Familiares del asesinado primer ministro Itzjak Rabín y altos cargos israelíes se reunieron hoy para recordarle en el 21 aniversario de su muerte, en una pequeña ceremonia, que será seguida mañana por un acto multitudinario en Tel Aviv.

En el acto participaron, entre otros, sus hija Dalia, su hermana Esther y los exdirectores del servicio secreto exterior, Mosad, Shabtai Shavit y Zvi Zamir, informó hoy el diario israelí Haaretz en su versión digital.

“Mi padre fue un gran líder político, cuyo espíritu todavía os llega a todos después de tantos años”, dijo Dalia, que recordó que el magnicidio “abrió una herida en el corazón de la nación”.

“Me pregunto, ¿por qué es una herida sangrante que ha estado abierta 21 años?”, señaló, antes de decir que la incitación que llevó al asesinato de su padre “no se ha acabado” y el Centro Rabín lucha contra ella “cada día, cada hora”.

“No hemos aprendido nada del asesinato de mi padre”, sentenció.

La tradicional concentración multitudinaria de conmemoración, que se celebra desde hace veinte años el sábado más cercano a la fecha del asesinato, ha estado este año inmersa en la polémica, tras anunciar los organizadores que no contaban con fondos para llevarla a cabo y que la sustituían por encuentros más pequeños, conferencias y mesas redondas.

El partido Laborista, al que perteneció Rabín, tomó entonces el testigo y anunció que haría frente a los gastos de la manifestación, que suele ser cada año un llamamiento a la paz.

Sin embargo, no son pocos los que prefieren una ceremonia no politizada y sin tintes políticos.

La concentración tendrá lugar mañana sábado en la plaza de Tel Aviv en la que el jefe del gobierno fue asesinado el 4 de noviembre de 1995 y que hoy lleva su nombre, a las 19.30 hora local (16.30 GMT).

El asesino, Yigal Amir, le disparó dos tiros al concluir una manifestación a favor de la paz en Tel Aviv.

Amir, un ultranacionalista judío que se oponía al proceso de paz que Rabín había entablado apenas dos años antes con el entonces líder palestino, Yaser Arafat, cumple cadena perpetua y nunca se ha arrepentido del magnicidio.

Rabín firmó los Acuerdos de Oslo en 1993, que allanaban el terreno a una solución al eterno conflicto palestino-israelí que aún no se ha logrado y que ha encallado en un proceso de paz estancado.

Fuente: terra.com