El asentamiento de Maale Adumim, una de las de mayor tamaño en los territorios palestinos ocupados, aspira a ser el primero en convertirse legalmente en parte de Israel con un plan que impulsa el ala más dura del Gobierno.

EFE

Desde un emplazamiento privilegiado en el centro de Cisjordania, sus 41, 000 residentes disfrutan de impresionantes vistas del desierto que termina en Jordania, están a pocos minutos de Jerusalem y gozan de todos los servicios y opciones de una ciudad de tamaño medio.

Pero estos colonos viven en un asentamiento que es ilegal para la legislación internacional, ocupan una tierra que los palestinos reclaman como suya desde 1967, constituyen, según la ONU, uno de los principales obstáculos que dificultarían la solución de dos Estados y se rigen por la administración militar israelí que gobierna el territorio ocupado.

“Queremos ser parte de Israel. Cumplimos con nuestras obligaciones con el Estado, nuestros hijos van al Ejército, pagamos impuestos. Queremos tener los mismos derechos que otros ciudadanos”, dice a Efe Beny Cashriel, el alcalde de este asentamiento, que está entre los cuatro mayores de los más de 200 que hay en Cisjordania.

“Antes del final de este mes, todos los partidos de la coalición (gubernamental) presentaremos un proyecto para que Israel aplique la ley (civil) a Maale Adumim”, declaró esta semana el ministro de Educación israelí y principal socio del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu, Naftali Benet.

El líder del ultranacionalista Hogar Judío lo plantea como el comienzo de una cadena de anexiones, cuyo plan tiene previsto revelar en los próximos días y que espera los vientos a favor que soplan con el cambio de Gobierno en Washington con la llegada el 20 de enero de Donald Trump.

Frente a las condenas de la Administración de Barack Obama a los asentamientos, Israel espera que el nuevo inquilino de la Casa Blanca mire para otro lado mientras estos se siguen ampliando.

El regidor Cashriel se queja de que el estatus de sus ciudadanos sea diferente del de un residente de Tel Aviv (Israel) y lamenta que para cualquier iniciativa necesitan un permiso del Ejército, lo que implica unos procesos burocráticos que “dañan el desarrollo de la ciudad”.

“Afecta a lo social, la construcción, planificación y otros proyectos que queremos llevar a cabo (electricidad, fuentes renovables, recaudación de impuestos). Si fuéramos parte de Israel, sería mucho más fácil construir, avanzar, desarrollar la ciudad”, expone.

“Ya es la hora, creo que ha llegado el momento y estamos listos para ser parte legal de Israel”, sentencia.

Cashriel participó ayer en la inauguración de las obras para expandir el asentamiento con hasta 10,000 nuevas viviendas, un acto que tuvo como protagonista al republicano estadounidense Mike Huckabee, que fue recibido con el lema “Juntos, construyamos Israel grande de nuevo”, en un guiño al eslogan de la campaña presidencial de Trump.

Huckabee, cercano al presidente electo, afirmó que la nueva política de EE.UU “será radicalmente diferente de la de los últimos ocho años”.

Aunque el pasado 23 de diciembre el Consejo de Seguridad de la ONU confirmó la ilegalidad de los asentamientos  y pidió el cese de toda actividad en ellos, los residentes de Maale Adumim no ven ningún problema en permanecer sobre una tierra que Israel ocupa desde 1967.

Tampoco lo es para gran parte del espectro político israelí, que considera que los grandes bloques de asentamientos permanecerán en Israel con cualquier acuerdo de paz o defiende, como Benet, la anexión de los territorios ocupados en su totalidad o en parte y rechaza el establecimiento en ellos de un Estado palestino independiente.

“Maale Adumim es Israel, yo lo veo como cualquier otro sitio del país. Esto no fue Palestina. Si ellos no lo tomaron antes, perdieron. Mientras esto sea nuestro territorio podemos hacer aquí lo que queramos”, dijo a Efe Simona Ben Kalifa, que vive en este asentamiento desde hace décadas.

Es la postura que defiende también uno de los miembros del museo de la colonia, Joel Guberman, que desde su EE.UU natal se trasladó hace 25 años a este lugar, cuyo crecimiento pone en peligro la continuidad territorial de Cisjordania.

“Me parece un paso natural que los judíos que viven en Judea y Samaria (nombres bíblicos para Cisjordania) se conviertan en ciudadanos reconocidos del Estado de Israel. Y no entiendo la idea de por qué debería haber un sitio en el mundo en el que a los judíos no les está permitido vivir”, protesta Gubernman.

 

Fuente:noticias.terra.com.mx