía el reino, pero fue envenenada cinco años después de la coronación por clanes boyardos que se disputaban el imperio. Como secuela, Iván de 14 años de edad y ya con poder, ordenó que el noble Andrei Shuiski (jefe de uno de los clanes boyardos más importantes) fuera lanzado a perros hambrientos. Después de la construcción de la Basílica de San Basilio (en la hoy Plaza Roja) ordenó quitar los ojos a los arquitectos para asegurarse de que no diseñarían otra construcción más bella. Una más, el 14 de noviembre de 1581, mató a bastonazos a su propio hijo, heredero al trono.

5to. grado. Agustín de Iturbide, traidor a la Patria. Por lo menos así lo decreta el Congreso de la primera República Federal, el 28 de abril de 1824. Básicamente la razón es que este ilustrado criollo michoacano, consumó la independencia como resultado de su ambigüedad política y no por honorable convicción. Leal a la Corona Española (o a intereses personales, vaya usted a saber) combatió con firmeza a Hidalgo y a Morelos, fue antiliberal y luego un liberal que propuso a Vicente Guerrero pactar sobre bases antimonárquicas para unificar ejércitos. El mismo Iturbide que combatió a los iniciadores de la independencia, entró como héroe y consumador de la libertad con el Ejército Trigarante a la ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821. Sus seguidores le pidieron, le rogaron ser Emperador, cosa que ejerció con excelso placer con cosas como disolver el recién creado Congreso Constituyente. Este “independentista” prometió combatir el absolutismo de la corona española y termina aceptando otra corona. La falta de freno a su ambición le legó a México un retroceso que aún padecemos.

6to. grado. Donald Trump no está loco, solo es la versión republicana de Laura Bozzo. Al igual que la estridente conductora de televisión, Trump sostiene firmemente su desequilibrado discurso. Tiene la seguridad de John Wayne y James Bond, salpicada de Homero Simpson. Su provocador estilo le genera pasionales seguidores y detractores. Un discurso suyo se convierte en espectáculo candente como el clásico Chivas-América, donde los fanáticos de cada bando asumen la obligación de defender su postura, porque el otro simplemente está extraviado. En vez de goles, Trump lanza ataques a las minorías y a todo aquel que genera tirria entre obsesionados ultraderechistas. Trump no es un político, es un producto, un personaje de figura estrafalaria, un merolico vendedor de detergente, alucinante como mirar al interior de un pozo sin fondo. Trabaja por y para el rating con una arenga tan peligrosa como la gente que le sigue.

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El Arcano. El Sumo Sacerdote. Utilizamos la fecha de declaración de independencia de los Estados Unidos: 4 de julio de 1776. Sumamos 4+7+1+7+7+6 = 32, como sólo son 22 arcanos mayores, sumamos 3+2=5. Cinco, el número de lo humano, el hombre emancipado. Quinto arcano: El Sumo Sacerdote es la carta del poderoso Estados Unidos. Al centro la figura, el hombre poderoso, pero espiritual. Las 3 cruces en su centro no son religiosas, son puntos cardinales dispuestos a ampliarse en los niveles material, humano y espiritual. Ambas manos hacia arriba señalan objetivos intelectuales que han trascendido lo mundano. El rojo de sus ropas recuerda que nada es gratis y que solo se llega a este nivel con acción, trabajo, el esfuerzo terrenal trascendiendo. Los 2 personajes al frente son discípulos que aplicarán la enseñanza según su alcance, el rojo recorrerá lo material, el azul lo mental, es decisión individual el camino a seguir.

Esta es la imagen de los Estados Unidos, la tierra que cosechó frutos como Washington, los Hermanos Wright, Jefferson, Lincoln, Martin Luther King, Bukowsky, Poe, Dickinson, Gershwin, Bernstein, Alice Paul y miles más. Una mujer a la cabeza del gobierno quizá da sentido a esta continuidad histórica. Un incendiario como Trump seguro no, pero las imágenes no son inmutables y quizá sea esa la verdadera misión de Trump. Los políticos son de la estatura de la sociedad que los engendra y productos como Trump son la actual cosecha del imperio, lo sabemos desde las guerras de Corea y Vietnam. Es por eso que en la carta del Sumo Sacerdote hay un par de llaves en medio de los tres personajes: dos puertas, dualidad, eros y tánatos; la luz que ilumina, pero si es muy intensa puede cegar. Entre los humanos no hay poder eterno y quizá el producto llamado Donald Trump (gane o no las elecciones) será el principio del fin de una nación que ha sido luz, pero también elige estar ciega, ensimismada.

Personas aparentemente pensantes prefieren la caricaturesca ensalada agridulce de Trump a la monótona y fatigada Hillary. “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”, dijo Trump como salido de una película de Tarantino. Seguro que tiene esta clase de seguidores, hay quien le cree e incluso le teme, basta de ejemplo el discurso del presidente Peña Nieto llamando a la monserga verbal del candidato “malos entendidos” en lugar de pulirle la retórica de que a México se le respeta.

“México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crimen, que son violadores”, dice con mucha verdad el Sr. Trump, las personas no deberían dejar sus casas para huir de la miseria, pero definitivamente los menos son delincuentes. Trump pasa por alto que muchos de estos problemas son producto de la ineptitud de individuos en nuestro país y Latinoamérica que, como él, juegan a ser políticos, juegan con la vida de las personas, juegan a ser hombres.