LIC. RAFAEL WINTER

Domingo por la tarde. Al momento de escribir estas líneas debería haber habido fútbol. Debería. Con buen criterio, la jornada futbolística fue suspendida a raíz del asesinato del hincha de Peñarol en Santa Lucía, otro “mojón” más -de los peores- en la espiral de violencia que azota al más popular de los deportes. Pedimos un castigo duro y ejemplarizante para los asesinos.

En relación a este terrible crimen me permito preguntar: ¿es necesario que la bala sea mortal para tomar una determinación drástica (sin duda que justificada) como la suspensión? Y si la bala no hubiese sido mortal ¿entonces qué? ¿en tal caso la determinación debiera haber sido otra?

Esto no es solo un problema de seguridad a pesar de que, en este campo, hay aún mucho por hacer. Esto no es un problema de una sola autoridad.

Esto es uno de los botones de muestra de una crisis de valores profunda que nos viene desde hace mucho tiempo. Incide también -obviamente- la droga, el alcoholismo, entre otros factores. Más los problemas sociales y el “cocktail” resulta más que explosivo.

Estamos cerca de tocar fondo en nuestra sociedad.

Basta leer la página policial o escuchar el informativo de la televisión: asesinatos a mansalva, violaciones, delitos sexuales que involucran a menores, crímenes de todo tipo, rapiñas que terminan en asesinato, matar por matar.

La vida para muchos no vale nada.

Y ese, yo creo que es el primer problema a abordar. Es en primer lugar un tema educativo (y esto tampoco depende de una sola autoridad). Los valores. El primer valor: respeto a la vida. El valor de la vida. El derecho a la vida. Eso es lo primero que el niño debe recibir en su educación ya sea en el hogar como en la escuela. Y repetírselo permanentemente. Por supuesto: predicando con el ejemplo.

Cuando la gente habla de los problemas de seguridad o falta de ella -sí, existen sin duda- el paso previo pasa, como en todo, por la educación. Y dentro de nuestra sociedad, como el deporte y el fútbol en particular ocupan un lugar preponderante, también hay que educar en la materia.

Hay que educar desde la más tierna infancia en relación al deporte y en particular al fútbol: que el fútbol es un deporte en el que se gana, pierde o empata y si se gana, mejor y si no no pasa nada; que la competencia debe ser sana; que no todo vale con tal de lograr el objetivo; que el adversario ocasional no es enemigo sino simplemente adversario deportivo; lo mismo en cuanto a los hinchas del otro equipo; que si voy a los estadios es a cantar e hinchar apasionada pero respetuosamente por mi equipo y no soezmente contra el otro ( las barras bravas y quienes las apoyan han desnaturalizado al fútbol); que no hay que confundir pasión con fanatismo; que hay que desterrar del vocabulario deportivo ( y no solo deportivo) expresiones tales como ” te vamos a matar”, ” te odio” u otras por el estilo e incluso expresiones referidas a jugadores como “matador”, “asesino del gol”, toda palabra que tenga que ver con la delincuencia y la muerte desterrarla, independientemente del contexto o la intención con que la misma se diga; y al mismo tiempo que querer los símbolos propios, enseñar a respetar los símbolos del adversario deportivo; a respetar a los jugadores contrarios y al juez.(Sí: ya sé que todo esto suena muy utópico.) Pero si no empezamos a cambiar…

Debemos educar contra la violencia -en general- y específicamente contra la misma en el deporte y en el fútbol en particular.

Esto incluye, además, educar en el BUEN USO de las redes sociales. Su mal uso es parcialmente responsable de varios desastres que vienen ocurriendo de un tiempo a esta parte.

Y recordemos: la violencia verbal engendra la violencia física.

Todos quienes están vinculados al fútbol tienen de alguna manera su parte por hacer: jugadores, entrenadores, dirigentes, comunicadores sociales, ex-futbolistas e incluso público en general. Cada uno de nosotros. Incluso el público “tranquilo” que puede también en ocasiones incurrir en desmanes y barbaridades. Parecería ser que algunos de los criminales de Santa Lucía no eran precisamente barras bravas…

El fútbol uruguayo está de luto. Todos los uruguayos de buena voluntad nos solidarizamos en primer lugar con la familia de la víctima fallecida. Y con las demás familias cuyos hijos resultaron heridos también.

Mejorar la seguridad con todo lo que ello implica: es imprescindible.

Pero lo esencial que hay que considerar es la educación, los valores, el respeto a la vida.

 

Fuente:cciu.org.uy