AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El Secretario de Estado no entiende por qué sus esfuerzos para lograr la paz entre palestinos e israelíes no funcionaron.

John Kerry lanzó un discurso maratónico este miércoles denostando a Israel por su política de asentamientos, y supimos que las estaciones de televisión en Israel cortaron la transmisión después de la primera media hora. ¿Quién puede reclamarles por ello? Si los israelíes no sienten la necesidad de sentarse a escuchar otro asalto verbal del que pronto será ex-Secretario de Estado, es porque viven una realidad que Kerry no ha mostrado señales de comprender.

Mr. Kerry hizo del acuerdo de paz entre palestinos e israelíes uno de los mayores objetivos de su gestión, conduciendo negociaciones intensivas durante cerca de un año, hasta que colapsaron en la primavera del 2014 cuando la Autoridad Palestina anunció la creación de un gobierno de unidad con Hamas, el grupo terrorista compometido con la destrucción de Israel. Poco después, Hamas inició una guerra con Israel desde Gaza, la tercera desde que en 2005 Israel retiró unilateralmente todos los asentamientos que había allí.

Mencionamos esta historia para mostrar que si no hay paz no fue por falta de esfuerzos de la diplomacia estadounidense –y que esa diplomacia mal manejada animó la violencia palestina. En el año 2000, el entonces presidente Bill Clinton trajo a los líderes israelíes y palestinos a Camp David a negociar un acuerdo de paz definitivo, sólo para ver cómo los palestinos se retiraron pese a una oferta que hubiese garantizado un Estado Palestino en casi la totalidad de Gaza y Cisjordania. El fracaso en la negociación fue seguido por una campaña terrorista palestina que devino en la Segunda Intifiada (2000-2005).

Los israelíes lo recuerdan. También recuerdan que eligieron a líderes –Yitjak Rabin en 1992, Ehud Barak en 1999 y Ehud Olmert en 2006– que hicieron amplias ofertas a los palestinos en su búsqueda de la paz, sólo para toparse con rechazos y más violencia.

En su discurso, Kerry olvidó todo esto para enfatizar sus diferencias personales con el actual Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, acusándolo de dirigir “el ala de extrema derecha” más radical en la Historia de Israel. Pero los israelíes también recuerdan que Netanyahu ha ordenado el congelamiento total de los asentamientos, y que eso no ha acercado siquiera un poco la paz.

La lección es que los asentamientos judíos no son el principal obstáculo para la paz. Si lo fueran, Gaza estaría en proceso de convertirse en la Costa Rica del Mediterráneo. El obstáculo es el rechazo palestino al derecho de Israel a existir como estado judío en cualquier frontera posible. Un Secretario de Estado que desea resolver el conflicto debería partir de esa premiso, al tiempo de advertir a los palestinos que ellos nunca conseguirán un estado mientras su principal objetivo sea la destrucción de su vecino.

Pero ese secretario no es Kerry. Aunque hizo algunas menciones al terrorismo palestino y la incitación a la violencia, lo más que dijo en contra de ello fue que “debe parar”. Si la Administración Obama tiene un plan de último minuto para apoyar esta magra exhortación con un esfuerzo diplomático en la ONU, no hemos escuchado de ella.

Contrasten esto con la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU tomada la semana pasada, que la Administración Obama se rehusó a vetar y que genera cambios substanciales a los paradigmas diplomáticos vigentes desde 1967. Kerry dijo que la Resolución 2334 “no cambia nada en el terreno”.

Pero la realidad es que esa resolución niega los reclamos legales de Israel por territorio, incluyendo los lugares sagrados judíos como el Muro Occidental, lo que anula toda posibilidad de la tradicional fórmula de “paz por territorios”, que ha sido la base de la política diplomática de los Estados Unidos durante por lo menos 50 años. En el mundo de la Resolución 2334, el territorio no puede ser usado por Israel para negociar la paz. Kerry inclusó llama a “Jerusalén Este” como “territorio ocupado”, lo cual contradice la postura tomada en 2015 por la Administración Obama en el caso Zivotofsky contra Kerry en la Suprema Corte, donde los Estados Unidos reconocieron la soberanía de nadie en Jerusalén (luego entonces, no puede ser “territorio palestino ocupado”).

La pregunta ahora es qué significa todo esto para las perspectivas de los eventuales asentamientos. Kerry hizo una apasionada defensa para preservar la posibilidad de una solución de dos estados para judíos y palestinos. Es un objetivo admirable, en teoría, asumiendo que el Estado Palestino no se vaya a convertir en otro Yemen o Sudán del Sur.

Pero el efecto de los esfuerzos de Kerry va a poner todo eso fuera de alcance. Los palestinos ahora están animados a creer que pueden conseguir lo que quieren en la ONU, mediante campañas públicas para boicotear a Israel y sin hacer concesiones. Y los israelíes quedarán convencidos de que las promesas de apoyo de los países occidentales son insinceras y cancelables.

Mientras, previo al discurso de Kerry, Donald Trump pidió a Israel “mantenerse fuerte” hasta que tome posesión de la presidencia el 20 de Enero. Es un signo reconfortante de que Trump entiende que la primera regla de la diplomacia es hacer lo correcto con los amigos, especialmente cuando son una democracia atacada y asediada.

Fuente: Wall Street Journal, editorial. Traducido por Irving Gatell.