El 16 de septiembre Miriam Fastag, fundadora del grupo de apoyo para pacientes con cáncer y sus familiares del Hospital ABC Observatorio, concedió una entrevista a Enlace Judío, en la que habló sobre el largo camino que ha recorrido, desde la lucha por la formación del grupo, hasta los retos de mantenerlo vivo.

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO –En 1998, Mario Fastag  Z’L fue diagnosticado con cáncer de pulmón en cuarta etapa y le pronosticaron de tres a seis meses de vida. Después de buscar muchas opiniones de doctores, encontraron en Estados Unidos un nuevo tratamiento experimental para este tipo de cáncer. Se habían hecho sólo veinte operaciones de este tipo. Lo operaron, quitándole el pulmón derecho, 17 nódulos y tres costillas. Mientras estuvo en la clínica recibió quimioterapia y radiaciones. Durante su estancia asistieron a grupos de apoyo.

“A raíz del diagnóstico de cáncer, estuvimos viviendo seis meses en Estados Unidos. Él estuvo muy delicado. Cuando regresamos a México, ya un poco mejor, Mario concluyó que si la vida le había dado una segunda oportunidad de seguir viviendo, era con un propósito. Decidió que su intención era hacer un grupo de apoyo, que en esa época no existía en México. Finalmente el Hospital ABC Campus Observatorio, nos abrió las puertas. Entramos como voluntarios y en la primera junta éramos cuatro personas incluyéndonos a nosotros dos. Al iniciar el grupo, Mario puso dos condiciones: tenía que ser gratis y cualquier persona podría asistir a las reuniones, sin importar su estrato social: no sería un grupo de elite.

El nombre que se le dio al grupo fue “Círculo de ganadores”.

El grupo ha trabajado interrumpidamente durante más de 16 años. Nos reunimos dos veces al mes, y en estas pláticas, pacientes y familiares cuentan sus experiencias y necesidades. La idea de mantener mezclados a los pacientes con todo tipo de cáncer es para darle riqueza al grupo. No sólo vienen personas recién diagnosticadas: también tenemos pacientes que fueron valorados años atrás. Entre todos, le echan porras a los nuevos pacientes. Es una forma muy bonita de ayudar a los que recién comenzaron el camino. Una de las quejas que más comúnmente se oye es “Nadie me entiende”. Cuando escuchan a un paciente que ya ha pasado por lo mismo que ellos, encuentran un futuro y una esperanza.

Al familiar que está como el cuidador primario y sufriendo a la par, nadie le pregunta ¿Necesitas algo? ¿Cómo te sientes? La tristeza y soledad de estar junto a tu pareja, hijo o padre, realmente es una carga muy grande y nadie se da cuenta de que existe. Por esta razón, era para mí muy importante que también los familiares tuvieran la oportunidad de apoyarse en otros. En muchas ocasiones las sesiones se realizan separando a los pacientes de los familiares: ambos tienen la necesidad de expresar sentimientos que no pueden expresar uno frente al otro.

Tenemos conferencias y actividades. También, desde hace tres años, una sesión de meditación antes de la reunión. Contamos con talleres de teatro, baile y música.

Dos veces al año realizamos una celebración. Una para el aniversario de la formación del grupo, y la otra para festejar el fin del año”.

Miriam también nos comentó respecto a lo sucedido al enterarse de la enfermedad.

“Cuando mi esposo se enfermó cambió todo, se reacomodaron nuestros valores y nuestra forma de pensar. Empezamos a ver la vida de manera distinta. Nos dimos cuenta que lo que antes no tenía ninguna importancia, se volvió muy importante. Nos dedicamos a salir adelante.

Le pronosticaron 3 a 6 meses de vida, pero vivió trece años; y estos años fueron los mejores de nuestra vida, hicimos viajes que nunca pensé que haríamos, con todo y que en algunos de ellos tuvimos que recurrir a hospitales en lugares muy remotos del mundo. Siempre salimos adelante, esas vivencias a nivel personal y de pareja no las cambio por nada”.

Se nos ocurrió escribir un libro, ya que los testimonios eran muy valiosos. Le llamamos “Cuando nuestra vida cambia…” El nombre lo elegimos porque existe un antes y un después del diagnóstico. El prólogo lo escribió Germán Dehesa. Los testimonios no son la parte dramática de la enfermedad, sino cómo salir adelante al escuchar una palabra tan difícil como puede ser “cáncer”, con tan mala fama y  significando la muerte. Muchas de las personas que están en el libro siguen viniendo al grupo.

Hay veces que no queremos ir a un grupo de apoyo; es algo muy personal y cada quién debe decidir si lo necesita o no. Pero si pueden pedir una ayuda o un consejo y platicarlo, la carga de tener cáncer va a ser siempre mucho menor”.