La negación contemporánea del Holocausto estuvo en exhibición plena la semana pasada–en el asiento del gobierno de Inglaterra.

DANIEL JOHNSON

La caída de Europa en un nuevo tipo de antisemitismo tocó un nuevo punto bajo la semana pasada en, de entre todos los lugares, el Palacio de Westminster. Allí, en un evento en la Cámara de los Lores, los judíos fueron culpados por el Holocausto, Israel fue comparada con el Estado Islámico y se dijo que los sionistas tienen poder sobre el Parlamento.

Jenny Tonge, una baronesa y ex miembro del parlamento que fue anfitriona de este espectáculo de mentiras antisemitas en nombre del grupo de presión Centro del Retorno Palestino, estuvo dando inicio a una campaña para presionar a Inglaterra a disculparse por la Declaración Balfour. El centenario de esta promesa histórica de crear un hogar para el pueblo judío en Palestina será conmemorado el año que viene.

Un orador no identificado culpó al “hereje” rabino estadounidense Stephen Wise por haber “contrariado a Hitler al límite” con los llamados a un boicot de Alemania en 1935. El citó una declaración de 1905 de Wise que había “seis millones de razones sangrantes y sufrientes para justificar al Sionismo” e hizo especial hincapié en el número. Este es un tropo clásico de negación del Holocausto, sugiriendo que el número de las víctimas de los nazis ha sido inventado para que encaje con este número anterior.

No sólo la Srta. Tonge no logró interrumpir o discutir a este orador: ella respondió exigiendo un boicot a Israel. La reputación de la baronesa como teórica de la conspiración antisemita le ha devengado notoriedad pero nunca ostracismo. Hace seis años ella sugirió que la misión humanitaria de Israel a Haití estaba recogiendo los órganos de las víctimas del desastre. Esta versión moderna del libelo de sangre medieval fue tolerada por su partido de centro-izquierda, los demócratas liberales.

Incluso después que el evento de la semana pasada fuera dado a conocer por la embajada israelí en Londres, la baronesa fue meramente suspendida del partido. A partir de allí ella ha renunciado, culpando a Israel por manipular la política inglesa: “A ellos les gusta estar en control de las cosas.”

Los recintos de Westminster no deben ser profanados nunca más por antisemitas que actúan en nombre de lobistas islámicos. El jefe de sala conservador de la Cámara de los Comunes, David Lidington, ha protestado en nombre del gobierno. La libertad de expresión no requiere convertir al Parlamento en un lugar seguro para la negación del Holocausto. Ahora corresponde a los miembros de la cámara alta de Inglaterra poner en orden su casa.

Pero se puede esperar una avalancha de tal propaganda, mientras los palestinos y la izquierda explotan el aniversario del año que viene para movilizar apoyo para su deslegitimación de Israel. La Declaración Balfour desempeña un rol crucial en su narrativa mendaz describiendo al Sionismo como una forma de imperialismo.

Es vital poner las cosas en claro: Israel no es y nunca ha sido una empresa colonial, sino— en las palabras del Secretario del Exterior Arthur Balfour en su “declaración,” que de hecho fue una carta pública al Barón Rothschild—un “hogar nacional para el pueblo judío.” El Sionismo es la expresión política de la aspiración legítima de los judíos de tener su propio estado.

Lo que da a los antisemitas una significancia siniestra en Europa es la tracción que ganan a partir de la culpa poscolonial e ideología posmoderna. En los campus universitarios, conceptos básicos tales como verdad y justicia han sido relativizados. Los judíos y otros que protestan son silenciados a través de la intimidación, como ocurrió en el University College London la semana pasada cuando manifestantes atacaron presuntamente a personas que se habían reunido para escuchar una charla por parte de un orador israelí.

Como los demócratas liberales, el más grande y más izquierdista Partido Laborista fue manchado por antisemitismo anteriormente este año cuando Ken Livingstone, el ex alcalde de Londres, afirmó que Hitler había apoyado al Sionismo. El se negó a retractarse de sus comentarios, citando al escritor estadounidense de extrema izquierda Lenni Brenner como la fuente de lo que el insistió era “la verdad.” El líder del Laborismo, Jeremy Corbyn, respondió con nada más que una investigación, vista generalmente como un encubrimiento.

El Sr. Corbyn, como el Sr. Livingstone y su sucesor como alcalde de Londres, Sadiq Khan, vienen de la izquierda dura. Los tres han compartido numerosas plataformas con extremistas islámicos. El líder laborista es también un admirador de algunos de los peores dictadores árabes. Ha surgido una fotografía del Sr. Corbyn junto con el presidente sirio Bashir Assad, en una visita parlamentaria en el 2009 pagada por el mismo Centro del Retorno Palestino que organizó el evento de la semana pasada en Westminster. En la foto está también Jenny Tonge.

El contexto demográfico del antisemitismo tan crecientemente visible es la rápidamente creciente población musulmana de Europa. Hay pánico en el establishment político acerca de como detener la creciente ola de radicalización en estas comunidades. Muy a menudo, prevalecen el apaciguamiento y la hipocresía, con Israel volviéndose el chivo expiatorio.

La Unesco acaba de excluir a los judíos de la historia de Jerusalem. El año próximo se harán intentos por persuadir a las Naciones Unidas de declarar ilegal a la Declaración Balfour. Algunos miembros de la Unión Europea han estado tan molestos por el Brexit que pueden simplemente permitir que se aprueben tales resoluciones—especialmente si están bajo presión del mundo islámico—significando que Inglaterra puede tener que pagar billones en “compensación” a los palestinos.

¿Se mantendrá Europa firme contra tales perversiones de la historia? Yo no apostaría a ello.

El Sr. Johnson es el editor de Standpoint.