ENLACE JUDÍO MÉXICO –La administración de Obama ha utilizado muchos medios para usurpar el poder del dinero que pasa por el Congreso, pero forzar la mano de sus aliados es un acto verdaderamente bajo. Y sin embargo, esto es lo que el presidente hizo esta semana al pedir que Israel acepte sus límites de gasto a cambio de un modesto aumento en la ayuda militar.

Mientras los diplomáticos se dirigían a Estados Unidos para la Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana, la Casa Blanca puso en marcha un acuerdo con el Primer Ministro Benjamin Netanyahu que proporcionaría 38 mil millones de dólares en ayuda militar a Israel durante la próxima década. El acuerdo anterior, que termina en el año 2018, incluía 3 mil 100 millones en ayuda anual. Si bien la administración está publicitando su “compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel”, sus verdaderas intenciones quedan reveladas al leer la letra pequeña del acuerdo.

Para empezar, el Congreso normalmente añadía a dichos 3,100 millones unos 500 millones adicionales cada año para defensa de misiles. Por lo tanto el nuevo acuerdo representa un mero incremento del 5%, en el contexto de las crecientes amenazas en Medio Oriente, las cuales probablemente proliferarán durante la próxima década gracias a la retirada de la administración de la región y al acuerdo nuclear con Irán.

La ayuda es también menor a los 4 mil millones anuales que buscaba Netanyahu, y que el Senado quería otorgar. Después de que Lindsey Graham, quien preside el subcomité de asignaciones del Senado en operaciones extranjeras, se negara a firmar el acuerdo, la administración impulsó a Israel a aceptar y a no presionar por más ayuda y a regresar cualquier fondo que asignara el Congreso en el futuro y que excediera los términos del acuerdo.

En otras palabras, la administración ha presionado a Israel a cortar con el Congreso. Si bien el acuerdo no es vinculante para  el Congreso, Israel sería acusado de negociar de mala fe si no mantiene su palabra. No está claro el motivo por el que Netanyahu aceptaría tal auto-abnegación, pero bien podría estar cubriendo sus apuestas políticas.

En marzo, Donald Trump declaró que él haría que Israel devolviera la ayuda militar de Estados Unidos. La posibilidad que el Trump gane y mantenga esa promesa podría haber convencido a Netanyahu de aceptar los topes de gasto de la administración. Por otro lado, si los demócratas sufren una derrota en el Senado y la Cámara de Representantes este mes de noviembre, también podrían querer recortar la ayuda a Israel para amortizar el gasto interno.

El acuerdo también tiene una disposición apenas velada de “compre lo hecho en Estados Unidos” que elimina la capacidad de Israel en acuerdos anteriores de utilizar algo de la ayuda militar para investigación y desarrollo en defensa. Si bien Estados Unidos se ha beneficiado de la tecnología compartida de Israel, la administración quiere que los fondos fluyan a empresas estadounidenses que han sido perjudicadas por los recortes en el gasto de defensa de Estados Unidos.

Así que con una sola maniobra el gobierno se las ha arreglado para abofetear al Congreso y a Israel, vengativo hasta el final.

Fuente: The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México