ANDY KESSLER

Ni siquiera el fundador multimillonario de Facebook está a salvo de los hackers. A continuación, cómo protegerte.

Mark Zuckerberg generó un revuelo por una publicación en Instagram este verano de él en su escritorio. Si miran de cerca, verán la cinta cubriendo la cámara y micrófono de la laptop del CEO de Facebook. ¿Sabe él algo que nosotros no sabemos? Bueno, sí.

Los hackers están virtualmente (nunca mejor dicho) en todas partes. Las cuentas de Twitter y Pinterest de Zuckerberg fueron hackeadas a principios de junio, antes que fuera tomada la foto. El Comité Nacional Demócrata tuvo 20,000 emails publicados en WikiLeaks justo antes de la convención del partido en julio. La Reserva Federal hace poco admitió que ha tenido más de 50 infiltraciones informáticas durante los últimos cinco años. En agosto, la Agencia Nacional de Seguridad, que dice que su rol es “liderar al gobierno de Estados Unidos en criptología” fue, ustedes adivinaron, hackeada.

Hay esencialmente tres razones para infiltrarse en los sistemas de otro: dinero en efectivo, control o reputación—como en la reputación callejera. Las tarjetas de débito y crédito son generalmente el premio. Target y otras cadenas minoristas fueron clavados hace algunos años, resultando en esas molestas tarjetas con chip que son más lentas pero presuntamente más seguras. Excepto que investigadores en NCR Corp. dijeron en una reciente conferencia de seguridad de hackers que ellos habían hackeado esas también. ¿Hora de regresar al dinero en efectivo?

En cuanto al control, Hillary Clinton afirma, “Sabemos que los servicios de inteligencia rusos hackearon al Comité Nacional Demócrata.” Si los rusos estaban controlando nuestras elecciones, ¿Bernie Sanders no habría ganado las primarias? El control es una preocupación real, especialmente en lo que hace a bolsas de valores, plantas de energía o códigos de lanzamiento nuclear. Pero estos son, uno espera, los objetivos más vigilados, con seguridad fuera de línea de múltiples capas.

Lo que nos lleva a la reputación. Muchos hackers infiltran, sólo debido a que pueden, “la red oscura”; básicamente sitios web ocultos, y canales de chat de transmisión de internet tales como Hackerfleet y OnionIRC se iluminan con ideas y hazañas y derechos de fanfarroneo. Para mí, estos hackeos, si bien pueden ser dañinos, son como una Ley de Libertad de Información para el internet. Nosotros sólo sabemos sobre el servidor privado de e-mail de la Sra. Clinton, por ejemplo, porque la cuenta de AOL de Sidney Blumenthal fue hackeada en marzo del 2013. ¿AOL?

¿Entonces la privacidad está muerta? No realmente. Cualquier empresa financiera que es hackeada no está haciendo su tarea y debes darle de baja. Las herramientas de seguridad se están volviendo mejores aunque más costosas. Si bien son una carga sobre clientes y empleados—tiempo adicional y claves que recordar—es mejor que perder dinero o que se saque al aire tus trapitos sucios. Pregunten a Sony.

No confíen en las instituciones—ustedes tienen que protegerse. Encripten todo. Un teléfono con acceso por huella digital es una necesidad. Mantengan fuera de línea la información valiosa—hagan una “capa de aire” desenchufando el cable Ethernet. Usen autenticación de factores múltiples o de dos pasos. Con dos pasos, cuando ustedes acceden a su correo electrónico desde un nuevo dispositivo, se les pregunta un código de seis dígitos que es enviado por mensaje de texto a su teléfono. A menos que tengan su teléfono, nadie en China o Estonia va a robar sus e-mails, aun si saben su contraseña. La mía es Bosco.

Está bien, yo probablemente no debí haberles dicho eso. ¿Recuerdan al CEO de LifeLock que compartió su número de Seguridad Social en el año 2007, afirmando que no podía ser hackeado? No pasó mucho tiempo antes que alguien sacara exitosamente un crédito a su nombre. ¿Ahora, a dónde está esa cinta adhesiva para mi laptop?

Andy Kessler, ex gerente de fondos de cobertura; es autor de “Come Gente”.

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México