MARIO CIPPITELLI

Hasta hace pocos años, la historia oficial indicaba que el 30 de abril de 1945, Adolf Hitler apoyó su pistola calibre 9 milímetros en su cabeza y se pegó un tiro que le costó la vida y que minutos antes, su amante Eva Brown se suicidó tomando una pastilla de cianuro. Ambas muertes terminaban con un ciclo de horror y odio que marcaría para siempre a toda la humanidad.

Sin embargo, una serie de indicios y pruebas que fueron apareciendo a lo largo de los años parece refutar aquella versión oficial sobre lo que verdaderamente ocurrió tras la caída del nazismo.

Hitler, como tantos jerarcas nazis de la época, no habría muerto acorralado en su búnker de Berlín. Habría escapado a la Argentina para refugiarse en varios lugares hasta su muerte, que ocurrió muchos años después.

El descubrimiento de un cadáver con las características físicas del Führer, anunciado en principio por el gobierno ruso y luego desmentido, comprobó que se trataba de uno de los tantos dobles que utilizaba Hitler.

También quedaron descartados luego los fragmentos de un cráneo con un agujero de bala, encontrados en el bunker de Berlín y que supuestamente eran del líder nazi. Un estudio de ADN determinó que los huesos pertenecían a una mujer.

“Una gran colonia alemana, saludable en Argentina, proporciona grandes posibilidades para proveer de un refugio a Hitler y sus secuaces”, advertía un año antes un documento desclasificado del FBI al evaluar el futuro del jerarca nazi al terminar la guerra.

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A partir de ese año se abrieron una serie de especulaciones sobre el destino que correría Hitler y el lugar que elegiría para vivir el resto de su vida.

Según el periodista especializado en temas nazis, Abel Basti, Hitler pudo haber llegado a dos lugares puntuales de la costa Argentina: Puerto Madryn o Comodoro Rivadavia.

Hay información comprobada de que varios submarinos también arribaron al país desde mayo de 1945. Los más conocidos son dos naves que quedaron enterradas en bancos de arena en la zona de Caleta de los loros (provincia de Río Negro) y que fueron vistas por los lugareños durante las bajadas extraordinarias de la marea en la década del 50, pero que con el correr de los años terminaron sepultadas.

Testimonios reveladores

“Hay muchos indicios y nuevos testimonios que lo ubican a Hitler en la Patagonia”, dijo Basti a Yahoo. Cita el caso de una anciana que trabajó de mucama en la residencia Inalco, en la neuquina localidad de Villa La Angostura y que asegura haber reconocido a Hitler. Basti entrevistó a esta anciana que aun vive y que le dijo que muchos años después identificó a aquel hombre al que ella había servido.

También hizo referencia a otra mujer que origen europeo que en su juventud trabajó como sastre y que en una oportunidad la llamaron para que le confeccionara trajes a un hombre que residía en Inalco y que –según ella- resultó ser Hitler.

Basti, que por estos días trabaja en un nuevo libro (“El gran engaño de Hitler”) entrevistó a un nieto de esa mujer que le contó que su abuela le relató esta historia poco antes de morir y que no lo hizo antes porque estuvo amenazada de muerte, tanto ella como su familia.

Se cree que Hitler vivió al menos dos años en la mansión Inalco, ubicada a orillas del Lago Nahuel Huapi. Lo hizo entre 1953 y 1955, año en que –coincidentemente- cayó derrocado el presidente Juan Domingo Perón, quien facilitó el ingreso de nazis a la Argentina. Antes también tuvo una residencia temporaria en la estancia San Ramón, ubicada en las cercanías de Bariloche, provincia de Río Negro, para finalmente hospedarse en Inalco.

Fuente:yahoo.com